Éste es un término que ha tenido cierta relevancia a partir de la crisis económica de 2008 y que se caracteriza fundamentalmente por su gran riesgo para recuperar el valor. Como consecuencia de ello, tienen una pésima apreciación por parte de las agencias de calificación o rating. Otra de sus aportaciones reside en el hecho de que suele presentar un precio bastante superior al del mercado. Hasta el punto que hace mucho más complejo su recuperación, al menos en lo que se refiere al medio y sobre todo corto plazo.
Al hablar de activo tóxico nos referimos a varias clases de producto y no a uno solo. Desde los fondos de inversión a las hipotecas subprime y que pueden originar una grave crisis económica en el mundo, tal y como ha sucedido en pasados ejercicios. No en vano, la mayoría de ellos se confeccionan en periodos de expansión, pero cuyos efectos negativos se precipitan en el momento en que los mercados financieros empeoren.
Un activo de estas características también puede ser objeto de las operaciones de los inversores. Pero teniendo en cuenta de que asumen muchos riesgos en su contratación ya que son es susceptible de perder una parte muy relevante del capital invertido en cualquier momento. Por este motivo son más conocidos como activos de mala calidad. Con una repercusión no solo en sus titulares, sino en las propias empresas que los adquieren ya que pueden agravar sus balances empresariales. Hasta el punto de llegar a situaciones muy complejas que requieren de un cambio en su estrategia patrimonial muy notable.
« Volver al glosario económico