Das Bourse. Boerse NYSE. EuroNYSE. La fusión de Deutsche Boerse y NYSE Euronext las operadoras de la bolsa alemana y estadounidense ya es un hecho. Pero la batalla por el nombre recién empieza.
El Wall Street Journal ya organizó una encuesta entre sus lectores. Porque si bien los alemanes tendrán el 60% de la nueva compañía, la pulseada será reñida. Hay quienes sugieren para evitar herir susceptibilidades ir directo a un aséptico anagrama. Claro que serían casi impronunciables. NYSE Euronext Deutsche Boerse podría convertirse por ejemplo en Thereby Executed Onerousness. Por qué no, propuso alguno, Big Apple Strudel.
Claro que aunque el debate no es menor después de todo, el nombre es el que cala en el imaginario, la operación promete otras polémicas. Sería un insulto para la ciudad de Nueva York, dijo John C. Whitehead, quien fuera presidente de Goldman Sachs a finales de los años 70 y principios de los 80.
Para quienes vivieron el esplendor de la Gran Manzana, la lógica actual de reducción de costos y construcción de plataformas globales resuena tan absurda como hiriente para el orgullo. Es que aún con el menguante poderío de los últimos tiempos, la bolsa de Nueva York es el corazón financiero del mundo desde hace más de dos siglos. Wall Street es un mito moderno. O si se quiere, una reliquia sagrada.
Después de todo, el 17 de mayo del año que viene la bolsa de Nueva York hubiera cumplido 220 años. Un recuerdo ya borroso de aquel día en el que 24 intermediarios reunidos en la calle del muro (Wall Street) decidieron aplicar comisiones uniformes a todas las ventas de títulos. Desde entonces, el pulso del mercado siempre fue el que impuso Wall Street, desde el crash de 1929 hasta el lunes negro de 1987 pasando por la crisis subprime y la muerte de varios colosos.
Pero ya durante el reinado de Dick Grasso que debió retirarse en 2003 en medio de un ruidoso escándalo por recibir pagos estrafalarios la bolsa había comenzado a sufrir la competencia de las bolsas electrónicas jóvenes, veloces y espantosamente eficientes. En la era John Thain, el NYSE salió a defenderse, adquiriendo primero Archipiélago y luego Euronext en 2006, para convertirse en una bolsa global.
Pero para financiar esas movidas hacía falta efectivo y la bolsa se convirtió en una empresa pública con cotización, una estrategia que se terminó volviendo en su contra. La crisis la hizo barata y el apetito de los competidores la transformó de predador en presa.
El último trimestre del 2010, las ganancias de NYSE Euronext se redujeron 20% en relación a un año atrás, mientras que el valor de su acción se contrajo un 44% en los últimos tres años. En ese mismo período, el número promedio de acciones negociadas cada día en el piso del NYSE cayeron un tercio.
Pero por ahora, las reacciones son más viscerales. Creo que es una idea estúpida y espero que se paralice la operación, dijo indignado Whitehead, el ejecutivo de Goldman ante la noticia. Para muchos, como para él, la fusión sabe a deshonra. Para otros, simplemente, será una ocasión para la nostalgia.
Fuente:
El Cronista Comercial - Adiós a Wall Street: entre la deshonra y la nostalgia
El Wall Street Journal ya organizó una encuesta entre sus lectores. Porque si bien los alemanes tendrán el 60% de la nueva compañía, la pulseada será reñida. Hay quienes sugieren para evitar herir susceptibilidades ir directo a un aséptico anagrama. Claro que serían casi impronunciables. NYSE Euronext Deutsche Boerse podría convertirse por ejemplo en Thereby Executed Onerousness. Por qué no, propuso alguno, Big Apple Strudel.
Claro que aunque el debate no es menor después de todo, el nombre es el que cala en el imaginario, la operación promete otras polémicas. Sería un insulto para la ciudad de Nueva York, dijo John C. Whitehead, quien fuera presidente de Goldman Sachs a finales de los años 70 y principios de los 80.
Para quienes vivieron el esplendor de la Gran Manzana, la lógica actual de reducción de costos y construcción de plataformas globales resuena tan absurda como hiriente para el orgullo. Es que aún con el menguante poderío de los últimos tiempos, la bolsa de Nueva York es el corazón financiero del mundo desde hace más de dos siglos. Wall Street es un mito moderno. O si se quiere, una reliquia sagrada.
Después de todo, el 17 de mayo del año que viene la bolsa de Nueva York hubiera cumplido 220 años. Un recuerdo ya borroso de aquel día en el que 24 intermediarios reunidos en la calle del muro (Wall Street) decidieron aplicar comisiones uniformes a todas las ventas de títulos. Desde entonces, el pulso del mercado siempre fue el que impuso Wall Street, desde el crash de 1929 hasta el lunes negro de 1987 pasando por la crisis subprime y la muerte de varios colosos.
Pero ya durante el reinado de Dick Grasso que debió retirarse en 2003 en medio de un ruidoso escándalo por recibir pagos estrafalarios la bolsa había comenzado a sufrir la competencia de las bolsas electrónicas jóvenes, veloces y espantosamente eficientes. En la era John Thain, el NYSE salió a defenderse, adquiriendo primero Archipiélago y luego Euronext en 2006, para convertirse en una bolsa global.
Pero para financiar esas movidas hacía falta efectivo y la bolsa se convirtió en una empresa pública con cotización, una estrategia que se terminó volviendo en su contra. La crisis la hizo barata y el apetito de los competidores la transformó de predador en presa.
El último trimestre del 2010, las ganancias de NYSE Euronext se redujeron 20% en relación a un año atrás, mientras que el valor de su acción se contrajo un 44% en los últimos tres años. En ese mismo período, el número promedio de acciones negociadas cada día en el piso del NYSE cayeron un tercio.
Pero por ahora, las reacciones son más viscerales. Creo que es una idea estúpida y espero que se paralice la operación, dijo indignado Whitehead, el ejecutivo de Goldman ante la noticia. Para muchos, como para él, la fusión sabe a deshonra. Para otros, simplemente, será una ocasión para la nostalgia.
Fuente:
El Cronista Comercial - Adiós a Wall Street: entre la deshonra y la nostalgia