Si no me dejan jugar con el juguete, todos a la calle
Donald no consigue que le compren el juguete, se enfada, pega un golpe en la mesa y se va de la reunión. Si fuera un niño, diríamos que es un maleducado, pero como es un adulto, el diagnóstico es el de una persona desequilibrada inmadura y soberbia con un complejo de inferioridad destacable que ahora es el Presidente de los EEUU. Y las implicaciones son graves: si no me dais el juguete (la Gran Muralla Americana) dejo sin trabajo a 800.000 funcionarios del Gobierno hasta que se mueran de hambre e incluso a un grupo de ellos los obligo a seguir trabajando sin cobrar porque en caso contrario dejarán de ser funcionarios, perdiendo sus honorarios pendientes y su carrera en la Administración. Y ya delirando, llega a decir que si esos funcionarios no vuelven a su trabajo es por culpa de los que no le quieren dar su juguete, los demócratas. Increíble y dramático, pero no es una película de ficción sino la vida misma vivida en la Casa Blanca estos días. Donald J. Trump está totalmente obsesionado con salvar la cara con la Gran Muralla Americana que prometió en su programa electoral, incluso afirmado que México correría con los costes de la misma y lo demás no importa ahora. Otras grandes decisiones que un presidente del gobierno debe ir tomando en su día a día quedan atrás, devaluadas por el Gran Problema de la Muralla. Salvar la cara es en el fondo, el núcleo de este embrollo. ¿Cómo puedo hacer como que consigo lo que quiero, aunque no me den un dólar para hacerlo? Y se plantea incluso declarar el estado de emergencia nacional para ordenar al ejército a construir y pagar esa muralla, saltándose el bloqueo del Congreso. Este personaje, libremente elegido como Presidente de los EEUU para estos cuatro años, es la demostración de que el populismo no es lo mejor para un país. Su obsesión por su imagen, creyéndose el más inteligente, el más guapo, el más grande de todos los presidentes de EEUU, diciéndolo de sí mismo constantemente y hablando en tercera persona “Trump está contento”. Sus argumentos falsos, inventados sobre datos reales pero transformados en lo contrario de lo que son. Sus claros odios a los medios de comunicación que son independientes y no le soban la chepa, como lo hace Fox News, su favorito, por no decir el único medio que acepta. Sus puñetazos a los acuerdos internacionales de su país en el terreno comercial, a lo bestia, han provocado una inestabilidad bastante relevante en los mercados internacionales. Sus amoríos con el dictador de Corea del Norte han quebrado el principio actual de mantener que un dictador es un dictador y un asesino, un asesino, nunca un amigo, aunque sea para rebajar tensiones nucleares. Y sus desprecios e insultos a las personas que abandonan su barco, tachándoles de cobardes y recomendando no hacer negocios con ellos porque le han traicionado.
Siento lo que pasa en EEUU porque es mi segundo país. El icono de la libertad, de la prosperidad, de la mirada hacia adelante, está siendo forzado a encascarillarse, a mirarse hacia dentro y hacerse xenófobo, cuando sus habitantes son casi todos hijos, nietos y bisnietos de inmigrantes. Tantas cosas que resolver, tantas oportunidades perdidas por este niño grande al que le quedan otros dos años más de desastre. EEUU debe ser más grande, pero la grandeza se la otorga ser la referencia de la libertad y el desarrollo, la tierra de las oportunidades, el país que nos libró de la esclavitud absoluta dos veces en el siglo XX y que quebró otro gran universo de destrucción de la libertad que fue la Unión Soviética. Con errores, con impulsos no bien medidos que aún hoy mantiene en sus guerritas enquistadas en varias partes del mundo. Pero un país con la referencia de la libertad y el desarrollo como ejemplo para todos. Después de esta declaración de angustia no me encaja muy bien un comentario sobre los mercados financieros, pero seré breve.
Por Ramón Morell (Analista y profesor de España)
Donald no consigue que le compren el juguete, se enfada, pega un golpe en la mesa y se va de la reunión. Si fuera un niño, diríamos que es un maleducado, pero como es un adulto, el diagnóstico es el de una persona desequilibrada inmadura y soberbia con un complejo de inferioridad destacable que ahora es el Presidente de los EEUU. Y las implicaciones son graves: si no me dais el juguete (la Gran Muralla Americana) dejo sin trabajo a 800.000 funcionarios del Gobierno hasta que se mueran de hambre e incluso a un grupo de ellos los obligo a seguir trabajando sin cobrar porque en caso contrario dejarán de ser funcionarios, perdiendo sus honorarios pendientes y su carrera en la Administración. Y ya delirando, llega a decir que si esos funcionarios no vuelven a su trabajo es por culpa de los que no le quieren dar su juguete, los demócratas. Increíble y dramático, pero no es una película de ficción sino la vida misma vivida en la Casa Blanca estos días. Donald J. Trump está totalmente obsesionado con salvar la cara con la Gran Muralla Americana que prometió en su programa electoral, incluso afirmado que México correría con los costes de la misma y lo demás no importa ahora. Otras grandes decisiones que un presidente del gobierno debe ir tomando en su día a día quedan atrás, devaluadas por el Gran Problema de la Muralla. Salvar la cara es en el fondo, el núcleo de este embrollo. ¿Cómo puedo hacer como que consigo lo que quiero, aunque no me den un dólar para hacerlo? Y se plantea incluso declarar el estado de emergencia nacional para ordenar al ejército a construir y pagar esa muralla, saltándose el bloqueo del Congreso. Este personaje, libremente elegido como Presidente de los EEUU para estos cuatro años, es la demostración de que el populismo no es lo mejor para un país. Su obsesión por su imagen, creyéndose el más inteligente, el más guapo, el más grande de todos los presidentes de EEUU, diciéndolo de sí mismo constantemente y hablando en tercera persona “Trump está contento”. Sus argumentos falsos, inventados sobre datos reales pero transformados en lo contrario de lo que son. Sus claros odios a los medios de comunicación que son independientes y no le soban la chepa, como lo hace Fox News, su favorito, por no decir el único medio que acepta. Sus puñetazos a los acuerdos internacionales de su país en el terreno comercial, a lo bestia, han provocado una inestabilidad bastante relevante en los mercados internacionales. Sus amoríos con el dictador de Corea del Norte han quebrado el principio actual de mantener que un dictador es un dictador y un asesino, un asesino, nunca un amigo, aunque sea para rebajar tensiones nucleares. Y sus desprecios e insultos a las personas que abandonan su barco, tachándoles de cobardes y recomendando no hacer negocios con ellos porque le han traicionado.
Siento lo que pasa en EEUU porque es mi segundo país. El icono de la libertad, de la prosperidad, de la mirada hacia adelante, está siendo forzado a encascarillarse, a mirarse hacia dentro y hacerse xenófobo, cuando sus habitantes son casi todos hijos, nietos y bisnietos de inmigrantes. Tantas cosas que resolver, tantas oportunidades perdidas por este niño grande al que le quedan otros dos años más de desastre. EEUU debe ser más grande, pero la grandeza se la otorga ser la referencia de la libertad y el desarrollo, la tierra de las oportunidades, el país que nos libró de la esclavitud absoluta dos veces en el siglo XX y que quebró otro gran universo de destrucción de la libertad que fue la Unión Soviética. Con errores, con impulsos no bien medidos que aún hoy mantiene en sus guerritas enquistadas en varias partes del mundo. Pero un país con la referencia de la libertad y el desarrollo como ejemplo para todos. Después de esta declaración de angustia no me encaja muy bien un comentario sobre los mercados financieros, pero seré breve.
Por Ramón Morell (Analista y profesor de España)