Se trata de un producto enmarcado dentro de la renta fija y que cuenta con un periodo de vencimiento definido: 10 años. Es emitido por algunos países para que puedan ser suscritos, tanto por los inversores institucionales como particulares. Los bonos más característicos de este formato son los americanos y alemanes. En el primer caso, más conocidos por su nombre en inglés, 10 year T-note Treasuries, mientras que el bono germano está representado por el Bund. En ambos casos, sirven de referencia a otros productos derivados en este mercado financiero.
Esta clase de bonos generan una amplia confianza entre los inversores. En especial, los anteriormente indicados al representar a dos de las economías más sólidas del planeta. Formando parte de la composición de muchos fondos de inversión, tanto de renta fija como mixtos. Mientras que por otro lado, pagan un cupón fijo todos los años. Así, al final de su vencimiento los titulares habrán percibido un total de 10 abonos, uno por cada año.
Una de las notas características de los bonos a 10 años consiste en que tienen la mejor nota crediticia. Este hecho en la práctica se sustenta en que sus riesgos son mínimos. Aunque con una rentabilidad que en ningún caso se puede comparar con la de productos procedentes de la renta variable. En estos momentos se mueven en una franja que va del 1 % al 2 %, algo menor que en vencimientos inferiores. Porque es precisamente su largo periodo de permanencia la mayor desventaja que ofrece a sus potenciales compradores.
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