Aunque a efectos prácticos muchas veces intercambiamos la palabra “hipoteca” con “préstamo hipotecario” se trata de dos conceptos diferentes.
El préstamo hipotecario es el contrato por el cual el banco te presta una cantidad de dinero para comprar una vivienda (que puede ser una hipoteca variable, fija o mixta). Como contraprestación este banco recibe unos intereses y comisiones por parte del cliente, impuestas por las cláusulas de este contrato. Cada préstamo hipotecario tiene unas características, cláusulas, plazo, interés y cuota propias, pactadas entre el banco y el cliente.
La hipoteca es otra cosa, se trata de la garantía real de que se va a devolver las cantidades prestadas más los intereses. Aquí la propia vivienda actúa como garantía de pago. En el caso de no pagar, y agotando otras vías, el banco tendrá el derecho de quedarse con la vivienda.
Por tanto cuando nos referimos a “la hipoteca” como el préstamo en sí no estamos siendo del todo rigurosos ya que siempre deberíamos decir “préstamo hipotecario” pero como es más sencillo decir “hipoteca” todo el mundo utiliza este término, de hecho en las comunicaciones comerciales de los bancos la mayoría de los veces utilizan este término y en vez de decir, por ejemplo, préstamos hipotecario variable dicen directamente “hipoteca variable”.
De la misma manera cuando nos referimos a “bancos” solemos hablar de todas las entidades financieras que nos prestan el dinero pudiendo ser bancos, cajas de ahorros o entidades financieras de otro tipo.
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