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El sector bancario es uno de los sectores más regulados en cualquier economía dada la relevancia que posee sobre el resto de los sectores: es el aceite que mueve los engranajes de la actividad económica en el día a día y que provee los medios de pago tradicionales para que las transacciones económicas y muchas de las inversiones se lleven a cabo.
A medida que la economía se sofistica y se regula cada vez más, se da una creciente actividad crediticia paralela que escapa de esas regulaciones, el llamado sistema bancario “en la sombra”. El costado positivo es que genera fuentes adicionales de financiación y ofrece a los inversores alternativas a los depósitos bancarios. Pero lo negativo es que puede suponer una amenaza potencial para la estabilidad financiera a largo plazo.
Shadow banking, en inglés, podría traducirse como "banca en la sombra" o "desde las sombras", un término que fue acuñado por Paul McCulley, de la administradora de fondos PIMCO, en 2017. Hace alusión a la actividad de financiamiento que no forma parte de ese crédito bancario tradicional y regulado por los bancos centrales, es decir que son instituciones financieras no bancarias.
Muy distinto es hablar de la banca pantalla (shell bank) que se relaciona con el sistema financiero offshore, que funciona a través de los más importantes bancos globales localizados en paraísos fiscales, que brindan servicios de administración de carteras de inversión y de diseño de estructuras financieras complejas, como trusts o fideicomisos financieros con activos cuyos beneficiarios finales no están a la vista, eludiendo los controles formales de los reguladores en sus países de origen.
Es una banca “en las sombras” porque existe una falta de divulgación e información acerca del valor de sus activos o a veces incluso cuáles son esos activos, y tienen estructuras poco claras de gestión y de propiedad, y también de poca regulación. Además, puede tener poco capital para absorber las pérdidas de alguna caída masiva o específica del valor de los activos en cartera: muchas veces no tiene un respaldo formal de liquidez para evitar rescates masivos que impliquen ventas forzosas de activos en cartera.
Cuando uno emprende, el primer capital proviene de los business angels o el crowdfunding. En una etapa posterior del desarrollo aparecen en la estructura de capital de las empresas los fondos de capital riesgo (private equity), los fondos cerrados que compran empresas chicas para que puedan acceder al capital o los hedge funds. Este tipo de financiamiento forma parte del shadow baking y no hace más que expandirse. La dificultad que encuentran tanto las pequeñas y medianas empresas como los emprendedores para obtener financiación bancaria hizo crecer a esta actividad.
En Latinoamérica, por ejemplo, la informalidad es parte de la descripción del paisaje de la región, con cooperativas y financieras que manejan muchas veces mucho más dinero que los bancos medianos y que no deben cumplir estrictos requisitos formales, como capitales mínimos o valuación a riesgo de mercado de los activos. Esas compañías forman parte de un sistema de intermediación crediticia conformado por entidades y actividades que están fuera del sistema bancario tradicional.
Involucran todo tipo de actividades que impliquen transformación de liquidez y de plazos, apalancamiento y transferencias imperfectas de riesgo crediticio.
La banca en la sombra incluye a los operadores o agentes bursátiles que financian sus activos mediante acuerdos de recompra. También incluye a las entidades financieras que colocan deuda propia de corto plazo (commercial papers) y usan el producto de la venta para otorgar crédito a hogares a una tasa muy superior. Los hedge funds participan activamente de este tipo de financiamiento no regulado ya que generalmente son fondos constituidos en paraísos fiscales.
¿Cuál es el peligro concreto de los bancos en la sombra? El peligro es que no tienen depositantes como la banca tradicional, sino que captan recursos del mercado financiero y lo aplican a comprar activos con plazos de vencimiento más largos. Además, no están sujetos a la regulación bancaria por lo que, ante una eventual crisis financiera, no pueden ser rescatados por el banco central de ese país, como sí sucede con los bancos comerciales.
Los bancos de inversión están sujetos a regulación y seguimiento por parte de los bancos centrales y otras entidades gubernamentales, pero se ha convertido en práctica común para los bancos de inversión llevar a cabo buena parte de sus transacciones a través de canales e instrumentos que no aparecen en sus balances.
Los vehículos de inversión estructurados (SIV, por sus siglas en inglés) son parte del shadow banking, al igual que los CDOs o MBSs de préstamos hipotecarios originales, que son el producto de la titulización de préstamos, es decir, de convertir un préstamo bancario tradicional en un producto financiero que se puede comprar y vender, trasladando el riesgo de un lado para el otro pero sacándolo de la hoja de balance de los bancos que originalmente prestaron ese dinero y transfirieron su propiedad y derechos de cobro a terceros mediante un bono particular.
Del lado comprador, la cobertura del riesgo de tener esos productos en cartera se puede realizar mediante los famosos Credit Default Swaps (CDS) para protegerse del incumplimiento crediticio. Los mismos son productos over-the-counter que tampoco figuran como activos y no son reflejados en las hojas de balances de las distintas entidades bancarias o financieras.
Luego de la crisis económica de 2008, los bancos han reducido mucho el crédito y la exposición a las empresas, y estas últimas fueron obligadas a buscar otros canales para financiarse. Desde ese entonces, los bancos centrales de los países desarrollados han estado inyectando recursos para impulsar el crédito de la banca regulada, generando un enorme exceso de liquidez, pero esas entidades bancarias no encontraron la demanda de crédito correspondiente y han atesorado esos fondos o invertido en bonos y acciones en lugar de otorgar préstamos, por lo que revitalizó muchísimo a la banca en la sombra.
¿Cuál es la dimensión de la banca en las sombras? En los Estados Unidos y para el año 2014, el sistema bancario formal solamente otorgaba el 50% de los créditos y préstamos empresariales, mientras que la banca en la sombra un 24%, un valor relativo muy elevado.
En términos absolutos, EE.UU. posee activos en su banca en la sombras por US$26 billones. Le sigue la Eurozona con 22 billones, Gran Bretaña con US$9 billones y Japón con US$4 billones. Según el FMI, en China representa del 40% al 50% de su PIB. En total, incluyendo otras plazas, el monto alcanzaría los 71 billones de dólares, casi lo mismo que el Producto Interno Bruto global de 2013 y equivalente a la mitad de todos los activos controlados por los bancos en todo el mundo.
Los EE.UU. junto a China, son los dos mercados que más actividad generan a nivel mundial a través de instituciones financieras no bancarias. China, Argentina, India y Sudáfrica son los de mayor crecimiento entre los países emergentes.
A nivel global y tomando 26 países representativos a nivel mundial, el Financial Stability Board detectó para el año 2015 que el sistema bancario formal otorgaba el 50% de los créditos y préstamos empresariales, el 23% otras entidades financieras reguladas de algún modo pero que non son bancos, y el 12% restante como banca en las sombras.
Pero según esa misma entidad, la banca en la sombra supondría un volumen cercano al 120% del PIB mundial, representando casi un 25% de los activos financieros emitidos.
América Economía (Chile) - Gustavo Neffa
El sector bancario es uno de los sectores más regulados en cualquier economía dada la relevancia que posee sobre el resto de los sectores: es el aceite que mueve los engranajes de la actividad económica en el día a día y que provee los medios de pago tradicionales para que las transacciones económicas y muchas de las inversiones se lleven a cabo.
A medida que la economía se sofistica y se regula cada vez más, se da una creciente actividad crediticia paralela que escapa de esas regulaciones, el llamado sistema bancario “en la sombra”. El costado positivo es que genera fuentes adicionales de financiación y ofrece a los inversores alternativas a los depósitos bancarios. Pero lo negativo es que puede suponer una amenaza potencial para la estabilidad financiera a largo plazo.
Shadow banking, en inglés, podría traducirse como "banca en la sombra" o "desde las sombras", un término que fue acuñado por Paul McCulley, de la administradora de fondos PIMCO, en 2017. Hace alusión a la actividad de financiamiento que no forma parte de ese crédito bancario tradicional y regulado por los bancos centrales, es decir que son instituciones financieras no bancarias.
Muy distinto es hablar de la banca pantalla (shell bank) que se relaciona con el sistema financiero offshore, que funciona a través de los más importantes bancos globales localizados en paraísos fiscales, que brindan servicios de administración de carteras de inversión y de diseño de estructuras financieras complejas, como trusts o fideicomisos financieros con activos cuyos beneficiarios finales no están a la vista, eludiendo los controles formales de los reguladores en sus países de origen.
Es una banca “en las sombras” porque existe una falta de divulgación e información acerca del valor de sus activos o a veces incluso cuáles son esos activos, y tienen estructuras poco claras de gestión y de propiedad, y también de poca regulación. Además, puede tener poco capital para absorber las pérdidas de alguna caída masiva o específica del valor de los activos en cartera: muchas veces no tiene un respaldo formal de liquidez para evitar rescates masivos que impliquen ventas forzosas de activos en cartera.
Cuando uno emprende, el primer capital proviene de los business angels o el crowdfunding. En una etapa posterior del desarrollo aparecen en la estructura de capital de las empresas los fondos de capital riesgo (private equity), los fondos cerrados que compran empresas chicas para que puedan acceder al capital o los hedge funds. Este tipo de financiamiento forma parte del shadow baking y no hace más que expandirse. La dificultad que encuentran tanto las pequeñas y medianas empresas como los emprendedores para obtener financiación bancaria hizo crecer a esta actividad.
En Latinoamérica, por ejemplo, la informalidad es parte de la descripción del paisaje de la región, con cooperativas y financieras que manejan muchas veces mucho más dinero que los bancos medianos y que no deben cumplir estrictos requisitos formales, como capitales mínimos o valuación a riesgo de mercado de los activos. Esas compañías forman parte de un sistema de intermediación crediticia conformado por entidades y actividades que están fuera del sistema bancario tradicional.
Involucran todo tipo de actividades que impliquen transformación de liquidez y de plazos, apalancamiento y transferencias imperfectas de riesgo crediticio.
La banca en la sombra incluye a los operadores o agentes bursátiles que financian sus activos mediante acuerdos de recompra. También incluye a las entidades financieras que colocan deuda propia de corto plazo (commercial papers) y usan el producto de la venta para otorgar crédito a hogares a una tasa muy superior. Los hedge funds participan activamente de este tipo de financiamiento no regulado ya que generalmente son fondos constituidos en paraísos fiscales.
¿Cuál es el peligro concreto de los bancos en la sombra? El peligro es que no tienen depositantes como la banca tradicional, sino que captan recursos del mercado financiero y lo aplican a comprar activos con plazos de vencimiento más largos. Además, no están sujetos a la regulación bancaria por lo que, ante una eventual crisis financiera, no pueden ser rescatados por el banco central de ese país, como sí sucede con los bancos comerciales.
Los bancos de inversión están sujetos a regulación y seguimiento por parte de los bancos centrales y otras entidades gubernamentales, pero se ha convertido en práctica común para los bancos de inversión llevar a cabo buena parte de sus transacciones a través de canales e instrumentos que no aparecen en sus balances.
Los vehículos de inversión estructurados (SIV, por sus siglas en inglés) son parte del shadow banking, al igual que los CDOs o MBSs de préstamos hipotecarios originales, que son el producto de la titulización de préstamos, es decir, de convertir un préstamo bancario tradicional en un producto financiero que se puede comprar y vender, trasladando el riesgo de un lado para el otro pero sacándolo de la hoja de balance de los bancos que originalmente prestaron ese dinero y transfirieron su propiedad y derechos de cobro a terceros mediante un bono particular.
Del lado comprador, la cobertura del riesgo de tener esos productos en cartera se puede realizar mediante los famosos Credit Default Swaps (CDS) para protegerse del incumplimiento crediticio. Los mismos son productos over-the-counter que tampoco figuran como activos y no son reflejados en las hojas de balances de las distintas entidades bancarias o financieras.
Luego de la crisis económica de 2008, los bancos han reducido mucho el crédito y la exposición a las empresas, y estas últimas fueron obligadas a buscar otros canales para financiarse. Desde ese entonces, los bancos centrales de los países desarrollados han estado inyectando recursos para impulsar el crédito de la banca regulada, generando un enorme exceso de liquidez, pero esas entidades bancarias no encontraron la demanda de crédito correspondiente y han atesorado esos fondos o invertido en bonos y acciones en lugar de otorgar préstamos, por lo que revitalizó muchísimo a la banca en la sombra.
¿Cuál es la dimensión de la banca en las sombras? En los Estados Unidos y para el año 2014, el sistema bancario formal solamente otorgaba el 50% de los créditos y préstamos empresariales, mientras que la banca en la sombra un 24%, un valor relativo muy elevado.
En términos absolutos, EE.UU. posee activos en su banca en la sombras por US$26 billones. Le sigue la Eurozona con 22 billones, Gran Bretaña con US$9 billones y Japón con US$4 billones. Según el FMI, en China representa del 40% al 50% de su PIB. En total, incluyendo otras plazas, el monto alcanzaría los 71 billones de dólares, casi lo mismo que el Producto Interno Bruto global de 2013 y equivalente a la mitad de todos los activos controlados por los bancos en todo el mundo.
Los EE.UU. junto a China, son los dos mercados que más actividad generan a nivel mundial a través de instituciones financieras no bancarias. China, Argentina, India y Sudáfrica son los de mayor crecimiento entre los países emergentes.
A nivel global y tomando 26 países representativos a nivel mundial, el Financial Stability Board detectó para el año 2015 que el sistema bancario formal otorgaba el 50% de los créditos y préstamos empresariales, el 23% otras entidades financieras reguladas de algún modo pero que non son bancos, y el 12% restante como banca en las sombras.
Pero según esa misma entidad, la banca en la sombra supondría un volumen cercano al 120% del PIB mundial, representando casi un 25% de los activos financieros emitidos.
América Economía (Chile) - Gustavo Neffa