CORRUPCION - El arrepentido que cayó junto con el heredero del holding
Luiz Mameri estaba abrumado por las evidencias que lo incriminaban a él y a Marcelo Odebrecht
Hombre de máxima confianza de Marcelo Odebrecht, Luiz Antonio Mameri ascendió por el escalafón de la constructora brasileña hasta que, en abril de 2008, se convirtió en su máximo ejecutivo para América latina y Angola. Fue, así, el lugarteniente del principal heredero del holding, y también cayó con él.
Marcelo Odebrecht terminó tras las rejas, condenado a 19 años y medio de prisión por el juez a cargo de la megacausa Lava Jato, el brasileño Sergio Moro, para luego acogerse al régimen de la delación premiada y confesar sus crímenes a cambio de reducir su estancia en la cárcel.
Uno de los primeros que cayeron con Marcelo Odebrecht fue, precisamente, Mameri, abrumado por las evidencias que lo incriminaban, como los correos electrónicos que intercambiaba con su jefe, que le indicaba a quién había que pagarle coimas y por qué valor.
Mameri, que ocupaba un cargo de jerarquía en la constructora y que estaba autorizado a librar pagos, también terminó como delator premiado con la esperanza de reducir su estancia en prisión.
Bajo esa condición, comenzó a relatar un delito tras otro: desde aportes ilegales de campaña hasta sobornos en Colombia y otros países, entre ellos la Argentina y Panamá.
También denunció el pago de sobornos al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, entre otros personajes de relieve.
¿Cómo funcionaba la operatoria de los sobornos?
Mameri explicó que los pedidos de coimas subían por el andarivel oficial y, después de ser aprobados, bajaban por el paralelo.
Es decir que el número uno de Odebrecht en la Argentina, por ejemplo, informaba a sus superiores que tal o cual funcionario le había pedido una coima, Mameri decidía si autorizaba el pago y, de ser así, le ordenaba al máximo responsable del área de Operaciones Estructuradas, Hilberto Mascarenhas da Silva, que instrumentara el pago clandestino.
Para esos pagos oscuros, a su vez, se recurría a eufemismos, sociedades offshore, cuentas bancarias en paraísos fiscales -por lo general, del Caribe o de algún país europeo- y montañas de dinero en efectivo.
Así fue como, por ejemplo, el director de Odebrecht a cargo en la Argentina del proyecto Paraná de las Palmas, Sérgio Gouvëa, informó que el empresario Carlos Wagner (ex presidente de la Cámara Argentina de la Construcción) le informó que debían pagarle las coimas al directivo de Aysa, Raúl Biancuzzo.
Con esa información en sus manos, Mameri dio la luz verde e Hilberto Mascarenhas se encargó de instrumentarlo, mientras su equipo cruzaba correos electrónicos en los que utilizaba el eufemismo "DGI" (Dirección General Impositiva) para aludir al pago de coimas.
Un mail comprometedor
Así fue, por ejemplo, el 4 de marzo de 2010, en el mail titulado "Reunion Con Biancuso" [sic], en el que consignaron cuatro rubros: "DGI"; "comisión de redeterminación de la Secretaría de Obras Públicas - Sergio Collado"; "teléfono de Bochini"; "Facturamiento de servicios".
Del mismo modo, el ex presidente de Odebrecht en Colombia Eleuberto Martorelli relató que el publicista Duda Mendonca reclamaba US$ 1.500.000 más para financiar la campaña de un candidato local, Óscar Zuluaga.
Y al igual que Gouvëa en la Argentina, que él le pregunto a Mameri, que autorizó la partida, que efectivizó el área de Operaciones Estructuradas.
La Argentina o Colombia no eran, sin embargo, casos aislados para Mameri.
También autorizó negociados en México, Panamá, Ecuador -donde forjó los pasos decisivos de su carrera- y Angola, al tiempo que también lo investigan en Perú por episodios de características similares. La Nacion.com
Luiz Mameri estaba abrumado por las evidencias que lo incriminaban a él y a Marcelo Odebrecht
Hombre de máxima confianza de Marcelo Odebrecht, Luiz Antonio Mameri ascendió por el escalafón de la constructora brasileña hasta que, en abril de 2008, se convirtió en su máximo ejecutivo para América latina y Angola. Fue, así, el lugarteniente del principal heredero del holding, y también cayó con él.
Marcelo Odebrecht terminó tras las rejas, condenado a 19 años y medio de prisión por el juez a cargo de la megacausa Lava Jato, el brasileño Sergio Moro, para luego acogerse al régimen de la delación premiada y confesar sus crímenes a cambio de reducir su estancia en la cárcel.
Uno de los primeros que cayeron con Marcelo Odebrecht fue, precisamente, Mameri, abrumado por las evidencias que lo incriminaban, como los correos electrónicos que intercambiaba con su jefe, que le indicaba a quién había que pagarle coimas y por qué valor.
Mameri, que ocupaba un cargo de jerarquía en la constructora y que estaba autorizado a librar pagos, también terminó como delator premiado con la esperanza de reducir su estancia en prisión.
Bajo esa condición, comenzó a relatar un delito tras otro: desde aportes ilegales de campaña hasta sobornos en Colombia y otros países, entre ellos la Argentina y Panamá.
También denunció el pago de sobornos al ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, entre otros personajes de relieve.
¿Cómo funcionaba la operatoria de los sobornos?
Mameri explicó que los pedidos de coimas subían por el andarivel oficial y, después de ser aprobados, bajaban por el paralelo.
Es decir que el número uno de Odebrecht en la Argentina, por ejemplo, informaba a sus superiores que tal o cual funcionario le había pedido una coima, Mameri decidía si autorizaba el pago y, de ser así, le ordenaba al máximo responsable del área de Operaciones Estructuradas, Hilberto Mascarenhas da Silva, que instrumentara el pago clandestino.
Para esos pagos oscuros, a su vez, se recurría a eufemismos, sociedades offshore, cuentas bancarias en paraísos fiscales -por lo general, del Caribe o de algún país europeo- y montañas de dinero en efectivo.
Así fue como, por ejemplo, el director de Odebrecht a cargo en la Argentina del proyecto Paraná de las Palmas, Sérgio Gouvëa, informó que el empresario Carlos Wagner (ex presidente de la Cámara Argentina de la Construcción) le informó que debían pagarle las coimas al directivo de Aysa, Raúl Biancuzzo.
Con esa información en sus manos, Mameri dio la luz verde e Hilberto Mascarenhas se encargó de instrumentarlo, mientras su equipo cruzaba correos electrónicos en los que utilizaba el eufemismo "DGI" (Dirección General Impositiva) para aludir al pago de coimas.
Un mail comprometedor
Así fue, por ejemplo, el 4 de marzo de 2010, en el mail titulado "Reunion Con Biancuso" [sic], en el que consignaron cuatro rubros: "DGI"; "comisión de redeterminación de la Secretaría de Obras Públicas - Sergio Collado"; "teléfono de Bochini"; "Facturamiento de servicios".
Del mismo modo, el ex presidente de Odebrecht en Colombia Eleuberto Martorelli relató que el publicista Duda Mendonca reclamaba US$ 1.500.000 más para financiar la campaña de un candidato local, Óscar Zuluaga.
Y al igual que Gouvëa en la Argentina, que él le pregunto a Mameri, que autorizó la partida, que efectivizó el área de Operaciones Estructuradas.
La Argentina o Colombia no eran, sin embargo, casos aislados para Mameri.
También autorizó negociados en México, Panamá, Ecuador -donde forjó los pasos decisivos de su carrera- y Angola, al tiempo que también lo investigan en Perú por episodios de características similares. La Nacion.com