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Manuel Lionza.– Otro paradigma que se cae: la movilidad del mercado laboral estadounidense. Era considerado como el modelo a seguir en las economías desarrolladas y, según muchos académicos y empresarios, una de las principales ventajas competitivas de EEUU frente a Europa. Hoy, cuando la tasa de paro en EEUU permanece estancada en el 9,5 por ciento, mostrando una preocupante rigidez a la baja, resulta que la inmigración interestatal por razones laborales es la menor que registra el país desde la Segunda Guerra Mundial. Los economistas están sorprendidos y en cierta medida también decepcionados con el desplome de tanto paradigma del entramado de la economía estadounidense, asentada hasta agosto de 2007 sobre dos pilares fundamentales: unos mercados financieros desregulados y un mercado laboral muy flexible, con una mano de obra dotada de espíritu de colono, lista para desplazarse donde quiera que haya empleo. Pero la crisis hipotecaria ha desbaratado ese modelo porque los desempleados no pueden deshacerse de sus casas hipotecadas, ni siquiera para comer, aunque quisieran irse a vivir a 3.000 kilómetros de distancia de su ciudad natal por un empleo.
Según datos recientes, apenas un 2% de los estadounidenses cambiaron de estado desde marzo de 2008 al mismo mes de 2009. Aunque la movilidad laboral se ha reducido gradualmente en las dos últimas décadas en Estados Unidos --solo en la última ha caído en la mitad--, se trata de la cifra más baja en medio siglo, lo que ha disparado las alarmas ante el temor a que la recuperación económica pueda ser más lenta por la inesperada rigidez del mercado laboral, un mal que siempre se le ha reprochado a Europa. Ahora se da la circunstancia de que Estados Unidos y Europa tienen tasas similares de paro.
El PIB estadounidense creció un 2,4 por ciento anual en el segundo trimestre, desde el 3,7 por ciento en el primero, una tasa que confirma a todas luces la salida de la recesión de la primera economía mundial, con cuatro trimestres consecutivos creciendo, pero insuficiente para crear empleo, según los expertos. La última vez que el número de parados superó los dos dígitos en EEUU fue a principio de los 80, pero, según los especialistas, solo fue por poco tiempo pues la mayoría de los despedidos volvieron a encontrar empleo. Sin embargo, en estos momentos la mayor parte de los 8 millones de puestos de trabajo perdidos desde 2007 no se han recuperado.
Cerca de la mitad de los casi 15 millones de parados llevan así más de seis meses, un período de tiempo inusualmente largo desde una perspectiva estadounidense. Con todo, algunos economistas sostienen que la movilidad es una condición indispensable para que mejore la situación del mercado laboral y pronostican que: o se acaba produciendo un éxodo, o no habrá una reducción rápida del desempleo.
El panorama que se abre es singularmente perverso porque el principal obstáculo a la movilidad laboral en Estados Unidos es también el origen de la crisis económica: el estallido de la burbuja inmobiliaria. En general, la mayor parte de los parados con hipotecas tienen poco capital amortizado, o deben más de lo que vale la vivienda. Las mudanzas de familias propietarias a otros estados han descendido más del 25 por ciento entre 2006 y 2009. La crisis en el empleo ha sido especialmente violenta en aquellos estados o ciudades que en los años dorados se convirtieron en áreas de gran expansión económica. Hoy, sin embargo, muchas urbes del Sun Belt tienen las mayores tasas de desempleo, excepto en los pocos estados como Texas en que no estalló la burbuja inmobiliaria, donde se mantiene estable.
Según datos recientes, apenas un 2% de los estadounidenses cambiaron de estado desde marzo de 2008 al mismo mes de 2009. Aunque la movilidad laboral se ha reducido gradualmente en las dos últimas décadas en Estados Unidos --solo en la última ha caído en la mitad--, se trata de la cifra más baja en medio siglo, lo que ha disparado las alarmas ante el temor a que la recuperación económica pueda ser más lenta por la inesperada rigidez del mercado laboral, un mal que siempre se le ha reprochado a Europa. Ahora se da la circunstancia de que Estados Unidos y Europa tienen tasas similares de paro.
El PIB estadounidense creció un 2,4 por ciento anual en el segundo trimestre, desde el 3,7 por ciento en el primero, una tasa que confirma a todas luces la salida de la recesión de la primera economía mundial, con cuatro trimestres consecutivos creciendo, pero insuficiente para crear empleo, según los expertos. La última vez que el número de parados superó los dos dígitos en EEUU fue a principio de los 80, pero, según los especialistas, solo fue por poco tiempo pues la mayoría de los despedidos volvieron a encontrar empleo. Sin embargo, en estos momentos la mayor parte de los 8 millones de puestos de trabajo perdidos desde 2007 no se han recuperado.
Cerca de la mitad de los casi 15 millones de parados llevan así más de seis meses, un período de tiempo inusualmente largo desde una perspectiva estadounidense. Con todo, algunos economistas sostienen que la movilidad es una condición indispensable para que mejore la situación del mercado laboral y pronostican que: o se acaba produciendo un éxodo, o no habrá una reducción rápida del desempleo.
El panorama que se abre es singularmente perverso porque el principal obstáculo a la movilidad laboral en Estados Unidos es también el origen de la crisis económica: el estallido de la burbuja inmobiliaria. En general, la mayor parte de los parados con hipotecas tienen poco capital amortizado, o deben más de lo que vale la vivienda. Las mudanzas de familias propietarias a otros estados han descendido más del 25 por ciento entre 2006 y 2009. La crisis en el empleo ha sido especialmente violenta en aquellos estados o ciudades que en los años dorados se convirtieron en áreas de gran expansión económica. Hoy, sin embargo, muchas urbes del Sun Belt tienen las mayores tasas de desempleo, excepto en los pocos estados como Texas en que no estalló la burbuja inmobiliaria, donde se mantiene estable.