"No queremos una Argentina en Europa"

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Gunther Krichbaum, miembro del parlamento alemán y presidente del Comité sobre Asuntos de la Unión Europea, lanzó el lunes -refiriéndose a Portugal- una sentencia lapidaria: “no queremos tener una Argentina en Europa, porque las consecuencias del llamado efecto dominó pueden ser enormes". La comparación suena inexacta porque las diferencias son muchas, aunque la gravedad suene parecida, pero además es desafortunada... pero es lo que hay.

Aumento del desempleo, caída del Producto Interior Bruto (PIB) en 2011 algo superior a la prevista, inflación en el 3,6 por 100, recortes en el consumo y la inversión, elevado déficit por cuenta corriente... así ve el Banco de Portugal el horizonte inmediato de la economía lusa. Y si este año se prevé duro, el próximo será peor porque -a su juicio- la adopción de las medidas necesarias para el ajuste implicarán una nueva contracción de la economía, puesto que la necesidad de ajuste fiscal es de una magnitud sin precedentes. Se ha fijado el compromiso de el déficit público desde el 7,3 al 4,6 por 100 y -en opinión del banco- conseguirlo es esencial. Y en cuanto al sistema financiero, la previsión es que va a tener muy restringido el acceso a los mercados de financiación.

A ese escenario hay que agregar que la dirección del país está en manos de un gobierno socialista dimisionario, que las elecciones no relevarán antes de dos meses, con un presidente de la República de ideología conservadora y multitud especulando sobre si habrá o no rescate.

La publicación este martes del informe del banco central portugués se ha producido poco después de que la agencia de calificación Standard & Poor's (S&P) rebajara el rating del país a 'BBB', sólo un escalón por encima del bono basura. Otra agencia, Fitch, ya redujo su nota la semana pasada, tras producirse la derrota parlamentaria del primer ministro luso y su posterior dimisión, la víspera de la cumbre comunitaria de primavera que, dicho sea de paso, aparcó durante unos meses -hasta junio- la decisión de modificar el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF); lo popularmente conocido como ese rescate que, de momento, Portugal niega necesitar. A lo que cabe añadir una duda: ¿está el gobierno en condiciones o legitimado para negociarlo?, ¿habría garantía de que sus compromisos fuesen asumidos por su sucesor? En todo caso, el hipotético importe ya tiene cifra consensuada: entre 70.000 y 75.000 millones de euros.

Antes de que haya nuevo gobierno, el país tendrá que afrontar dos meses complicados para su deuda soberana, ahora mismo en tipos del 8 por 100. En abril, vencimientos por 4.000 millones, y otros 4.500 millones en junio, dificiles, al borde de lo imposible de refinanciar a los precios actuales del mercado secundario. Siempre queda la opción de recurrir a los préstamos bilaterales, que bien pueden ser una especie de rescate encubierto, ¿sin las duras condiciones a cumplir en el caso del oficial? Al fin y al cabo, la Comisión Europea concede créditos de forma habitual. Podría ser una forma de ganar tiempo porque, por mucho que se aceleren, las elecciones no se celebrarán hasta junio.
 
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