Martin Wolff, una de las firmas más importantes del ‘FT’, lo tiene claro: “El mundo se encuentra inmerso en medio de una revolución de gas”, dice en
su artículo.
La Agencia Internacional de la Energía (AIE) ya le ha puesto nombre a lo que está naciendo: ‘la edad de oro del gas’. La revolución es posible por el ‘fracking’, una técnica consistente en la fractura hidráulica de rocas que contienen el denominado ‘gas esquisto’.
La extracción de esta nueva fuente energética mediante ‘fracking’ ha crecido de forma exponencial en la última década, una tendencia que se mantendrá pues, según estimaciones de la AIE, en todo el mundo hay reservas de billones de metros cúbicos de gas esquisto. Aunque no todo es tan sencillo, ya que esta técnica tiene enfrentada a la comunidad ecologista, por posibles agresiones a la naturaleza del subsuelo geológico.
Mozambique ofrece cada vez más oportunidades. Pues bien, el gas, en este caso licuado, es un valor al alza en aquel país, como se lee esta semana en
‘The Wall Street Journal’. Así, el último movimiento procede de la petrolera Royal Dutch Shell PLC, que ha presentado una oferta de 1.560 millones de dólares por Cove Energy, empresa que cotiza en Londres pero opera en Kenia y Mozambique. Las inmensas reservas de gas licuado en la región de Rovuma constituyen el principal punto de atracción para empresas como Shell.
Por otro lado, cabe destacar los avances que un equipo de la Universidad de Newcastle están realizando en torno a la tecnología de la energía microbiótica, y que supone un acercamiento hacia el objetivo de desarrollar una nueva forma de energía sostenible. Los recientes análisis de las diferentes bacterias en el estuario del río Wear han dado buenos resultados. Hasta ahora, los microbios fluviales se empleaban para el tratamiento de aguas residuales, pero cada vez hay más evidencias de su capacidad para generar electricidad. Más información, en este artículo de
‘The Guardian’.
Un panorama energético en movimiento, que puede ir reduciendo paulatinamente la dependencia energética del petróleo, un bien tan omnipresente como
finito.