daviddebedoya
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El diario The New York Times ha publicado un reportaje en portada acerca de las costumbres de los españoles con un tono crítico en el que invita a los españoles a reajustar sus horarios para adecuarse a los usos europeos, eliminando para ello las siestas y adelantando el prime time televisivo.
En el artículo, "España, el país de las cenas a las 10 P.M, pregunta si es hora de cambiar los horarios", el periodista Jim Harley acusa a España de vivir con su propio reloj, ajena a los ritmos del resto de Europa, en un momento en el que el país "trata de recuperarse de una grave crisis económica" y en el que la un horario más eficiente podría traer consecuencias positivas.
«Con un cubo lleno de cervezas, Jorge Rodríguez y sus amigos se atrincheran en el Mesón Viña el miércoles por la noche para ver un partido de fútbol. En otra mesa, una pareja se abraza, ajena al resto del local, mientras la camarera les sirve una tortilla de patatas y otros tantos aperitivos. Entonces, comienza el partido. Esto no es algo inusual. Mientras en otros países la gente se prepara a esta hora para ir a la cama, en España la noche no comienza hasta las 22.00 horas, momento en que se sirve la cena y comienza el prime-time televisivo –que no acaba hasta la 1:00– . Varias encuestas demuestran que casi una cuarta parte de la población española continúa viendo la televisión entre las 00:00 horas y la 1:00 de la madrugada».
Así arranca un reportaje completamente salpicado de sugerencias para los españoles: abandonar la siesta, las tapas y las cervezas entre semana para acostarse antes. Unas costumbres que, según The New York Times, provienen de la herencia de la dictadura franquista, "cuando España era un país principalmente agrario en el que los ciudadanos seguían los ritmos del sol y no del reloj".
El periodista, no obstante, admite en el texto que la siesta es probablemente un tópico injusto y se hace eco de las extensas jornadas de trabajo que afrontan muchos trabajadores. Harley pregunta a Paula, de 37 años, abogada y madre de dos hijos, por los horarios en el país: "No son buenos para la familia. Pero España está chapada a la antigua y a los políticos les gustan las cosas tal y como están ahora". Otra de las fuentes consultadas por el diario estadounidense es Ignacio Buqueras, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, que apuesta por "cambiar hábitos e impulsar una cultura más eficiente".
No es la primera vez que la prensa anglosajona critica las costumbres españolas. Con anterioridad, diarios como Daily Telegraph, del Reino Unido, también habían deslizado su incomprensión hacia el Spanish way of life por considerarlo perjudicial para la competitividad, especialmente en tiempos de crisis.
En el artículo, "España, el país de las cenas a las 10 P.M, pregunta si es hora de cambiar los horarios", el periodista Jim Harley acusa a España de vivir con su propio reloj, ajena a los ritmos del resto de Europa, en un momento en el que el país "trata de recuperarse de una grave crisis económica" y en el que la un horario más eficiente podría traer consecuencias positivas.
«Con un cubo lleno de cervezas, Jorge Rodríguez y sus amigos se atrincheran en el Mesón Viña el miércoles por la noche para ver un partido de fútbol. En otra mesa, una pareja se abraza, ajena al resto del local, mientras la camarera les sirve una tortilla de patatas y otros tantos aperitivos. Entonces, comienza el partido. Esto no es algo inusual. Mientras en otros países la gente se prepara a esta hora para ir a la cama, en España la noche no comienza hasta las 22.00 horas, momento en que se sirve la cena y comienza el prime-time televisivo –que no acaba hasta la 1:00– . Varias encuestas demuestran que casi una cuarta parte de la población española continúa viendo la televisión entre las 00:00 horas y la 1:00 de la madrugada».
Así arranca un reportaje completamente salpicado de sugerencias para los españoles: abandonar la siesta, las tapas y las cervezas entre semana para acostarse antes. Unas costumbres que, según The New York Times, provienen de la herencia de la dictadura franquista, "cuando España era un país principalmente agrario en el que los ciudadanos seguían los ritmos del sol y no del reloj".
El periodista, no obstante, admite en el texto que la siesta es probablemente un tópico injusto y se hace eco de las extensas jornadas de trabajo que afrontan muchos trabajadores. Harley pregunta a Paula, de 37 años, abogada y madre de dos hijos, por los horarios en el país: "No son buenos para la familia. Pero España está chapada a la antigua y a los políticos les gustan las cosas tal y como están ahora". Otra de las fuentes consultadas por el diario estadounidense es Ignacio Buqueras, presidente de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, que apuesta por "cambiar hábitos e impulsar una cultura más eficiente".
No es la primera vez que la prensa anglosajona critica las costumbres españolas. Con anterioridad, diarios como Daily Telegraph, del Reino Unido, también habían deslizado su incomprensión hacia el Spanish way of life por considerarlo perjudicial para la competitividad, especialmente en tiempos de crisis.