Gadafi y sus leales le estan dando la vuelta a la situación.

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Gadafi y sus leales le estan dando la vuelta a la situación.






Libia: Los rebeldes huyen desesperados del oeste, El Coronel Muammer Gaddafi esta cerca de aplastar la rebelión contra su Gobierno de 42 años en Libia el miércoles sus tropas avanzaron hacia el bastión rebelde de Bengasi. … Ajdabiya, la última ciudad rebelde antes de Bengasi, fue nuevamente el escenario de intensos combates el miércoles, con varios informes que sugieren que las mejores equipadas fuerzas leales al régimen fueron ganando la contienda. El control de Ajdabiya no sólo abren el camino hacia la segunda ciudad de Libia, sede del Consejo Nacional de la oposición, sino que permite a las tropas del Coronel Gaddafi empujar hacia el este de Tubruq y hacia la frontera con Egipto.

Map of How the Rebellion Is Unfolding in Libya



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Libia

Gadafi a sus anchas gracias a Europa

17 marzo 2011



La actitud de los europeos frente a la feroz represión de los insurgentes libios recuerda su falta de coraje durante la guerra de Bosnia, escribe el intelectual italiano Adriano Sofri. A fuerza de tanto rodeo, dan la impresión de estar lavándose las manos con respecto a un drama que, sin embargo, tiene lugar en sus fronteras.

Cuando lean estas líneas, quizá Bengasi ya habrá caído y la famosa comunidad internacional podrá por fin decir, respirando aliviada, que ya es demasiado tarde para intervenir. Podrá añadir, encogiéndose de hombros, que se les ha dado crédito demasiado rápido a los rebeldes y que bastaron unos bombardeos para hacerles caer.

Solo que ya no se trata del crédito militar de los rebeldes, sino de la suerte de una población civil que quedará a la merced de las represalias.

Para hablar de hoy, me gustaría recordar dos fechas bastante recientes. El 15 de abril de 1986 dos misiles SCUD lanzados desde Libia cayeron en el mar a varios quilómetros de la costa de Lampedusa. Once días más tarde, el 26 de abril, explotaba la central de Chernóbil.

Los misiles libios respondían a un ataque masivo de la aviación estadounidense que pretendía matar a Gadafi.En cuanto a la nube de Chernóbil, se paseaba de un lado a otro sobre Europa y en Italia se restringió como medida preventiva el consumo de leche y de verdura. Veinticinco años después, Gadafi consigue su reconquista.

La comunidad internacional oculta lo mejor que puede su incomodidad detrás de la emoción provocada por el desastre japonés y el gran miedo nuclear.

La inercia europea justifica las agresiones

¿Qué ha ocurrido durante estos veinticinco años? ¿Cómo hemos pasado de una represalia militar estadounidense llevada a cabo por nada menos que 24 bombarderos sobre numerosos objetivos libios —entre ellos Trípoli y Bengasi— para vengar un atentado sanguinario contra una discoteca alemana, a la omisión de cualquier acción, en el momento en que el dictador lanza contra la población insurgente la aplastante superioridad de sus fuerzas militares? Desde entonces han pasado muchas cosas: Somalia, en 1993, el 11 de septiembre de 2001, la guerra en Iraq y en Afganistán…

Esto explica la abstención de Obama, sin justificarla, no obstante. Pero, ¿y Europa? Europa hace fantásticos negocios en el mercado del armamento pero, cuando se trata de una acción policial, se vuelve más pacifista que un faquir hindú “para no molestar”. Europa permitió la masacre de los bosnios durante años —y Bosnia era europea—, hasta que Bill Clinton tuvo suficiente. Desde Europa se veía el humo de Sarajevo a plena vista, como vemos hoy a plena vista el humo de Benghazi.

¿No se dan cuenta las potencias democráticas —¿debemos llamarlas así?— de que esa inercia ante las represalias de las milicias de Gadafi justifica, a posteriori, la agresión unilateral de Bush contra Sadam Hussein? Sadam había apostado, igual que ahora Gadafi, por la impotencia de las potencias democráticas.

Un dilema antiguo en un nuevo contexto

Él jugó mal y perdió; pero parece que Gadafi está teniendo más suerte. Las potencias democráticas lo han marginado y lo han amenazado desde el Tribunal Penal Internacional, dándole todo el tiempo del mundo para recuperarse tras el golpe infligido por la rebelión y para reunir de nuevo a sus fuerzas armadas, limitándose a actuar como espectadores de una reconquista que expone a las represalias a gente que no se puede defender. Embriagados por su liberación, los insurgentes fueron tan ingenuos como para ordenar a Gadafi que se rindiese, como si un condenado pudiese ordenar a un pelotón de ejecución que no disparase, convencido de contar con el apoyo —además de los aplausos— de las fuerzas democráticas.

El dilema es antiguo, lo único nuevo es el contexto.

Mientras no exista ninguna policía internacional, la justicia y el Tribunal Internacional no serán más que una broma. Gadafi no podrá ser arrestado ni capturado a menos que gran parte de sus súbditos se rebelen contra él, no antes. Se podría objetar que una insurrección que no cuenta con sus propias fuerzas no tiene legitimidad para ganar, a lo que el derecho-deber de la injerencia humana ya ha respondido que hace falta ponerla en condiciones de ganar.

No es cierto, eso es muy poco frecuente. Una dictadura moderna, dinástica y tribal como la de Gadafi confisca una riqueza suficiente para conservar un amplio apoyo social y una fuerte guardia pretoriana, explotando el trabajo servil de gran número de súbditos, un pueblo de hormigas invisibles hasta el día en que se precipitan hacia las fronteras.

Europa más dividida que nunca

Europa parece más dividida que nunca. La Francia de Nicolas Sarkozy ha sido demasiado impulsiva y ha querido hacer demasiado, dando la impresión de ceder a un cálculo electoral, a la vanidad personal y al peso de las pérdidas en Afganistán o de la desafortunada operación de liberación de los rehenes en Níger, pero al menos él lo ha dicho. Del mismo modo, la postura combativa de David Cameron, que en otro momento habría sido tomada en serio, suena puramente retórica. Angela Merkel ha utilizado una expresión reveladora: quiere “esperar y ver cómo evoluciona la situación”.

He ahí una advertencia para los pueblos que incuban deseos de rebelión y de libertad. Podría decirse que las notas falsas de las declaraciones europeas son el concierto de un continente unido con la intención de lavarse recíprocamente las manos. Italia, por otro lado, no apenas cuenta y quiere continuar así. Cada día que pasa parece que el desenlace de la situación es cada vez más complejo. Es improbable que la persuasión y algunas medidas de embargo puedan convencer al grupo de Gadafi de que se marche.

Son muchos los que sueñan con que retome las riendas y podamos volver a empezar a comerciar y traficar con él como antes, pero no hay demasiadas posibilidades de que eso se cumpla. Y ¿entonces? Entonces, como el tiempo es un factor decisivo para un futuro desbloqueo de la situación, Europa se toma, es decir pierde, su tiempo. Europa es eso: perder el tiempo
 

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Europa-Libia

Mejor tarde que nunca

18 marzo 2011


Un insurgente de Bengasi porta la bandera de Libia anterior a la toma del poder por Gadafi.


El régimen libio anunció un alto el fuego el 18 de marzo, algunas horas después de la votación de la ONU en la que se aprobó el inicio de operaciones militares contra el mismo. Esta decisión puede simplificar una situación que la prensa europea juzgaba arriesgada, al tiempo que se muestra favorable a la intervención militar.





"Por fin. La comunidad internacional, que por una vez hace honor a su nombre, ha sabido adoptar una posición clara sobre Libia", se felicita Libération. Para el diario francés, "la presión diplomática de las autoridades francesas ha dado sus frutos. Francia, que hace tan sólo dos días se encontraba aparentemente aislada junto a Gran Bretaña, al final ha logrado que el Consejo de Seguridad de la ONU adopte una resolución que autoriza 'a los Estados miembros […] a adoptar todas las medidas necesarias […] para proteger a los civiles y las zonas pobladas bajo la amenaza de ataques' por parte del régimen libio. Y ha llevado a buen término su voluntad de paralizar la fuerza aérea de Gadafi para impedir la aniquilación de la insurrección".


En opinión de la prensa francesa, el mérito de este voto se debe ante todo a Nicolas Sarkozy. "Sorprendida por la revolución tunecina e indecisa ante la que derribó a Mubarak, París vuelve a encontrarse en primera línea en el asunto libio", destaca Libération. Nicolas Sarkozy ha comprendido rápidamente la magnitud de la tragedia y ha sabido ver en ella la ocasión de recuperar una función similar a la que había desempeñado en la crisis georgiana, en agosto de 2008, cuando presidía la Unión Europea".

"Nuestro país ha cumplido plenamente su función al movilizar a la comunidad internacional y al sacar a Estados Unidos de su torpeza", añade Le Figaro. "Francia, como potencia mediterránea, se ve en la obligación de contribuir a salvar la primavera árabe".


"El espectro de Irak ronda cada acción"




"Resulta amargo e irónico que el aniversario del comienzo de la guerra de Irak sea precisamente este fin de semana", recuerda The Independent. Ocho años después de las batallas de Bagdad y Basora, el Consejo de Seguridad de la ONU ha aprobado la instauración de una zona de exclusión aérea en otro país árabe. "El espectro de Irak ronda cada acción".

Pero ante Gadafi, la comunidad internacional y los europeos en particular, no podían permitirse no hacer nada. "Basta con un fusil o incluso una cuerda para matar a las personas cuyos rostros sonrientes observamos en las portadas de los diarios y en la televisión", expone Rzeczpospolita.


"Esperemos que el mundo no reaccione demasiado tarde. Esperemos que pueda impedir un nuevo Ruanda". De hecho, según estima Le Figaro, "en Bengasi, el imperativo moral se impone ante todo. El 'deber de proteger' a las poblaciones civiles, adoptado por Naciones Unidas en 2005, tras aprender la lección de lo sucedido en Ruanda y Bosnia, no puede encontrar una aplicación más evidente. No se trata únicamente de altruismo. El 'realismo', que a veces oponemos a la moral, en este caso es de la misma opinión".



The Times destaca de modo más prosaico que no estamos "en Ruanda ni en Darfour, donde podíamos dejar que cientos de miles de personas murieran y el único impacto recaía sobre nuestras conciencias. En muchos sentidos, lo que ocurre en Libia se encuentra más cercano a Bosnia, donde nuestros intereses estaban mucho más en juego".

Pero se ha perdido mucho tiempo para llegar hasta aquí, se lamenta Le Temps. "Se ha malgastado un tiempo precioso en gesticulaciones diplomáticas", expone el diario suizo.

"Así es nuestro mundo de 'gobierno suave' tras la Guerra Fría, tras la gran mentira estadounidense en Irak. Ya no hay ningún gobierno que tenga la valentía de intervenir ‘a la antigua usanza’ y de lanzar unos policías secretos en la maleza o en el desierto para respaldar en secreto a una guerrilla o a un movimiento de liberación. Lo políticamente correcto ha ganado a la geopolítica. La legalidad se impone a la justicia".

La continuidad de Gadafi: una humillación para Occidente

¿Y ahora qué? "Si Gadafi se mantiene en el poder sería una humillación para todos los dirigentes occidentales que desean su salida", advierte Le Figaro. No nos equivoquemos. "Salvar Bengasi es entrar en guerra". Con el anuncio de abandono de sus operaciones militares, el 18 de marzo, el régimen libio puede haber cambiado la evolución inmediata del conflicto. Pero si intentara volver a reprimir a los insurgentes, concentrados alrededor de Bengasi, la comunidad internacional se plantearía definitivamente una operación militar que se anuncia "arriesgada", estima De Standaard.


¿Qué haremos si las operaciones aéreas fracasan?, se pregunta el diario belga. "¿Tendremos que pisar el territorio libio? ¿Y si Gadafi utiliza su defensa antiaérea y sus tanques en las zonas pobladas y sólo mueren civiles durante un bombardeo? ¿Nos sorprendería que nos acusaran de neocolonialismo mientras los países árabes se enorgullecen de liberarse a sí mismos?


"Desde el punto de vista moral, no tenemos otra opción que apoyar la resolución de la ONU", reconoce De Standaard. ¿Pero la zona de exclusión aérea es la solución adecuada? "Tras lo sucedido en Irak, sabemos que la guerra es imprevisible desde el primer día y que no conduce a la democracia. No se trata de una invasión, pero, tal y como demostró el ejemplo de Kosovo en 1999, que un dictador cambie de opinión puede llevar mucho tiempo".

Unión Europea

Cameron y Sarkozy, los generales de la UE




Con un David Cameron que "ha dado un giro de 180 grados hacia el intervencionismo" y un Nicolas Sarkozy, que ha pasado "del cero al infinito" en unos días, la UE cuenta con un "eje franco-británico que aspira a liderar la seguridad europea", señala José Ignacio Torreblanca en El País.

El resto de europeos, en especial Alemania, España e Italia, opuestos a una intervención en Libia, ahora se van a encontrar ante "una tesitura", analiza el diario madrileño: "tener que cumplir los compromisos adquiridos [una intervención pero después del voto de la ONU] o dejar en manos de este minidirectorio franco-británico las eventuales operaciones militares".


El País advierte igualmente que una victoria del dictador libio sería difícil de soportar para la UE. "Su humillación sería triple", por "su pasividad inicial, por sus divisiones mostradas" y "posteriormente por tener que convivir con el constante chantaje energético y migratorio al que Gadafi sometería a Europa".

EUA:
LOS ESTADOS UNIDOS SE REAFIRMAN EN QUE GADAFI DEBE DE DEJAR EL PODER.
 
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