Se trata más de una señal de alerta que del augurio de una crisis inminente
Por ALEX FRANGOS en Kuala Lumpur y BOB DAVIS en Beijing
En pleno centro de Kuala Lumpur yacen los cimientos abandonados del Plaza Rakyat, un rascacielos y centro comercial que nunca se terminó de construir. Un armazón de acero oxidado que sobresale en medio del cemento y los fétidos charcos verdes de agua de lluvia sirven como un monumento indeseado a la crisis asiática de fines de los años 90.
A más de un kilómetro del proyecto abandonado, se puede apreciar el próximo auge de la construcción en la metrópolis malaya. Comenzaron las obras para una nueva línea de metro, y los planes para la próxima estación incluyen un rascacielos de 118 pisos que sería el tercer edificio más alto del mundo. El crédito barato está alimentando la fiesta de la construcción.
Kuala Lumpur, la capital de Malasia, experimenta un auge de la construcción financiado con deuda
"Necesitamos tener más edificios icónicos", afirma el alcalde de Kuala Lumpur, Ahmad Phesal Talib. La planeada torre de oficinas, llamada Warisan Merdeka, es parte de una ola de construcciones que abarca edificios de oficinas, trenes y líneas de metro, puentes y fábricas.
Luego de evitar endeudarse durante años después de la crisis financiera de los 90, las economías asiáticas están volviendo a acumular deuda para financiar su crecimiento. La tendencia contrasta marcadamente con el desapalancamiento que tiene lugar en Estados Unidos y Europa. A algunos economistas les preocupa que la deuda asiática pueda desembocar en otra crisis o, al menos, socavar la expansión de algunas de las economías de mayor crecimiento del mundo.
Pocos predicen una crisis inminente en Asia y los más optimistas señalan que el rápido crecimiento puede reducir el endeudamiento a niveles más manejables. A diferencia de lo que sucedía en los 90, la mayoría de los países asiáticos no se ha endeudado en moneda extranjera, lo cual puede causar problemas si se devalúan las divisas locales.
El endeudamiento, no obstante, ha aumentado en el continente. Las empresas estatales y los gobiernos locales de China están contrayendo más deuda, al igual que los compradores de motos en Indonesia, de lavadoras de ropa en Tailandia y los inversionistas de bienes raíces en Singapur y Hong Kong. El gobierno de Malasia se ha endeudado para financiar un nuevo metro y para otorgar asignaciones de dinero a sus ciudadanos.
La deuda de las economías emergentes de Asia —es decir la deuda pública y privada como porcentaje del Producto Interno Bruto—supera los niveles de 1997, cuando estalló una crisis financiera que duraría varios años. Gran parte del aumento se produjo en los últimos cuatro años. La relación general entre la deuda y el PIB creció de 133% en 2008 a 155% a mediados de 2012, calcula McKinsey Global Institute, una filial de la consultora McKinsey & Co.
China, la segunda economía del mundo, ha encabezado la tendencia. Su ratio deuda-PIB pasó de 153% en 2008 a 183% a mediados de 2012, según McKinsey.
Algunos economistas, como Zhiwei Zhang de Nomura Holdings Inc., 8604.TO -1.87% afirman que la deuda de China ha crecido en forma más acelerada y supera 200% del PIB, según datos oficiales que incorporan instituciones de préstamo no tradicionales que operan en paralelo al sistema bancario.
La mayor deuda de las empresas estatales y los gobiernos locales preocupa a algunos economistas y funcionarios chinos por la posibilidad de que se registren algunas cesaciones de pago o una mayor desaceleración del crecimiento a medida que la economía digiere la deuda. Los problemas económicos en China pueden repercutir en sus vecinos asiáticos así como en los países latinoamericanos exportadores de materias primas, cuyas economías ya se están enfriando.
"El sistema financiero de China aún es frágil y vulnerable", afirma Yu Yongding, un economista chino que se desempeñó como asesor del banco central del país. "No creo que haya una crisis financiera en este momento, pero hay varias minas terrestres".
No hay una regla simple y clara para determinar cuándo hay un exceso de deuda. Los economistas sostienen que las grandes economías desarrolladas con sofisticados mercados de crédito pueden sostener mayores niveles de deuda, tanto pública como privada, que los países en vías de desarrollo. Entre 2008 y mediados de 2012, la deuda de EE.UU. cayó desde 367% a 346% del PIB, ante el desapalancamiento de las empresas y las personas, aunque sigue siendo mucho mayor que la de las economías emergentes de Asia.
Lo que ha llamado la atención a los economistas es el ritmo del crecimiento del crédito en Asia.
Los bancos y mercados crediticios de la región están más desarrollados que en los años 90 y muchos creen que esas mejoras permiten tener niveles de deuda más altos sin comprometer el crecimiento. Usado en forma sensata, el crédito puede ayudar a los países a invertir más en fábricas, carreteras y otras obras de infraestructura, lo cual impulsa el crecimiento.
"Está bien seguir aumentando la deuda. La economía tiene que seguir expandiéndose", afirma Idris Jala, ministro malayo encargado de la transformación económica. Mientras más grande es la economía, mayor es la deuda en la que puede incurrir, asevera. Aunque reconoce que el endeudamiento de Malasia ha aumentado, subraya que "aún no es tan alarmante como en muchos otros países".
No obstante, algunos incrementos bruscos y sostenidos del crédito han desembocado en crisis. El aumento de la deuda —pública y privada—en Europa, por ejemplo, se volvió insostenible.
"No hay que demonizar los auges crediticios en sí, pero son una señal de alerta", reconoce Giovanni Dell'Ariccia, economista del Fondo Monetario Internacional que estudió 40 años de acumulación de deuda. Dell'Ariccia y sus colegas encontraron que los auges de crédito —definidos como aumentos rápidos en las relaciones crédito-PIB— terminan en crisis alrededor de un tercio de las ocasiones. Otro 33% resulta en crecimiento menor en los años posteriores y en el resto de los casos, el crecimiento sigue al mismo ritmo o se acelera.
La crisis financiera de 2008 llevó a la Reserva Federal de EE.UU. a reducir las tasas de interés a mínimos históricos. Los bancos centrales de Asia siguieron el ejemplo.
La caída en el comercio global inducida por la crisis provocó un menor crecimiento en Asia. Pero cuando el crecimiento repuntó, los bancos centrales asiáticos se mostraron reacios a aumentar mucho las tasas de interés y los inversionistas extranjeros trasladaron fondos desde regiones de crecimiento lento, como EE.UU. o Europa, hacia los mercados asiáticos. El resultado es que el crédito ha sido inusualmente barato en Asia y los países han estado recurriendo cada vez más a la deuda para propulsar el crecimiento, que en los países en desarrollo de la región promedió 8,2% anual entre 2010 y 2012, según el FMI.
En Malasia ya circulan rumores de que se reanudará la construcción del Plaza Rakyat. WSJ
Por ALEX FRANGOS en Kuala Lumpur y BOB DAVIS en Beijing
En pleno centro de Kuala Lumpur yacen los cimientos abandonados del Plaza Rakyat, un rascacielos y centro comercial que nunca se terminó de construir. Un armazón de acero oxidado que sobresale en medio del cemento y los fétidos charcos verdes de agua de lluvia sirven como un monumento indeseado a la crisis asiática de fines de los años 90.
A más de un kilómetro del proyecto abandonado, se puede apreciar el próximo auge de la construcción en la metrópolis malaya. Comenzaron las obras para una nueva línea de metro, y los planes para la próxima estación incluyen un rascacielos de 118 pisos que sería el tercer edificio más alto del mundo. El crédito barato está alimentando la fiesta de la construcción.
Kuala Lumpur, la capital de Malasia, experimenta un auge de la construcción financiado con deuda
"Necesitamos tener más edificios icónicos", afirma el alcalde de Kuala Lumpur, Ahmad Phesal Talib. La planeada torre de oficinas, llamada Warisan Merdeka, es parte de una ola de construcciones que abarca edificios de oficinas, trenes y líneas de metro, puentes y fábricas.
Luego de evitar endeudarse durante años después de la crisis financiera de los 90, las economías asiáticas están volviendo a acumular deuda para financiar su crecimiento. La tendencia contrasta marcadamente con el desapalancamiento que tiene lugar en Estados Unidos y Europa. A algunos economistas les preocupa que la deuda asiática pueda desembocar en otra crisis o, al menos, socavar la expansión de algunas de las economías de mayor crecimiento del mundo.
Pocos predicen una crisis inminente en Asia y los más optimistas señalan que el rápido crecimiento puede reducir el endeudamiento a niveles más manejables. A diferencia de lo que sucedía en los 90, la mayoría de los países asiáticos no se ha endeudado en moneda extranjera, lo cual puede causar problemas si se devalúan las divisas locales.
El endeudamiento, no obstante, ha aumentado en el continente. Las empresas estatales y los gobiernos locales de China están contrayendo más deuda, al igual que los compradores de motos en Indonesia, de lavadoras de ropa en Tailandia y los inversionistas de bienes raíces en Singapur y Hong Kong. El gobierno de Malasia se ha endeudado para financiar un nuevo metro y para otorgar asignaciones de dinero a sus ciudadanos.
La deuda de las economías emergentes de Asia —es decir la deuda pública y privada como porcentaje del Producto Interno Bruto—supera los niveles de 1997, cuando estalló una crisis financiera que duraría varios años. Gran parte del aumento se produjo en los últimos cuatro años. La relación general entre la deuda y el PIB creció de 133% en 2008 a 155% a mediados de 2012, calcula McKinsey Global Institute, una filial de la consultora McKinsey & Co.
China, la segunda economía del mundo, ha encabezado la tendencia. Su ratio deuda-PIB pasó de 153% en 2008 a 183% a mediados de 2012, según McKinsey.
Algunos economistas, como Zhiwei Zhang de Nomura Holdings Inc., 8604.TO -1.87% afirman que la deuda de China ha crecido en forma más acelerada y supera 200% del PIB, según datos oficiales que incorporan instituciones de préstamo no tradicionales que operan en paralelo al sistema bancario.
La mayor deuda de las empresas estatales y los gobiernos locales preocupa a algunos economistas y funcionarios chinos por la posibilidad de que se registren algunas cesaciones de pago o una mayor desaceleración del crecimiento a medida que la economía digiere la deuda. Los problemas económicos en China pueden repercutir en sus vecinos asiáticos así como en los países latinoamericanos exportadores de materias primas, cuyas economías ya se están enfriando.
"El sistema financiero de China aún es frágil y vulnerable", afirma Yu Yongding, un economista chino que se desempeñó como asesor del banco central del país. "No creo que haya una crisis financiera en este momento, pero hay varias minas terrestres".
No hay una regla simple y clara para determinar cuándo hay un exceso de deuda. Los economistas sostienen que las grandes economías desarrolladas con sofisticados mercados de crédito pueden sostener mayores niveles de deuda, tanto pública como privada, que los países en vías de desarrollo. Entre 2008 y mediados de 2012, la deuda de EE.UU. cayó desde 367% a 346% del PIB, ante el desapalancamiento de las empresas y las personas, aunque sigue siendo mucho mayor que la de las economías emergentes de Asia.
Lo que ha llamado la atención a los economistas es el ritmo del crecimiento del crédito en Asia.
Los bancos y mercados crediticios de la región están más desarrollados que en los años 90 y muchos creen que esas mejoras permiten tener niveles de deuda más altos sin comprometer el crecimiento. Usado en forma sensata, el crédito puede ayudar a los países a invertir más en fábricas, carreteras y otras obras de infraestructura, lo cual impulsa el crecimiento.
"Está bien seguir aumentando la deuda. La economía tiene que seguir expandiéndose", afirma Idris Jala, ministro malayo encargado de la transformación económica. Mientras más grande es la economía, mayor es la deuda en la que puede incurrir, asevera. Aunque reconoce que el endeudamiento de Malasia ha aumentado, subraya que "aún no es tan alarmante como en muchos otros países".
No obstante, algunos incrementos bruscos y sostenidos del crédito han desembocado en crisis. El aumento de la deuda —pública y privada—en Europa, por ejemplo, se volvió insostenible.
"No hay que demonizar los auges crediticios en sí, pero son una señal de alerta", reconoce Giovanni Dell'Ariccia, economista del Fondo Monetario Internacional que estudió 40 años de acumulación de deuda. Dell'Ariccia y sus colegas encontraron que los auges de crédito —definidos como aumentos rápidos en las relaciones crédito-PIB— terminan en crisis alrededor de un tercio de las ocasiones. Otro 33% resulta en crecimiento menor en los años posteriores y en el resto de los casos, el crecimiento sigue al mismo ritmo o se acelera.
La crisis financiera de 2008 llevó a la Reserva Federal de EE.UU. a reducir las tasas de interés a mínimos históricos. Los bancos centrales de Asia siguieron el ejemplo.
La caída en el comercio global inducida por la crisis provocó un menor crecimiento en Asia. Pero cuando el crecimiento repuntó, los bancos centrales asiáticos se mostraron reacios a aumentar mucho las tasas de interés y los inversionistas extranjeros trasladaron fondos desde regiones de crecimiento lento, como EE.UU. o Europa, hacia los mercados asiáticos. El resultado es que el crédito ha sido inusualmente barato en Asia y los países han estado recurriendo cada vez más a la deuda para propulsar el crecimiento, que en los países en desarrollo de la región promedió 8,2% anual entre 2010 y 2012, según el FMI.
En Malasia ya circulan rumores de que se reanudará la construcción del Plaza Rakyat. WSJ