Croacia se convierte el lunes en el 28º miembro de la Unión Europea, tras diez años de arduas negociaciones, y celebrará su ingreso a la UE, pese a las incertidumbres económicas que pesan sobre esta ex república yugoslava independiente desde 1991.
"El 1 de julio (...) abre una nueva perspectiva, un nuevo mundo para nosotros", declaró el sábado el primer ministro croata Zoran Milanovic al parlamento de su país.
Simbólicamente, se sacarán los carteles de "Aduana" de la frontera con Eslovenia, la única de las repúblicas de la antigua Yugoslavia que hasta ahora había adherido a la UE (en 2004) tras las guerras balcánicas de los años 90.
Al mismo tiempo, la inscripción "UE" se colgará en la frontera con Serbia, otro país desmembrado de la ex Yugoslavia, que abrirá a principios de 2014 negociaciones para sumarse al bloque europeo.
Los jefes de Estado de las seis ex repúblicas yugoslavas participarán en las celebraciones, pero los líderes de los principales países de la Unión -Gran Bretaña, Francia o Alemania- estarán ausentes.
En la noche del domingo, unos 700 artistas, incluyendo cantores, músicos y bailarines ofrecerán distintos espectáculos y varios dirigentes, como el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, o el presidente croata Ivo Josipovic, se dirigirán a los presentes. Se piensa que miles de personas concurrirán a las celebraciones.
Los fuegos artificiales que iluminarán la noche de Zagreb y otras ciudades croatas no lograrán disimular sin embargo que el sueño ha perdido su atractivo para buena parte de los 4,2 millones de los habitantes del país.
Según una encuesta reciente, solo uno de cada siete croatas quería celebrar el acontecimiento con conciertos y fuegos artificiales.
Hace diez años, la mayoría de los croatas veía la adhesión como una forma de dar vuelta la página de las guerras de los años 90, pero las largas negociaciones y las exigencias de Bruselas para allanar el camino convirtieron a muchos en euroescépticos.
Croacia tuvo que presentar un plan de reestructuración de sus astilleros, que subsistían gracias a subsidios gubernamentales. Una medida que significará la supresión de numerosos empleos en este sector que da trabajo a más de 10.000 personas.
Los datos macroeconómicos de Croacia preocupan: el país está en recesión desde 2009 y la desocupación afecta al 21% de la población activa. Su PIB es un 39% inferior al del promedio del bloque y solo supera al de Rumania y Bulgaria, según datos oficiales europeos.
Para colmo, la propia UE está confrontada a la crisis de la deuda de la Eurozona y nueve de sus 27 países están en recesión. Y los draconianos ajustes impuestos por Bruselas para acudir al rescate de sus socios más endeudados tampoco alientan a las grandes celebraciones.
"El 1 de julio (...) abre una nueva perspectiva, un nuevo mundo para nosotros", declaró el sábado el primer ministro croata Zoran Milanovic al parlamento de su país.
Simbólicamente, se sacarán los carteles de "Aduana" de la frontera con Eslovenia, la única de las repúblicas de la antigua Yugoslavia que hasta ahora había adherido a la UE (en 2004) tras las guerras balcánicas de los años 90.
Al mismo tiempo, la inscripción "UE" se colgará en la frontera con Serbia, otro país desmembrado de la ex Yugoslavia, que abrirá a principios de 2014 negociaciones para sumarse al bloque europeo.
Los jefes de Estado de las seis ex repúblicas yugoslavas participarán en las celebraciones, pero los líderes de los principales países de la Unión -Gran Bretaña, Francia o Alemania- estarán ausentes.
En la noche del domingo, unos 700 artistas, incluyendo cantores, músicos y bailarines ofrecerán distintos espectáculos y varios dirigentes, como el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, o el presidente croata Ivo Josipovic, se dirigirán a los presentes. Se piensa que miles de personas concurrirán a las celebraciones.
Los fuegos artificiales que iluminarán la noche de Zagreb y otras ciudades croatas no lograrán disimular sin embargo que el sueño ha perdido su atractivo para buena parte de los 4,2 millones de los habitantes del país.
Según una encuesta reciente, solo uno de cada siete croatas quería celebrar el acontecimiento con conciertos y fuegos artificiales.
Hace diez años, la mayoría de los croatas veía la adhesión como una forma de dar vuelta la página de las guerras de los años 90, pero las largas negociaciones y las exigencias de Bruselas para allanar el camino convirtieron a muchos en euroescépticos.
Croacia tuvo que presentar un plan de reestructuración de sus astilleros, que subsistían gracias a subsidios gubernamentales. Una medida que significará la supresión de numerosos empleos en este sector que da trabajo a más de 10.000 personas.
Los datos macroeconómicos de Croacia preocupan: el país está en recesión desde 2009 y la desocupación afecta al 21% de la población activa. Su PIB es un 39% inferior al del promedio del bloque y solo supera al de Rumania y Bulgaria, según datos oficiales europeos.
Para colmo, la propia UE está confrontada a la crisis de la deuda de la Eurozona y nueve de sus 27 países están en recesión. Y los draconianos ajustes impuestos por Bruselas para acudir al rescate de sus socios más endeudados tampoco alientan a las grandes celebraciones.