Se trata de un instrumento de inversión que está compuesto por varios activos financieros que ponen en marcha, tanto estados como empresas y que van destinadas a diferentes suscriptores. Entre estos se encuentran letras, bonos, obligaciones del estado y en general cualquiera tipología de deuda pública. Es un producto que se caracteriza porque aporta un tipo de interés, aunque este por debajo de otros modelos de inversión. Dentro de una franja, en los momentos actuales, que oscila del 0,5 % al 3 % aproximadamente. Abonándose a su vencimiento o en el instante de su formalización, en función de cada formato.
Uno de los riesgos que conlleva su contratación es la posible dificultad crediticia de las corporaciones que emiten renta fija. Un fenómeno que es conocido como rating y que originan sensibles variaciones en el precio de la deuda. De todas las formas, se configura como un modelo más seguro que el procedente de la variable debido a que siempre ofrece una rentabilidad fija y garantizada. Pase lo que pase en los diferentes mercados financieros.
Por otro lado, esta es una estrategia en la inversión que va dirigida a un perfil de usuario muy bien definido. Persona defensiva, con gran aversión al riesgo y que desea sobre que prevalezcan sus ahorros por encima de otras consideraciones más agresivas. De la misma manera que genera una amplia oferta donde elegir y sin limitarse a un solo activo financiero. Formando parte también de las carteras de algunos fondos.
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