Bajo esta denominación tan curiosa se esconden una serie de empresas que prestan servicios financieros sin estar habilitados para estos menesteres. Es decir, no puede operar en los mercados y ni tan siquiera ofrecer productos destinados a la inversión o ahorro. En este sentido, un documento de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CVMV) advierte que “la aparente prestación de tales prestaciones es sólo una tapadera para apropiarse del capital de sus víctimas”. Para conseguir estos objetivos no dudan en proporcionar promesas sobre la elevada rentabilidad de sus diseños y que por lo general no se cumplen.
En su estrategia comercial, puede ocurrir que estas entidades de dudosa ética ofrezcan un rendimiento muy satisfactorio en sus productos en los primeros meses. Para después desaparecer y dejar a sus clientes sin el dinero invertido y lo que es peor, sin dirección física donde localizarlos o ponerse en contacto. Es una práctica no permitida que por desgracia se ha llevado a cabo en las dos últimas décadas ante el deseo de buena parte de los usuarios de obtener un beneficio mayor.
Para no caer actuaciones ilegales se puede consultar una lista que elabora la Comisión Nacional del Mercado de Valores y que se actualiza todos los meses con el nombre social de estas empresas fantasmas. Por otra parte, y como medida preventiva, también conviene dudar cuando un producto genera un tipo de interés mucho más alto que el estipulado por los organismos oficiales. Será señal de que se está ante un chiringuito financiero.
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