Los robo advisors (que traducido sería “Asesores robot”) son plataformas digitales que ofrecen servicios de planificación financiera automatizados y basados en algoritmos. Recopila información de los clientes sobre su situación financiera y sus objetivos futuros a través de un formulario y posteriormente utiliza esos datos para ofrecer asesoramiento e invertir automáticamente los activos del cliente.
Los robo advisors suelen ofrecer una fácil configuración de la cuenta, una sólida planificación de objetivos, servicios de cuenta, gestión de carteras, características de seguridad, servicio al cliente, formación y en general unas comisiones más bajas que su equivalente “humano”.
Los primeros robo advisors se lanzaron en 2008 y su objetivo inicial era reequilibrar los activos dentro de los fondos con fecha objetivo como una forma de que los inversores gestionaran las inversiones pasivas, de compra y mantenimiento, a través de una sencilla interfaz.
La tecnología en sí no era nada nuevo. Los gestores de patrimonios llevan utilizando software de asignación automática de carteras desde principios de la década de 2000. Pero hasta 2008, eran los únicos que podían comprar la tecnología, por lo que los clientes tenían que contratar a un asesor financiero para beneficiarse de la innovación.
Hoy en día, la mayoría de los robo advisors ponen en práctica estrategias de indexación pasiva que se optimizan utilizando alguna variante de la teoría moderna de carteras (MPT). Algunos robo-asesores ofrecen carteras optimizadas para la inversión socialmente responsable (ISR) o estrategias tácticas que imitan a los fondos de cobertura (Hedge Fundos).
La llegada de los modernos robo advisors ha cambiado por completo esa narrativa al ofrecer el servicio directamente a los consumidores. Tras una década de desarrollo, los robo-asesores son ahora capaces de gestionar tareas mucho más sofisticadas, desde la elaboración de un portfolio adecuado para el perfil del cliente hasta la planificación de la jubilación.
La mayoría de los robo-asesores utilizan la teoría moderna de carteras (o alguna variante) para construir carteras pasivas e indexadas para sus usuarios. Una vez establecidas, los robo advisors siguen supervisando esas carteras para asegurarse de que las ponderaciones óptimas de las clases de activos se mantienen incluso después de que los mercados se muevan.
A cada clase de activo, o valor individual, se le asigna un peso objetivo y un rango de tolerancia correspondiente. Por ejemplo, una estrategia de asignación podría incluir el requisito de mantener un 30% en renta variable de mercados emergentes, un 30% en valores nacionales y un 40% en bonos del Estado, con una banda de +/-5% para cada clase de activos.
Básicamente, las participaciones en los mercados emergentes y en los blue chips nacionales pueden fluctuar entre el 25% y el 35%, mientras que entre el 35% y el 45% de la cartera debe asignarse a la deuda pública. Cuando el peso de cualquiera de las participaciones salta fuera de la banda permitida, toda la cartera se reequilibra para reflejar la composición inicial prevista.
En el pasado, este tipo de reequilibrio ha sido mal visto porque puede llevar mucho tiempo y generar comisiones por transacción. Sin embargo, con los robo advisors esto es automático y prácticamente sin coste.
Otro tipo de reequilibrio que se encuentra habitualmente en los robo advisors -y que se hace rentable mediante el uso de algoritmos- es la gestión de pérdidas fiscales mediante una estrategia que consiste en vender valores con pérdidas para compensar las ganancias de capital de un valor similar.
La principal ventaja de los robo advisors es que son alternativas de bajo coste a los asesores tradicionales. Al eliminar el trabajo humano, las plataformas online pueden ofrecer los mismos servicios a una fracción del coste. La mayoría de los robo advisors cobran una tarifa fija anual del 0,2% al 0,5% del saldo total de la cuenta del cliente. Eso se compara con la tasa típica del 1% al 2% que cobra un planificador financiero humano (y potencialmente más para las cuentas basadas en comisiones).
Los robo advisors también son más accesibles. Están disponibles las 24 horas del día, siempre que el usuario tenga una conexión a Internet. Además, se necesita mucho menos capital para empezar, ya que los activos mínimos requeridos para acceder a ellos son muy bajos.
La contratación de un robo-advisor suele implicar la realización de un breve cuestionario de perfil de riesgo y una evaluación de su situación financiera, su horizonte temporal y sus objetivos de inversión subjetivos.
La entrada de los robo advisors ha roto algunas de las barreras tradicionales entre el mundo de los servicios financieros y los consumidores medios. Gracias a estas plataformas en línea, la planificación financiera sólida es ahora accesible a todo el mundo, no sólo a los individuos con grandes patrimonios.
Sin embargo, muchos en el sector tienen dudas sobre la viabilidad de los robots como solución única para la gestión de patrimonios. Dada la relativa incipiencia de sus capacidades tecnológicas y su mínima presencia humana, los robo advisorshan sido criticados por su falta de empatía y sofisticación.
Son buenas herramientas de entrada para las personas con cuentas pequeñas y experiencia limitada en inversiones, pero están lejos de ser suficientes para aquellos que necesitan servicios avanzados como la planificación patrimonial, la gestión fiscal complicada, la administración de fondos fiduciarios y la planificación de la jubilación.
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