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En cierta medida, este jueves ha supuesto volver a la realidad: las dudas de los mercados, lejos de desaparecer, persisten centradas en varias economías de la eurozona. Esta vez volvió a tocarle a Portugal. La incertidumbre de fondo sigue siendo la misma: ¿podrán hacer frente a sus deudas sin recuperar crecimiento? Es la gran contradicción asociada a los planes de ajuste: por un lado, se exige la adopción de medidas drásticas de contención del gasto público para mantener crédito; por otro, se castiga el impacto recesivo que tienen esas medidas, desde la evidencia de que sin crecimiento será mucho más difícil atender pagos y vencimientos de los créditos contraídos. Y, para liarlo más, es indudable que una deuda más cara –prima de riesgo- resta opciones de recuperación y, por tanto, de pagar intereses y devolver.
Conviene tener presente que, a diferencia de otras áreas, el peso del sector publico en la zona euro ronda entre el 45 y el 50 por 100 del Producto Interior Bruto (PIB), por lo que una contracción presupuestaria tiene clara repercusión sobre la evolución de la economía.
El galimatías en que se desenvuelve la correlación solvencia-ajuste-crecimiento domina ahora mismo la dinámica de las emisiones de deuda soberana de muchos países de la zona euro, alternando períodos de calma con explosiones de nerviosismo, en ambos casos dependientes de no se sabe muy bien qué. Así, se está pasando del optimismo al pesimismo sin solución de continuidad.
La realidad es que a lo largo de 2011 los países de la eurozona van a necesitar captar alrededor de 1,2 billones de euros, en competencia los unos con los otros y, a su vez, con las necesidades y demanda de financiación del resto del mundo.
Los más expertos aseguran que no existen ni son previsibles problemas de liquidez. Si los hay, son de confianza... más difíciles de gestionar.
Conviene tener presente que, a diferencia de otras áreas, el peso del sector publico en la zona euro ronda entre el 45 y el 50 por 100 del Producto Interior Bruto (PIB), por lo que una contracción presupuestaria tiene clara repercusión sobre la evolución de la economía.
El galimatías en que se desenvuelve la correlación solvencia-ajuste-crecimiento domina ahora mismo la dinámica de las emisiones de deuda soberana de muchos países de la zona euro, alternando períodos de calma con explosiones de nerviosismo, en ambos casos dependientes de no se sabe muy bien qué. Así, se está pasando del optimismo al pesimismo sin solución de continuidad.
La realidad es que a lo largo de 2011 los países de la eurozona van a necesitar captar alrededor de 1,2 billones de euros, en competencia los unos con los otros y, a su vez, con las necesidades y demanda de financiación del resto del mundo.
Los más expertos aseguran que no existen ni son previsibles problemas de liquidez. Si los hay, son de confianza... más difíciles de gestionar.