Portugal: casi sin opciones

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Guest
La dinámica de ir a remolque de los acontecimientos, parcheando más que enmendando los errores de fondo incurridos en el diseño de la eurozona, tiene estos días otra prueba de fuego llamada Portugal. La mayoría se ha puesto a hablar de inevitable rescate, tras la derrota parlamentaria del cuarto plan de ajuste planteado por el socialista José Sócrates, pero no es fácil vislumbrar cómo se va a poder instrumentar.

Conforme está establecido, el rescate se aplica previa solicitud del gobierno del país en riesgo y un proceso de negociación de las condiciones a cumplir para recibir las ayudas. Es el procedimiento seguido en los dos precedentes –Grecia e Irlanda-, en cierta medida plagiado del exigido desde hace décadas por el Fondo Monetario Internacional (FMI). De hecho, las autoridades de Lisboa llevaban meses haciendo oídos sordos a las sucesivas sugerencias de que necesitaban apoyo para neutralizar su progresivo descrédito en los mercados.

Surge lógicamente la duda de en qué medida un gobierno dimisionario puede solicitar ese rescate y, todavía más, hasta qué punto puede negociarlo. Más en este caso, teniendo en cuenta que la esencia de los compromisos que presumiblemente le serían exigidos se corresponde con el plan rechazado por la oposición en bloque la noche del miércoles. Claro que, si no hay posibilidad de instrumentar de esa manera el rescate, es decir si Lisboa no puede o no quiere solicitarlo, entonces ¿qué?

Una posibilidad sería posponer todo hasta la formación del gobierno que surja de las próximas elecciones, pero ¿aguanta la situación el par de meses que se calcula puede tardar? No parece una opción real, sencillamente porque el resto de socios de la eurozona no se lo puede permitir. Una eventual insolvencia de Portugal precipitaría un proceso de alcance tan incierto como sobrecogedor que el conjunto podría no estar en condiciones de afrontar.

Ahora mismo, lo que parece más fácil quizás sea la articulación de un rescate sin exigencia de contraprestación. Tiene, sin embargo, el inconveniente de sentar precedente... aunque tampoco sería la primera vez. En definitiva, el diseño se revela una vez más endemoniado, lo que hace cada vez más sorprendente que no se rehaga de cuajo y se siga intentando arreglar a trozos, a remolque de lo que pase o pueda llegar a pasar.
 

Pasaba por aqui

Well-Known Member


PORTUGAL ENTRE EL "ESCUDO" Y LA PARED.



Tiene dos opciones, apretarse el cinturon, aún más... o volver al Escudo.



 
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