En una operación que, a pesar de su complejidad, se podría denominar como vertiginosa, Bankia y Caixabank parecen haber alcanzado un acuerdo para su fusión. Tras el beneplácito de sus respectivos consejos de administración, comenzará la ronda de aprobaciones de las juntas de accionistas, del Banco de España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores, la Unión Europea, etc. que, previsiblemente, darán luz verde a la fusión, porque eso es precisamente lo que se viene fomentando desde hace años: fusiones de entidades financieras para asegurar su supervivencia. Aun así, se calcula que, yendo todo bien, no será hasta finales de año o principios del siguiente cuando vea la luz la nueva entidad.
Como resultado final, la unión entre Caixabank y Bankia alumbrará una entidad con más de 664.027 millones de euros en activos a nivel de grupo, alrededor de 630.000 millones en España, lo que convertirá al banco en el primero en el ranking por activos en nuestro país En lo que respecta a número de clientes se superarán los 23 millones; las sucursales estarán por encima de las 6.700; y la plantilla superará los 51.000 empleados. A nivel europeo pasan a ser la décima entidad y quedarán listos para lo que se augura que supondrá la siguiente ronda de fusiones: las de los bancos europeos de los distintos países. Es decir, que no tardaremos en ver uniones bancarias, ya sea por fusión o absorción, de entidades de diferentes países.
En lo que se refiere al encaje financiero acordado, desde la noche del pasado 3 de septiembre, que se hizo pública la operación, se sabe que Bankia tendrá algo más del 25% del nuevo banco y la actual Caixabank en torno al 75% de la fusionada.
Esto significa que el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB), primer accionista de Bankia, con un 61,8%, convocará a la comisión rectora – su máximo órgano de control- para analizar la absorción. Tras su previsible visto bueno, este organismo pasará a ser propietario del 16% del nuevo banco aproximadamente.
En este sentido, si bien hasta ahora, el FROB no tiene consejeros en Bankia, con la integración ha pedido asientos para poder participar en la futura gestión, lo cual también significa otra cosa: la operación de rescate de Bankia, que supuso la inyección de más de 20.000 millones de euros hace ya más de 8 años, no se va a liquidar aprovechando la fusión, sino que parece que se va a perpetuar. El resultado de esto es que, a corto plazo, las arcas del estado no van a recuperar la cantidad aportada, a pesar de las evidentes necesidades actuales.
Sin embargo, este anuncio de fusión que tan bien ha sentado a los accionistas de ambas entidades (que han visto cómo aumentaba el valor de su inversión) y a casi todos los operadores económicos, ya ha despertado las primeras voces de alarma. La asociación de consumidores Facua ha alertado de los efectos nocivos que tiene para los consumidores una concentración bancaria de este calibre. Ha avisado en concreto de dos efectos perversos que esta fusión puede provocar.
Por un lado, tendríamos que una mayor concentración bancaria puede provocar de hecho un mayor control del mercado por parte de muy pocos operadores, lo que puede redundar en una posición de poder de los mismos. Esto se traduce en peor servicio a los clientes y una mayor cuantía de comisiones y cobros a los mismos.
Por otro lado, para llevar a cabo la operación, ambos equipos gestores han diseñado un exhaustivo plan de ahorro de costes y sinergias para ganar en rentabilidad, como exigen los reguladores, lo esto significa necesariamente el cierre de oficinas y reajustes de plantilla, lo que redundará en un peor servicio al consumidor.
Según UGT, el 27% de las oficinas de ambas entidades coinciden en el mismo distrito postal. Fuentes conocedoras de la operación apuntan al cierre de 1.500 oficinas (25%) y al despido de 8.000 personas (15% de la suma de las plantillas). El coste de los despidos podría superar los 2.500 millones de euros. El banco catalán cuenta con 3.797 oficinas en España y más de 35.000 empleados mientras que la entidad madrileña tiene 2.260 sucursales y no llega a los 16.000 empleados. Como dato quizás anecdótico, se puede decir que el historial de absorciones de CaixaBank ha conllevado el cierre de tantas oficinas como las absorvidas en cada fusión, lo que puede dar una idea del número de oficinas que pueden llegar a cerrar. Lo que también es cierto es que los ámbitos geográficos de las entidades actuales no están tan solapados como en anteriores absorciones.
La asociación en defensa de los consumidores Asufin, por su parte, asegura que la fusión entre Bankia y CaixaBank supone un importante movimiento de concentración bancaria que es preocupante y que limita la competencia. A juicio de Asufin, este tipo de operaciones generan entidades demasiado grandes para caer, lo que deriva en abusos y arbitrariedades, representando todo ello un riesgo para el consumidor.
Pero aún hay más, esta asociación ha subrayado que ambas entidades reúnen una alta litigiosidad por la comercialización de sus hipotecas y otros productos financieros con cláusulas que han sido declaradas nulas en los tribunales. A este respecto se ha referido a la multidivisa de CaixaBank tras la absorción de buena parte del conjunto de cajas de ahorro o a las cláusulas suelo en el caso de Bankia. sin olvidar que hablamos de las entidades que, en conjunto, mayor número de hipotecas referenciadas al índice IRPH comercializaron, mantienen vivas y son objeto en estos momentos de batalla judicial.