Es un término muy importante dentro de la contabilidad de una empresa. Entre otras razones porque es el análisis más eficaz para conocer el estado de la misma, y sobre todo ajustado a la realidad. Serán tres los componentes que deberán tenerse en cuenta para su cálculo: amortización, intereses e impuestos. En este contexto, no solo se reflejarán los beneficios posibles, sino los diferentes descuentos que se llevasen a cabo. Para que de esta forma, se proporcione una situación exacta de la organización empresarial.
Sobre las ventajas que aporta este relevante apunte contable, una de las más relevantes es la que tiene que ver con la rentabilidad global que ofrece de cada una de las unidades de negocio. Mientras que por otra parte, y aplicado a las empresas cotizadas en bolsa, proporciona un dato indispensable para su reparto de dividendos entre los accionistas. A medida que su rango sea mayor, más elevado es el pago a cuenta. Con unos niveles en el cargo de los inversores que oscilan entre el 2 % y 9 %, aproximadamente.
Otro de los aspectos muy relevantes para su definición es el que tiene que ver con algunos factores de la estructura empresarial. Uno de ellos es la variación en el precio de las materias primas. Al igual que el coste que supone la mano de obra y algunas infraestructuras. Sin olvidarse de cualquier cambio que se produjese sobre las ventas o inventario. Para que al final se conozca si la empresa va por buen camino o no.
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