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¿Es una locura pensar que Estados Unidos está en bancarrota?
El economista Laurence J. Kotlikoff, profesor de la Universidad de Boston, así lo asegura en una pieza de opinión que publica Bloomberg.
Según el académico, la situación es clara: EEUU está en bancarrota y ni gastar más ni bajar los impuestos ayudarán al país a pagar sus deudas.
Las principales críticas de Kotlikoff apuntan al sistema impositivo, a la seguridad social, al sistema financiero y al sistema de pensiones, que son un "completo desorden". La parte positiva sería precisamente eso, ya que se pueden rediseñar para que sigan funcionando a un coste mucho más bajo, lo que ayudaría a revitalizar la economía de la primera potencia del mundo.
Las cuentas y el FMI
El profesor recuerda el último informe del FMI, en el que se apuntaba que Estados Unidos necesitaba un ajuste presupuestario mayor para estabilizar el ratio deuda/PIB. Indagando más a fondo en el informe, explica Kotlikoff, el FMI "ha pronunciado realmente que EEUU está en bancarrota", ya que el organismo dice que para acabar con la "brecha fiscal", EEUU necesita un ajuste anual permanente de alrededor del 14% del PIB.
La brecha fiscal (fiscal gap), como la define él, es el valor actual de la diferencia entre el gasto proyectado y los ingresos proyectados en el futuro. Para poner en perspectiva esta cifra del 14%, hay que tener en cuenta que actualmente los ingresos federales ascienden al 14,9% del PIB, por lo que para acabar con esta brecha, desde el punto de vista de los ingresos, el Gobierno tendría que duplicar los impuestos, explica el académico.
Esta subida de impuestos supondría que Estados Unidos tendría un superávit del 5% del PIB este año, en lugar del 9% de déficit. Por lo tanto, Kotlikoff nos advierte de que lo que realmente le está diciendo el FMI al Gobierno de EEUU es que necesita tener un enorme superávit ahora y durante muchos años para poder afrontar todos los gastos que tiene previsto. O lo que es lo mismo, cuanto más tarde en ajustar sus cuentas, más doloroso será el ajuste.
Ante estos números, el profesor se pregunta si el FMI está loco, y la respuesta que da es "no, ha hecho sus deberes". Y recuerda que la oficina presupuestaria del Congreso también lo ha hecho en sus últimas previsiones, que muestran un problema todavía mayor.
Según los datos de esta oficina, la brecha fiscal que calcula Kotlikoff asciende a 202 billones, más de 15 veces la deuda oficial. La discrepancia llega por lo que los economistas llaman el problema del etiquetado. Durante muchos años, el Congreso ha denominado la mayoría de las deudas del Estado como "no oficiales" para mantenerlas fuera de los libros.
¿Cómo se ha llegado a esta situación?Según Kotlikoff, la respuesta es simple. En Estados Unidos hay 78 millones de baby boomers (nacidos desde después de la Segunda Guerra Mundial hasta los 60), que cuando se jubilen tendrán los beneficios de la Seguridad Social y otros programas, y que, de media, serían superiores a la renta per cápita.
Los costes anuales ascenderán a un total de unos 4 billones de dólares de hoy y que, a pesar de que en 20 años la economía será más grande, no lo será lo suficiente como para afrontar estos gastos, asegura Kotlikoff.
Esto es lo que pasa cuando se lleva a cabo un esquema Ponzi durante 60 años seguidos, cogiendo cada vez más recursos de los jóvenes para darselos a los mayores con la promesa de que la siguiente generación pagará, explica el profesor.
Tres opciones, todas malas
Pero esto tendrá que parar, y según Kotlikoff lo hará una manera muy desagradable. La primera posibilidad sería un recorte masivo de los beneficios de los jubilados. La segunda posibilidad sería una astronómica subida de impuestos que dejaría a los jóvenes sin apenas incentivos para trabajar y ahorrar. La tercera es simplemente que el gobierno imprima enormes cantidades de dinero, enumera.
Según el académico, lo más probable es que veamos una combinación de las tres opciones, con un incremento de la pobreza, los impuestos, los intereses y los precios. Es una cuesta abajo horrible, reconoce, pero asegura que es en la que se encuentra el país.
Kotlikoff concluye: "Sé realista (...). Nuestra país está quebrado y no se puede permitir más 'soluciones' sin dolor en las que gane todo el mundo".
El economista Laurence J. Kotlikoff, profesor de la Universidad de Boston, así lo asegura en una pieza de opinión que publica Bloomberg.
Según el académico, la situación es clara: EEUU está en bancarrota y ni gastar más ni bajar los impuestos ayudarán al país a pagar sus deudas.
Las principales críticas de Kotlikoff apuntan al sistema impositivo, a la seguridad social, al sistema financiero y al sistema de pensiones, que son un "completo desorden". La parte positiva sería precisamente eso, ya que se pueden rediseñar para que sigan funcionando a un coste mucho más bajo, lo que ayudaría a revitalizar la economía de la primera potencia del mundo.
Las cuentas y el FMI
El profesor recuerda el último informe del FMI, en el que se apuntaba que Estados Unidos necesitaba un ajuste presupuestario mayor para estabilizar el ratio deuda/PIB. Indagando más a fondo en el informe, explica Kotlikoff, el FMI "ha pronunciado realmente que EEUU está en bancarrota", ya que el organismo dice que para acabar con la "brecha fiscal", EEUU necesita un ajuste anual permanente de alrededor del 14% del PIB.
La brecha fiscal (fiscal gap), como la define él, es el valor actual de la diferencia entre el gasto proyectado y los ingresos proyectados en el futuro. Para poner en perspectiva esta cifra del 14%, hay que tener en cuenta que actualmente los ingresos federales ascienden al 14,9% del PIB, por lo que para acabar con esta brecha, desde el punto de vista de los ingresos, el Gobierno tendría que duplicar los impuestos, explica el académico.
Esta subida de impuestos supondría que Estados Unidos tendría un superávit del 5% del PIB este año, en lugar del 9% de déficit. Por lo tanto, Kotlikoff nos advierte de que lo que realmente le está diciendo el FMI al Gobierno de EEUU es que necesita tener un enorme superávit ahora y durante muchos años para poder afrontar todos los gastos que tiene previsto. O lo que es lo mismo, cuanto más tarde en ajustar sus cuentas, más doloroso será el ajuste.
Ante estos números, el profesor se pregunta si el FMI está loco, y la respuesta que da es "no, ha hecho sus deberes". Y recuerda que la oficina presupuestaria del Congreso también lo ha hecho en sus últimas previsiones, que muestran un problema todavía mayor.
Según los datos de esta oficina, la brecha fiscal que calcula Kotlikoff asciende a 202 billones, más de 15 veces la deuda oficial. La discrepancia llega por lo que los economistas llaman el problema del etiquetado. Durante muchos años, el Congreso ha denominado la mayoría de las deudas del Estado como "no oficiales" para mantenerlas fuera de los libros.
¿Cómo se ha llegado a esta situación?Según Kotlikoff, la respuesta es simple. En Estados Unidos hay 78 millones de baby boomers (nacidos desde después de la Segunda Guerra Mundial hasta los 60), que cuando se jubilen tendrán los beneficios de la Seguridad Social y otros programas, y que, de media, serían superiores a la renta per cápita.
Los costes anuales ascenderán a un total de unos 4 billones de dólares de hoy y que, a pesar de que en 20 años la economía será más grande, no lo será lo suficiente como para afrontar estos gastos, asegura Kotlikoff.
Esto es lo que pasa cuando se lleva a cabo un esquema Ponzi durante 60 años seguidos, cogiendo cada vez más recursos de los jóvenes para darselos a los mayores con la promesa de que la siguiente generación pagará, explica el profesor.
Tres opciones, todas malas
Pero esto tendrá que parar, y según Kotlikoff lo hará una manera muy desagradable. La primera posibilidad sería un recorte masivo de los beneficios de los jubilados. La segunda posibilidad sería una astronómica subida de impuestos que dejaría a los jóvenes sin apenas incentivos para trabajar y ahorrar. La tercera es simplemente que el gobierno imprima enormes cantidades de dinero, enumera.
Según el académico, lo más probable es que veamos una combinación de las tres opciones, con un incremento de la pobreza, los impuestos, los intereses y los precios. Es una cuesta abajo horrible, reconoce, pero asegura que es en la que se encuentra el país.
Kotlikoff concluye: "Sé realista (...). Nuestra país está quebrado y no se puede permitir más 'soluciones' sin dolor en las que gane todo el mundo".
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