Se trata de un sistema muy particular de economía mixta que se implantó en algunos países europeos en la década de los 60 y 70 del siglo pasado. Tiene por objetivo asignar un mayor nivel de recursos económicos al sector público. En especial, destinados a la sanidad, jubilación, parados o para fomentar las ayudas sociales. Como contrapartida, y para financiar estas necesidades, se eleva la fiscalidad entre los ciudadanos para evitar que el déficit público sea mucho más elevado de lo deseable. Además, el intervencionismo por parte del estado está más presente que en otros modelos liberales.
También es un escenario social muy reconocible por el mayor gasto social que se impone desde sus presupuestos generales. Para que las personas con mayores problemas sociales puedan sufragar sus necesidades más básicas. A través de esta serie de actuaciones se tiende a llegar a una nueva forma en la organización del estado, como mezcla entre el capitalismo y socialismo. No en vano, los grandes impulsores de este modelo de organización han sido los partidos socialdemócratas escandinavos.
Por otro lado, es un sistema de gobierno que trata de que todas las personas puedan tener sus demandas elementales cubiertas. Para combatir las situaciones de exclusión social derivadas del incremento del paro o pensiones muy bajas. Al igual que ha tenido su origen en las teorías del economista Keynes que preconizaba una mayor intervención del estado como forma de neutralizar el liberalismo en la organización de la sociedad. De ahí que haya detentando grandes detractores entre los partidarios de desregularizar los instrumentos económicos.
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