Los Windfall profits (beneficios imprevistos o beneficios caidos del cielo) son ganancias grandes e inesperadas resultantes de circunstancias afortunadas. Por lo general, estos beneficios están muy por encima de las normas históricas y pueden producirse debido a factores como un pico de precios o una escasez de oferta que son de naturaleza temporal o más duradera. Los beneficios inesperados suelen ser cosechados por todo un sector industrial, pero también pueden llegar a una empresa individual.
En el caso de un individuo, un beneficio inesperado puede ser un aumento de los ingresos como resultado de un acontecimiento específico y único, como ganar la lotería, heredar dinero o poder vender repentinamente esa pieza rara de recuerdos musicales que posee por una gran cantidad de dinero después de que el cantante fallezca.
Entre las razones por las que pueden surgir los beneficios inesperados están un cambio repentino en la estructura del mercado, una orden ejecutiva del gobierno, una sentencia judicial o un cambio drástico en la política comercial. Las empresas que se benefician de los beneficios inesperados no los habían previsto, pero naturalmente se alegrarían de recibirlos.
Estos beneficios tendrían diversos usos: aumentos de dividendos o un dividendo especial de una sola vez, recompra de acciones, reinversiones en el negocio para el crecimiento futuro o reducción de la deuda. En la actualidad, los beneficios inesperados no están sujetos a impuestos en Estados Unidos, aunque se han realizado tibios esfuerzos para reintroducir el impuesto.
Para un individuo, un beneficio inesperado puede suponer un aumento repentino de sus ingresos, más allá de lo que podría haber esperado razonablemente. A diferencia de una empresa, no se espera que un individuo transfiera los beneficios a otros.
En 2008, el barril de crudo WTI superó los 140 dólares desde los 60 dólares por barril de apenas un año antes. Varios factores, tanto del lado de la oferta como de la demanda, conspiraron para disparar el precio. La agitación en Oriente Medio, los efectos persistentes del huracán Katrina, las interrupciones del suministro en Venezuela y Nigeria, la fuerte demanda de los países en desarrollo y el fervor especulativo de los operadores se consideraron causas de la fuerte subida de los precios del petróleo. Los productores de petróleo y gas obtuvieron beneficios inesperados, pero fueron efímeros, ya que apenas cinco meses después de que el precio alcanzara su punto máximo, el barril de petróleo se negociaba a sólo 40 dólares por barril
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