El procés catalán continúa inflamándose en los últimos días con la ruptura absoluta entre el Gobierno central a través de la aplicación en ciernes del artículo 155 de la Constitución que conlleva el "cumplimiento forzoso" por parte de la autonomía a los requerimientos del Estado, y la resistencia desde el Ejecutivo que lidera Carles Puigdemont a plegarse a los designios que emanan desde La Moncloa.
Como ha venido informando Valencia Plaza, el problema soberanista activado en Cataluña contribuye a complicar notablemente la agenda política de la Comunitat. Si bien el Gobierno central ha tratado de elevar la proximidad con el el Consell -reuniones de Ximo Puig con Mariano Rajoy o con ministros como Montoro y De la Serna-, está por ver si todas esas conversaciones y promesas se concretan en una realidad palpable para los valencianos.
Al margen de estas cuestiones, que en su mayoría tienen que ver con la reforma del sistema de financiación necesaria para la Comunitat, el aumento de las inversiones territorializadas, principalmente en infraestructuras, por parte del Estado en tierras valencianas y algún tipo de solución para la enorme deuda -más de 44.000 millones de euros- que tiene la Generalitat, el conflicto soberanista también ha comenzado a afectar en aspectos político-ideológicos de nuestro territorio.
Así, el problema catalán ha derivado en una reaparición activa de grupos de ultraderecha y del partido España 2000, que nunca ha conseguido representación parlamentaria aunque sí algunas actas locales en determinados municipios. Por otro lado, el temor al 'contagio' del independentismo -el propio expresidente José María Aznar abordó este asunto el jueves en Valencia-, está siendo un pilar discursivo y un punto de apoyo para el intento de crecimiento de formaciones regionalistas como es el caso de Som Valencians, sexta fuerza en la Comunitat en las elecciones generales de 2016 y duodécima en las autonómicas de 2015. De hecho, flota en el ambiente la posibilidad de que se aglutinen pequeñas fuerzas valencianistas de cara a 2019, siendo la situación de Cataluña una de las motivaciones de fuerza superior para que pueda existir un entendimiento.
Ahora bien, no todos estos partidos seguirían esa senda. Demòcrates Valencians (DV), partido centrista fundado en 2013 -aunque todavía no se ha presentado a ningunas elecciones- liderado por el empresario y exmilitante destacado del Bloc Roger Mira, también viene creciendo en los últimos meses y aspira, a priori en solitario, a tener un primer resultado destacado en 2019. Esta fuerza política, según miembros de la misma, no entra "en disputas simbólicas" -acepta el Estatut y la AVL- y está captando a independientes o exdirigentes de otras formaciones como Fran Raga -ex de UPyD- o Càndid Penalba -en este caso fundador de DV, exconcejal del Bloc en Albaida y presidente de Ateval- además de concejales independientes (Pego y El Campello), el alcalde de Cerdà o exregidores del Bloc en Torrent y Alzira, entre otros.
Unas formaciones que siguen con atención -y no sin cierto escepcticismo- la posible rebaja del listón electoral al 3% que debe debatirse en Les Corts en los próximos meses y que podría ofrecer un resquicio de esperanza a estas fuerzas para obtener representación parlamentaria.
Tensión en el 9 d'Octubre
En este relato, un punto de inflexión fueron los incidentes registrados en la sesión vespertina del 9 d'Octubre. Los participantes de la clásica -y autorizada- manifestación con salida en la Plaza de San Agustín, este año bajo el lema 'Sí al valencià', y en cuya comisión organizativa se encontraban PSPV, Compromís, Podem, EUPV, ERPV, CCOO, UGT, Intersindical, Acció Cultural del País Valencià, Tirant lo Blanc, Ca Revolta, BEA, plataforma pel Dret a Decidir i El Micalet); se encontraron con una contramanifestación no comunicada en la que grupos de ultraderecha -algunos con distintivos del Valencia CF y de Yomus- terminaron por agredir a varias personas. Hasta el momento, se han producido 13 detenciones por lo acaecido en dicha jornada en la que, además, la manifestación cambió su recorrido original para no terminar encontrándose con la concentración convocada por el partido de extrema derecha España 2000.
Precisamente algunos miembros de esta formación como el propio fundador, José Luis Roberto, protagonizaron en la noche del miércoles un acto de intimidación nocturno ante la casa de la vicepresidenta del Consell, Mónica Oltra, donde acudieron con caretas fantasmagóricas de la película Scream para desplegar una bandera de España y reproducir el himno nacional -con letra incluida-. Unos hechos que la Generalitat denunció este viernes ante la Fiscalía.
De esta manera, y pese a que ni en la Comunitat ni en España han arraigado en estos años los partidos de estas características que, en cambio, sí vienen cosechando buenos resultados en muchos otros países como Francia, Alemania o Austria, el procés catalán parece estar sirviendo para que la ultraderecha trate de acaparar protagonismo bajo el paraguas del nacionalismo español.
Más reconocibles son, por otra parte, los movimientos de los distintos grupúsculos y formaciones regionalistas valencianas que, de alguna manera, tratan de reverdecer los laureles conseguidos en su día por Unió Valenciana. Así, el independentismo catalán y las simpatías que genera en ciertos sectores de Compromís también están produciendo un efecto respuesta en estos colectivos y fuerzas políticas, que tratan de hacer llegar su mensaje de férrea oposición a ese coqueteo con el objetivo de calar en el valencianismo especialmente centrista.