Estamos ante una estrategia en la inversión que tiene como principal finalidad protegerse de los movimientos adversos de los mercados de renta variable y fija. Como consecuencia de esta decisión, los usuarios eligen varios activos financieros para componer su cartera. No solo con las propuestas anteriormente indicadas, sino con otros: dinero en efectivo, imposiciones a plazo o incluso productos alternativos (materias primas, oro, etc.). Para que así, se consiga mantener el capital invertido por encima de otras consideraciones más estratégicas.
De todas las formas, la diversificación también se puede llevar a cabo dentro del mismo activo financiero. En la compra y venta de acciones en bolsa se conformaría con la toma de valores de diferentes índices, sectores o plazas internacionales. De forma que se constituiría una cartera de inversión mucho más equilibrada y con garantías de que no habrá grandes caídas en la misma. Se creará en función del perfil del inversor: conservador, moderado o agresivo.
Esta estrategia es especialmente relevante en las tendencias bajistas de los mercados bursátiles. Debido a que todo el capital no estará concentrado en un mismo valor o activo financiero. Un producto que recoge este deseo de los inversores es el fondo de inversión. Donde su composición es muy variada y también en la localización de las plazas financieras. Un claro ejemplo son los fondos mixtos que se basan habitualmente, tanto en la renta fija como en la variable, en mayor o menor intensidad. Al tener un mejor rendimiento en los escenarios más negativos para las finanzas.
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