Es un producto financiero de pago que se distingue porque es firmado por el emisor, pero sin que venga reflejado su importe. Así, su destinatario puede rubricarlo en el momento oportuno para ejercitar su cobro. Esta característica tan especial hace que estos cheques se constituya en una operación más peligrosa de lo habitual si no se tienen referencias o confianza sobre la última de las personas que forman parte de este proceso. A la vez que su principal desventaja es que el cobrador escriba cualquier cantidad, incluso no pactadas en el acuerdo.
Los cheques en blanco, por sus especiales características, son un producto en desuso en los últimos años en los que han emergido nuevos productos bancarios que cumplen con sus funciones. No en vano, ha sido denominado peyorativamente como cheques vacíos por su especial forma para cobrarlos. En cualquiera de los casos, no se deben confundir con los llamados sin firma que se refieren a otra modalidad donde no figura la rúbrica del librador.
Por otro lado, estos cheques se distinguen también por su componente familiar. Es decir, se usan para que los familiares más allegados cobren una cantidad rápidamente en la entidad bancaria cercana. De la misma manera que plantea una serie de incidencias vinculadas a la seguridad, como por ejemplo que puedan caer por cualquier motivo en manos de terceras personas. Además, ante un producto de estas prestaciones es necesario asegurarse de su autenticidad antes de ejecutarse el cargo.
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