Nicholas Taleb: "No hay que confiar en los economistas"

Johngo

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La entrevista a
Nassim Nicholas Taleb: "No hay que confiar en los economistas"


Autor del best seller El cisne negro , Nassim Nicholas Taleb es un francotirador que dispara sobre las supuestas verdades con que se mueven los mercados de valores. Las predicciones económicas sucumben ante acontecimientos impredecibles que acarrean impactos gigantescos, dice este nuevo gurú de los negocios cuyas teorías, en plena crisis en Wall Street, son referencia obligada en el mundo financiero

NUEVA YORK - "Yo te lo dije". A nadie le gusta escuchar esas palabras, pero Nassim Nicholas Taleb tiene, para muchos, considerable derecho a pronunciarlas. Después de todo, su carrera se ha basado -dos best sellers internacionales incluidos- en alertar sobre los problemas de los mercados.

Ya varios analistas explican la actual crisis recordando el último libro de Taleb, El cisne negro. El impacto de lo extremadamente improbable. Señalan que una buena cantidad de quienes trabajan en Wall Street y que ahora están sin trabajo creyeron que un derrumbe del sector inmobiliario de Estados Unidos o de ciertas instituciones financieras, por ejemplo, era algo "extremadamente improbable". Pero finalmente ocurrió, y las consecuencias han sido devastadoras.

Por eso no sorprende demasiado que el Sunday Times británico lo llame "el pensador más caliente de la actualidad" y que el New Yorker lo defina como "el principal disidente de Wall Street" o señale que es a la sabiduría convencional de los mercados "lo que Martín Lutero fue a la Iglesia Católica".

Como si fuera poco, Taleb acaba de recibir un anticipo de cuatro millones de dólares por su próximo libro, sobre el que, confiesa, apenas tiene "una vaga idea". Pero vale aclarar que ninguno de los dos libros anteriores de este hombre nacido en el Líbano hace 50 años - ¿Existe la suerte? y El cisne negro - parece estar ausente en las casas de los principales traders , banqueros y demás profesionales pertenecientes a los selectos círculos financieros, quienes, además, lo han escuchado cada vez que sus empresas le pagan una fortuna para que hable ante sus ejecutivos.

"¡Y me odian! Que es lo lógico porque yo les digo que son más peligrosos que los médicos de la Edad Media. La base de mi pensamiento es que nunca hay que confiar en las predicciones de los economistas y los banqueros: siempre divagan, mienten, te encandilan con piedritas de colores. Y los economistas académicos son los peores".

La cita con LA NACION tiene lugar en la estación central de trenes de Manhattan. Accede a un café camino a su almuerzo con la gente de Odyssey Marine Exploration, los polémicos cazadores de tesoros que encontraron un barco colonial español hundido cuyo tesoro de monedas de oro y plata se disputan hoy con los descendientes de los expedicionarios y con el gobierno de Perú. "Ellos dicen que se inspiran en mí para encontrar lo improbable -aclara, ojos chispeantes-, hasta tal punto que bautizaron a esa exploración con el nombre de mi libro, Cisne negro."

Taleb tiene un MBA de la escuela de negocios Wharton de la Universidad de Pensilvania y un doctorado en la Universidad de París; es profesor de ingeniería del riesgo del instituto politécnico de la Universidad de Nueva York y, en mayo de 2007, publicó el libro que le dio fama internacional, El cisne negro . Allí sostenía que gran parte de los economistas y banqueros son peligrosos porque viven en un mundo de fantasía y creen que el futuro puede ser controlado a través de sofisticados modelos matemáticos y elaborados sistemas de administración de riesgo. Su postura fue extremadamente criticada por el establishment académico. Pero unos meses después las implicancias mundiales de la crisis hipotecaria saltaron a la vista y, para muchos, la posición de Taleb fue así vindicada.

Pero, ¿qué es esto del "cisne negro"? Taleb cuenta que, antes del descubrimiento de Australia, los europeos pensaban que todos los cisnes eran blancos, pero que en cuanto desembarcaron en esas costas donde los cisnes negros son, de hecho, relativamente comunes, tuvieron que reajustar sus ideas.

"La lección de la historia -explica Taleb- es que siempre hay excepciones que esperan ser descubiertas de manera totalmente accidental. Lo que yo llamo entonces un ´cisne negro es un acontecimiento excepcional e impredecible que acarrea consigo un impacto gigantesco. Estos cisnes negros pueden ser negativos, como el 11-S, o positivos como el descubrimiento del Viagra: nadie estaba buscando mejorar la calidad de vida de los hombres mayores cuando accidentalmente descubrieron la droga", aclara.

Su escepticismo, asegura, está muy vinculado a la historia de su familia, particularmente a su pasado levantino. Los padres de Taleb eran ciudadanos franceses de religión ortodoxa griega que vivían en el Líbano durante la Guerra Civil. "Si se nace en una familia ortodoxa griega, uno habla árabe y va al liceo francés, se reciben automáticamente tres versiones distintas de las Cruzadas: la musulmana, la ortodoxa y la católica, y eso hace que cueste creer cualquier cosa que, a partir de entonces, se presente como una verdad".

Pero, más importante aún, Taleb también creció escuchando que con seguridad la guerra acabaría pronto, algo que tardó 15 años en ocurrir, lo cual le hizo comprender hasta qué punto los adultos manejaban mal el tema de las probabilidades.

Tras sus estudios, Taleb empezó a trabajar en Wall Street, donde le fue bien explotando pequeñas anomalías entre los distintos mercados. Se convenció de que los mercados financieros sistemáticamente minimizan el riesgo de grandes hechos improbables, e hizo una fortuna con el famoso "Lunes Negro" de 1987, cuando los mercados de valores de todo el mundo colapsaron. Si bien siguió trabajando en la banca por un tiempo más, ya había juntado el dinero que necesitaría para dedicarse a su gran pasión: escribir libros sobre su teoría, lo cual ahora alterna con conferencias no sólo a instituciones financieras sino, dada su fama actual, a la NASA o el Departamento de Seguridad Nacional norteamericano
 

Johngo

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-¿Qué le recomendaría a un lector argentino que abre el diario y ve que se anuncia crisis, que hay boom inmobiliario, que subirá el dólar, bajará el dólar...?

-Que sea escéptico, que desconfíe de los economistas. Hasta los periodistas saben más que los economistas, aunque no tanto como creen que saben (y los periodistas tienen, además, ese trabajo ingrato de tener que contar de una manera que se entienda cosas que quizá no se entienden de por sí). Pero los economistas tienen algo peor, además de que subestiman el riesgo y el impacto de los acontecimientos imprevistos, que son las categorías. Tomemos el producto bruto interno, por ejemplo. No tenemos la menor idea de dónde se hace un auto, por ejemplo. Una parte es de China, otra de Brasil, cada pieza es ensamblada también en un lugar distinto. Hay otra categoría que es el gasto de defensa que tiene, claro, sus estadísticas. En Estados Unidos, en los años 80, el gasto de defensa estaba básicamente diseñado para afectar negativamente la economía rusa y defendernos de los rusos si hacía falta. Ahora, a partir de los gastos de defensa, una de las cosas más importantes que se lograron fue el desarrollo de Internet. ¡El objetivo no era mejorar la vida sentimental de los corazones solitarios que buscan pareja en los chat-rooms! El objetivo era debilitar a los rusos, pero ahora tenemos a los rusos que se benefician de Internet tanto como los demás. Así que las relaciones entre causas y consecuencias de los economistas están totalmente confundidas y sus categorías también.

-¿Por qué no cree en la mayor parte de las predicciones?

-Porque hasta nos engañamos a nosotros mismos confundiendo el objetivo original de una búsqueda con el que declaramos tras el resultado. Las tecnologías que mueven al mundo hoy, como Internet, la computadora y el láser, no se usan de acuerdo con la intención de quienes las inventaron. En medicina, por ejemplo, es sabido que las drogas para la hipertensión desembocaron en el Viagra. Además, recientemente se desclasificaron documentos del Pentágono y se descubrió que la quimioterapia estaba vinculada a un accidente de gas mostaza. Muchos descubrimientos que se dice que son fruto de la investigación, en realidad, son accidentales, pero todo se disfraza para que parezca que el proceso había estado diseñado específicamente para llegar a ellos.

-¿Quiénes se benefician de una situación así?

-La gente que está con la mente abierta y puede darse cuenta de que no se está fallando en conseguir un objetivo determinado sino que se puede estar teniendo éxito en algo que no se estaba buscando es la que se mueve con más éxito en un mundo impredecible como el nuestro. Tiene que ser gente con cierta tolerancia al riesgo y al error en el camino, pero todos deberíamos reconocer que los humanos somos mucho mejores cuando hacemos que cuando entendemos, en la prueba y error que en el invento.

-Pero el no poder predecir nada, el no saber cómo actuar, ¿no nos lleva a una parálisis?

-No. Simplemente se trata de que, si uno sabe cuánto no sabe, va a tomar decisiones mucho mejores. Además, no hacer nada es muy superior a hacer algo estúpido. ¿Por qué tiene tanta mala fama el no hacer nada? Cuando a uno le duele la cabeza, es peor tomar un medicamento equivocado que no hacer nada.

-Pero entonces, ¿con qué regla deberíamos guiarnos en la vida cotidiana?

-Con la del hiperconservadurismo en las cosas que no entendemos y que no podemos predecir. Por ejemplo, el medio ambiente. No creo que Al Gore pueda entender un sistema tan complejo y anunciar qué va a pasar con el planeta, pero sí creo que deberíamos reducir la cantidad de autos y dejar al planeta lo más tranquilo posible. Ante la duda, hay que hacer lo mismo que la humanidad ha estado haciendo desde siempre: hasta las manadas de elefantes siempre llevan consigo a un elefante viejo porque pueden recordar. Y, por otro lado, ser hiperescépticos. La mayor parte del pensamiento, en particular desde el Iluminismo, se ha enfocado en cómo transformar conocimiento en decisiones. A mí me interesa cómo transformar la falta de conocimiento, la falta de comprensión, en decisiones.

-El 11 de Septiembre fue un gran cisne negro. ¿No lo preocupan los ataques terroristas?

-Me preocupa si me va a matar la cantidad de azúcar que hay en las comidas, que es muy peligrosa. Deberíamos preocuparnos por aquellas cosas sobre las cuales nuestra acción puede tener algún efecto, cualquier otra cosa es una pérdida de tiempo.

Por Juana Libedinsky
El perfil Del Líbano a los EE.UU.

Nassim Nicholas Taleb nació en 1960 en el Líbano, pero, durante su juventud, se trasladó con su familia a los Estados Unidos. Una vez allí, cambió su afición a la filosofía por los negocios: tiene un MBA en la escuela de negocios Wharton, de la Universidad de Pensilvania.
El Cisne Negro

Profesor de Ingeniería del Riesgo en el Instituto Politécnico de la Universidad de Nueva York, desde hace algunos años sus ensayos recorren el mundo, aunque la consagración internacional le llegó con su libro El cisne negro , publicado en 2007.

FUENTE:
Nassim Nicholas Taleb: "No hay que confiar en los economistas" - lanacion.com

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