Bajo esta denominación tan curiosa (que en inglés llaman “Penny Stocks”) se esconden unos valores bursátiles muy particulares que se caracterizan por ser muy aptos para las operaciones especulativas en los mercados de renta variable. Este hecho es debido a que su volatilidad es realmente extrema y con una diferencia muy importante entre su precio máximo y mínimo en una sola sesión de bolsa. Así, en pocos días se puede revalorizar en los dos dígitos, pero por las mismas razones perder su valoración al día siguiente con la misma intensidad.
Además, cuenta con muy poca liquidez lo que propicia que los inversores puedan quedar enganchados en sus posiciones. Es decir, que su precio actual quede muy lejos de la compra y por tanto se necesiten más tiempo para finiquitar la posición abierta. Con muy pocos títulos se puede manejar su valoración en los mercados, en uno como en otro sentido. Hasta el punto de que estos valores tan especiales han servido para que muchos de sus titulares hayan perdido una parte muy notable de su capital invertido.
Otra de sus particularidades más relevantes reside en el hecho que son títulos de empresas con graves problemas en su contabilidad y que cuentan con una capitalización mínima. Siendo muy susceptibles de las inversiones que tienen por objetivo generar grandes plusvalías en mínimos espacios de tiempo. De tal manera que pueden llevar a situaciones no deseadas, en las que incluso han dejado de cotizar, tal y como ha pasado en las últimas décadas.
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