Existe la impresión generalizada de que el euro está capeando la tormenta de la deuda soberana de la eurozona de manera admirable. Esto es comprensible, pero sólo tiene sentido si uno está mirando al euro a través de lentes color rosa, o tal vez, de color verde.
El euro no está para nada cerca de su pico contra el dólar estadounidense. Ese pico, alcanzado antes de la crisis financiera global, fue de u$s 1,60. Pero, a u$s 1,43, la moneda única europea está un poco más cara de lo que está justificado si se aplica el enfoque de la paridad de poder de compra. Eso, por supuesto, influye en las percepciones.
Sin embargo, la debilidad del euro tiene por lo menos tanto que ver con Estados Unidos como con la eurozona. Específicamente, los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE.UU. se mantienen marcadamente bajos en relación a su historia, y el tipo de cambio euro/dólar continúa moviéndose en línea con el spread entre los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE.UU. y del bund alemán. Los rendimientos de los bonos germanos están ahora ligeramente por encima de los correspondientes a los títulos del Tesoro, lo que hace difícil que el euro se deprecie mucho.
Por lo tanto, la resistencia del euro contra el dólar debe verse como otro síntoma del fenómeno de los rendimientos bajos de los bonos del Tesoro, que ha sido un enigma durante gran parte de la última década. Si en algún momento empiezan a subir de veras, aunque eso indicaría falta de confianza en EE.UU. el euro bien podría debilitarse en relación al dólar.
Para tener una idea más genuina de la situación del euro, conviene verlo en relación al franco suizo, una tradicional divisa refugio. En las últimas semanas, el euro marcó niveles históricamente bajos contra esa moneda, lo que es un indicio claro de que hay preocupación sobre su viabilidad.
Después hay que observar lo que pasa con el oro. En términos de euro, el metal trepó a un pico récord. Por supuesto, esto revela inquietud por los riesgos de inflación en la eurozona, pero también sugiere preocupación por el futuro de la moneda única.
El euro podría caer mucho más todavía si las perspectivas de que Grecia, por ejemplo, abandone la eurozona se convirtieran de pronto en algo más tangible. Sin embargo, es un error sugerir que estas dudas no han afectado ya a la moneda en sí. Es evidente que eso ya ha ocurrido.
FUENTE: Financial Times
El euro no está para nada cerca de su pico contra el dólar estadounidense. Ese pico, alcanzado antes de la crisis financiera global, fue de u$s 1,60. Pero, a u$s 1,43, la moneda única europea está un poco más cara de lo que está justificado si se aplica el enfoque de la paridad de poder de compra. Eso, por supuesto, influye en las percepciones.
Sin embargo, la debilidad del euro tiene por lo menos tanto que ver con Estados Unidos como con la eurozona. Específicamente, los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE.UU. se mantienen marcadamente bajos en relación a su historia, y el tipo de cambio euro/dólar continúa moviéndose en línea con el spread entre los rendimientos de los bonos del Tesoro de EE.UU. y del bund alemán. Los rendimientos de los bonos germanos están ahora ligeramente por encima de los correspondientes a los títulos del Tesoro, lo que hace difícil que el euro se deprecie mucho.
Por lo tanto, la resistencia del euro contra el dólar debe verse como otro síntoma del fenómeno de los rendimientos bajos de los bonos del Tesoro, que ha sido un enigma durante gran parte de la última década. Si en algún momento empiezan a subir de veras, aunque eso indicaría falta de confianza en EE.UU. el euro bien podría debilitarse en relación al dólar.
Para tener una idea más genuina de la situación del euro, conviene verlo en relación al franco suizo, una tradicional divisa refugio. En las últimas semanas, el euro marcó niveles históricamente bajos contra esa moneda, lo que es un indicio claro de que hay preocupación sobre su viabilidad.
Después hay que observar lo que pasa con el oro. En términos de euro, el metal trepó a un pico récord. Por supuesto, esto revela inquietud por los riesgos de inflación en la eurozona, pero también sugiere preocupación por el futuro de la moneda única.
El euro podría caer mucho más todavía si las perspectivas de que Grecia, por ejemplo, abandone la eurozona se convirtieran de pronto en algo más tangible. Sin embargo, es un error sugerir que estas dudas no han afectado ya a la moneda en sí. Es evidente que eso ya ha ocurrido.
FUENTE: Financial Times