"Fitch espera la suspensión de pagos de Grecia, pero no que abandone la zona euro", ya que "el coste de una ruptura de la zona euro sería demasiado elevado como para permitirla", asegura la agencia en un comentario difundido hoy sobre la situación en los 17 estados miembros.
Según Fitch, a pesar de que no existe apoyo público y la voluntad política para formar unos "Estados Unidos de Europa" que impliquen la plena unión fiscal y política, una ruptura de la zona euro sería demasiado costosa como para permitirla y por eso la agencia mantiene su calificación sobre la deuda soberana de los 17 y sus instituciones financieras.
"Las preocupaciones sobre el riesgo de ruptura de la zona del euro son exageradas", asegura en el análisis el director de calificaciones de deuda global, David Riley, quien considera que ese interés por evitar la ruptura de la zona del euro asegura la viabilidad a largo plazo de la divisa.
La agencia asegura que la UE ya está dando pasos para reforzar los sistemas de supervisión comunitarios y la estructura de las instituciones financieras, así como para lograr una mayor coordinación entre los socios europeos, y destaca especialmente la creación del Mecanismo Europeo de Estabilidad a partir de 2013.
Sin embargo, la reforma de la gobernanza de la zona del euro es política y técnicamente compleja, y llevará un tiempo considerable recuperar la confianza de los inversores y lograr la aceptación del público, añade.
Entretanto, el Banco Central Europeo (BCE) no tiene más remedio que seguir absorbiendo deuda soberana, a menos que el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, acordado en mayo de 2010 con carácter temporal, sea finalmente reforzado y su utilización más flexible.
En relación a la emisión de eurobonos, Fitch advierte de que implican un movimiento de "transferencia de la Unión", pero señala que a corto plazo pueden ser necesarios como una medida "ad hoc" para garantizar la financiación de la deuda soberana y la recapitalización bancaria si fuese necesaria.
Eso sí, los países deudores deberían, a cambio del lanzamiento de los eurobonos, seguir poniendo en marcha "dolorosas medidas de austeridad fiscal y reformas estructurales que impulsen su potencial de crecimiento a largo plazo", explica.
Fitch advierte de que no afrontar con decisión la situación de Grecia sigue erosionando la confianza en la capacidad de las políticas e instituciones europeas para gestionar la crisis y la plantea dudas sobre el compromiso político de la zona euro en su conjunto.
"Tal como se refleja en sus calificaciones, Fitch espera que Grecia declare la suspensión de pagos, pero no que salga de la zona euro", agrega la nota.
La agencia considera "irracional" desde el punto de vista económico que Grecia u otros países en dificultades abandonen la zona del euro, ya que si ocurriese sentaría un desafortunado precedente que debilitaría la credibilidad del compromiso de otros estados miembros y fomentaría la pérdida de confianza en las economías con problemas.
Fitch comenta por último que la extrema volatilidad del mercado y el costo elevado de la financiación puede dañar la confianza empresarial y del consumidor, pero no impide la recuperación económica.
Según Fitch, a pesar de que no existe apoyo público y la voluntad política para formar unos "Estados Unidos de Europa" que impliquen la plena unión fiscal y política, una ruptura de la zona euro sería demasiado costosa como para permitirla y por eso la agencia mantiene su calificación sobre la deuda soberana de los 17 y sus instituciones financieras.
"Las preocupaciones sobre el riesgo de ruptura de la zona del euro son exageradas", asegura en el análisis el director de calificaciones de deuda global, David Riley, quien considera que ese interés por evitar la ruptura de la zona del euro asegura la viabilidad a largo plazo de la divisa.
La agencia asegura que la UE ya está dando pasos para reforzar los sistemas de supervisión comunitarios y la estructura de las instituciones financieras, así como para lograr una mayor coordinación entre los socios europeos, y destaca especialmente la creación del Mecanismo Europeo de Estabilidad a partir de 2013.
Sin embargo, la reforma de la gobernanza de la zona del euro es política y técnicamente compleja, y llevará un tiempo considerable recuperar la confianza de los inversores y lograr la aceptación del público, añade.
Entretanto, el Banco Central Europeo (BCE) no tiene más remedio que seguir absorbiendo deuda soberana, a menos que el Fondo Europeo de Estabilidad Financiera, acordado en mayo de 2010 con carácter temporal, sea finalmente reforzado y su utilización más flexible.
En relación a la emisión de eurobonos, Fitch advierte de que implican un movimiento de "transferencia de la Unión", pero señala que a corto plazo pueden ser necesarios como una medida "ad hoc" para garantizar la financiación de la deuda soberana y la recapitalización bancaria si fuese necesaria.
Eso sí, los países deudores deberían, a cambio del lanzamiento de los eurobonos, seguir poniendo en marcha "dolorosas medidas de austeridad fiscal y reformas estructurales que impulsen su potencial de crecimiento a largo plazo", explica.
Fitch advierte de que no afrontar con decisión la situación de Grecia sigue erosionando la confianza en la capacidad de las políticas e instituciones europeas para gestionar la crisis y la plantea dudas sobre el compromiso político de la zona euro en su conjunto.
"Tal como se refleja en sus calificaciones, Fitch espera que Grecia declare la suspensión de pagos, pero no que salga de la zona euro", agrega la nota.
La agencia considera "irracional" desde el punto de vista económico que Grecia u otros países en dificultades abandonen la zona del euro, ya que si ocurriese sentaría un desafortunado precedente que debilitaría la credibilidad del compromiso de otros estados miembros y fomentaría la pérdida de confianza en las economías con problemas.
Fitch comenta por último que la extrema volatilidad del mercado y el costo elevado de la financiación puede dañar la confianza empresarial y del consumidor, pero no impide la recuperación económica.