La depreciación es la forma de repartir el precio de un activo físico utilizable durante el periodo de su vida útil. Las empresas realizan este proceso de depreciación de los activos con fines contables y fiscales. La depreciación también puede ser la reducción del valor de un activo que crean las malas condiciones del mercado. A efectos contables y fiscales, el proceso de depreciación demuestra la parte del valor del activo en cuestión que se ha utilizado.
En la contabilidad, las empresas intentan correlacionar el coste de un determinado activo con la cantidad de ingresos que prácticamente le reporta a la empresa. Con respecto a un equipo que les cuesta 1 millón de euros, puede tener una esperanza de vida práctica de 10 años. Depreciarían este activo a lo largo de diez años. La empresa gastaría 100.000 euros del valor del activo en cada ejercicio contable. También igualarían los ingresos que el equipo genera a la empresa cada año.
Los contables pueden utilizar trucos de depreciación para influir en los resultados financieros de la empresa. Esto se debe a que con una depreciación suficiente, la cuenta de resultados, el estado de flujos de caja, el balance y el estado de los fondos propios se verán afectados de forma significativa.
Es cierto que determinadas hipótesis de depreciación pueden tener impactos relevantes tanto en los valores de los activos a largo plazo como en los resultados de las ganancias a corto plazo. Otros activos pueden ver depreciado su valor por circunstancias desafortunadas o malas condiciones del mercado.
Dos ejemplos destacados de este tipo son los bienes inmuebles y las divisas. En la crisis inmobiliaria de 2008, muchos propietarios de viviendas vieron impotentes cómo el valor de sus viviendas se depreciaba incluso un 50% del valor. El día de los resultados de la votación del Brexit, la libra esterlina se desplomó más de un 10% en un solo día.
Los principios contables generalmente aceptados afectan a las cifras de depreciación. Esto se debe a que una empresa puede pagar un activo de larga duración en efectivo, como en el caso de un remolque de tractor que entrega sus mercancías a los clientes. Sin embargo este gasto no se mostraría como un coste contra los ingresos en ese momento. En lugar de ello, el gasto figura como un activo en el balance de la empresa.
El valor del activo se reduce de forma constante y continua durante la vida útil del activo en cuestión. Al reducirse el gasto, se trata de una forma de depreciar el activo.
En el caso de los activos a largo plazo, la amortización suele incluir dos líneas. Lo normal es que haya una que muestre el precio de los activos y otra que demuestre la cantidad de depreciación que se ha cargado contra el valor de los activos.