Irlanda hacia la bancarrota

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Irlanda hacia la bancarrota




El Gobierno irlandés va camino de deber un cuarto de billón de euros para 2014, por lo que, tal y como predice el renombrado catedrático Morgan Kelly, será inevitable una bancarrota nacional, prolongada y caótica.


Irlanda se enfrenta a la ruina económica.Seis meses después del rescate de 85.000 millones de euros de la UE y el FMI, con la deuda del Gobierno irlandés clasificada sólo un punto por encima de la basura y la presión de los bancos irlandeses que empieza a extenderse a los productos bancarios, parecería que el rescate del pasado mes de noviembre ya ha acabado en fracaso. Todo lo contrario de lo que piensan los arquitectos del BCE, para quienes el rescate ha sido un éxito absoluto.
Lo único que hay que entender sobre el rescate irlandés es que no tenía nada que ver con reparar lo suficiente las finanzas irlandesas para que el Gobierno irlandés pudiera empezar a pedir préstamos de nuevo en los mercados de bonos a intereses razonables, que es lo que la gente suele creer sobre la finalidad de un rescate.
En lugar de ello, el único fin del rescate irlandés fue atemorizar a los españoles con una demostración gráfica de que los rescates de la UE no son para pusilánimes. Y el plan del BCE hasta ahora ha funcionado. Enfrentados ante la opción de quedarse colgados como Irlanda, siendo objeto del ridículo internacional, pagando intereses desorbitados en fondos de rescate, con los ministros sin respuesta ante un profesor universitario húngaro, o bien arreglar su situación económica, los españoles como es lógico eligieron esta última opción.

Un rescate para asustar a España

Pero ¿por qué era necesario, o al menos oportuno, que la UE forzara un hundimiento económico en Irlanda para asustar a España? La respuesta se encuentra en un fallo fundamental y posiblemente mortal en el diseño de la eurozona: la falta de medios para tratar con grandes bancos insolventes.Cuando se estaba planificando el euro a mediados de los noventa, a nadie se le ocurrió que bancos cautos y sólidos como el AIB y el Bank of Ireland, dirigidos por ex jugadores de rugby sin luces, podrían tomar prestadas decenas de miles de millones en el extranjero y perderlo todo en préstamos hipotecarios arriesgados.
Si el hundimiento se hubiera limitado a los bancos irlandeses, podría haberse improvisado algún tipo de acuerdo de rescate; pero persiste la sospecha de que muchos bancos españoles, que contribuyeron al crecimiento de una burbuja inmobiliaria tan exuberante como la de Irlanda pero en la novena economía del mundo, están ocultando pérdidas tan grandes como las que hundieron a sus homólogos irlandeses.
Excepcionalmente, el Banco Central Europeo no dispone de un gobierno central que lo respalde y pueda recaudar impuestos. Para rescatar un sistema bancario tan grande como el de España sería necesario un compromiso masivo de recursos por parte de los países europeos en un Fondo Monetario Europeo: algo tan complejo políticamente y tan costoso desde el punto de vista financiero, que sólo se plantearía como última opción, para evitar el hundimiento de la eurozona. Por ahora, es más sencillo que el BCE cruce los dedos para que España salga adelante por sí misma, animada por el ejemplo de los irlandeses.

Irlanda ha superado la zona roja

La insolvencia irlandesa, más de que de economía, es una cuestión de aritmética. Si todo se desarrolla según lo previsto, como siempre sucede, la deuda del Gobierno irlandés alcanzará los 250.000 millones de euros, pero estas diferencias son irrelevantes: en cualquier caso, estamos hablando de una deuda gubernamental que es más de 120.000 euros por trabajador, es decir, un 60 por ciento más del PNB. Según una regla general entre los economistas, una vez que las deudas nacionales de una economía pequeña superan sus ingresos nacionales, se encuentra en riesgo de impago (las grandes economías como la japonesa pueden ir mucho más allá). Irlanda ha superado tanto la zona roja, que los cambios marginales en los términos del rescate no supondrán ninguna diferencia: en cualquier caso, nos dirigimos hacia la bancarrota.
El BCE aplaudió y prestó a Irlanda el dinero para garantizar que se devolviera el dinero a los bancos que prestaron al Anglo y al Nationwide, y el resultado es que ahora se encuentra en una situación en la que los bancos que prestaron dinero al Gobierno irlandés corren el riesgo de perder la mayoría de lo que prestaron. Es decir, la crisis bancaria irlandesa se ha convertido en parte de la gran crisis de la deuda soberana en Europa.Teniendo en cuenta la parálisis política en la UE y que el Banco Central Europeo cree que su principal función es apaciguar a los editores de los tabloides alemanes, el resultado más probable de la crisis de la deuda europea es que, tras dos años o más permitiendo a los bancos franceses y alemanes que acumulen reservas para pérdidas de préstamos, las economías insolventes se verán obligadas a caer en una especie de bancarrota.
Pero no se equivoquen: aunque el impago de los Gobiernos esté a la orden del día en lugares como Grecia y Argentina, para un país como Irlanda, que se basa en su reputación de ser un lugar seguro en el que hacer negocios, la bancarrota sería catastrófica. Las bancarrotas soberanas se alargan durante años, ya que los acreedores ofrecen mejores condiciones, o venden a los llamados fondos buitre que se involucran en litigios interminables en el extranjero para hacer que se embarguen activos nacionales como aviones, con la esperanza de dar la lata lo suficiente para que los compren.

Un Puerto Rico en Europa

Y lo que es peor, la bancarrota no sirve de nada para reparar las finanzas irlandesas. Dados los demás compromisos del Estado irlandés (con los bancos, la Nama, la UE, el BCE y el FMI), para que la bancarrota consiga que la deuda gubernamental llegue a un nivel sostenible, los titulares de los bonos gubernamentales normales tendrían que desaparecer. Por desgracia, la mayoría de los titulares de los bonos irlandeses son los bancos y las compañías de seguros de Irlanda.
Es decir, nos hemos metido en el juego inútil de pasar de un lado a otro el paquete de la insolvencia: primero de los bancos al Estado irlandés, y luego del Estado de nuevo a los bancos y a las compañías aseguradoras. El resultado posiblemente será que Irlanda se convierta en una especie de protectorado de la UE, como un Puerto Rico en Europa.Supongamos que no quisiéramos seguir nuestra tendencia actual hacia una bancarrota dirigida por el BCE que nos llevaría a la ruina nacional. ¿Hay algo que podamos hacer? Existe una opción que, aunque no es indolora, es bastante menos dolorosa que lo que Europa tiene pensado para nosotros.
La supervivencia nacional impone que Irlanda se aleje del rescate. Esto a su vez requiere que el Gobierno haga dos cosas: que se desvincule de los bancos y que equilibre de inmediato su presupuesto.Primero, los bancos. Aunque el BCE no quiere rescatar a los bancos irlandeses, tampoco puede dejar que se hundan y se inicie una oleada de pánico que se extienda por toda Europa. Irlanda debe alejarse del sistema bancario devolviendo los activos de la Nama a los bancos y retirando sus pagarés en los bancos. El BCE entonces descubrirá un aspecto básico sobre economía y se dará cuenta de que si se prestan 160.000 millones de euros a bancos insolventes respaldados por un Estado insolvente, ya no es un acreedor, sino que se convierte en propietario.

La supervivencia nacional requiere equilibrar el presupuesto

En algún momento, el BCE puede sacar una goma de borrar y donde está escrito “Préstamo de emergencia” en las cuentas de los bancos irlandeses, puede escribir “Capital”. Cuando opte por hacerlo, será su problema, no el nuestro.De repente, el Gobierno irlandés puede reducir a la mitad su deuda, hasta llegar a un nivel asumible de 110.000 millones de euros. El BCE no puede tomar represalias contra los bancos irlandeses sin desencadenar un pánico catastrófico en España y en el resto de Europa. La única forma con la que puede responder Europa es recortar la financiación al Gobierno irlandés.
Por ello, la segunda parte de la supervivencia nacional es equilibrar inmediatamente el presupuesto gubernamental.Reducir a cero la petición de préstamos del Gobierno de inmediato será doloroso, pero es la única forma de deshacernos de los depredadores de préstamos que intentan hacer de nosotros un ejemplo. Al equilibrar nuestro presupuestos, centraremos la atención en el hecho de que los problemas de Irlanda proceden casi en su totalidad de las actividades de seis bancos de propiedad privada y al mismo tiempo nos liberaremos para alejarnos de estas instituciones venenosas. Y lo que es igualmente importante: se transmite al resto del mundo que Irlanda, que hace 20 años demostró que un pequeño país podría salir por sí mismo de la pobreza con la energía y el esfuerzo de sus habitantes pero que desde entonces ha sido presa de ladrones y políticos, vuelve a estar en forma y es un buen lugar para hacer negocios.
Por supuesto, sabemos que esto no ocurrirá nunca. Los políticos irlandeses están demasiado acostumbrados a que Bruselas les recompense como para empezar a revelarse contra ello, aunque se trate de una cuestión de supervivencia nacional. Es más sencillo dejarse guiar a ciegas, hasta que sintamos la soga al cuello, nos echen de una patada por la puerta de atrás y caigamos en la bancarrota.
 
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