Desde el propio nacimiento de las bolsas de valores existen los rumores que mueven de forma accentuada la cotización de un valor según la naturaleza del propio rumor. Ahora utilizamos internet y demás redes sociales que hacen que la información se propague como la pólvora. Pero en la Bolsa de Amsterdam del siglo XVII, carecían de los recursos actuales, por lo que la única vía para difundir rumores eran los actos sociales protagonizados en “caffe shops”. Y ahí sí esos sí que sabían manipular un valor, no les temblaba el pulso en decir que una determinada empresa había descubierto un yacimiento de oro con el propósito de disparar la cotización o bien comentar a los asistentes que mercenarios habían asaltado un barco de una empresa apropiándose de un jugoso botín, de este modo hundían la cotización de un valor…. como verán la imaginación de los “actores” no tenía limites. En otras ocasiones, un mismo inversor realizaba varias transacciones sobre un valor de baja liquidez mediante distintos intermediarios para simular un interés sobre el valor, y a la vez que propagaba un rumor atrayendo con “miguitas de pan” los demás inversores.
Hay dos tipos de rumores, aquellos que puedan tener un mínimo de base sólida por el contexto de la empresa, del territorio o del sector y los que directamente son fruto de la imaginación más perversa del individuo. El problema para el inversor está en qué trazar la línea entre diferentes rumores y por ello, podemos calificar un rumor según un intangible la credibilidad del emisor y si existe o no algún tipo de conflicto de interés conocido que “a priori” afecte a la difusión de este tipo de información.
La finalidad para provocar estos rumores es que cuando se sepa la verdad el precio reaccionaría en sentido inverso del rumor engañoso, no obstante si se confirma el rumor, el valor ya habrá descontado con el movimiento anterior… de aquí deriva la frase “compra en el rumor y vende en la noticia”. Desde que un instrumento financiero cotiza, influir en la psicología del mercado muy tentador por lo que si alguien con acciones de una compañía y pretendiendo deshacer su posición con mayores beneficios, calentaba y animaba a sus círculos mediante cualquier pretexto para desatar la euforia y consecuentemente las compras. También se pudiera dar el caso que alguien quisiera hacer caer un valor mediante un rumor que desatara el miedo y el pánico para así acaparar un lote importante de acciones a precios de ganga y luego cuando desapareciera el nubarrón la cotización volvería al punto de partida.
Los rumores que más calientan un valor suelen ser aquellos fundamentados en Ofertas Públicas de Adquisición (OPA’s) ya que los inversores se aprovecharían de este posible interés acaparando el mayor lote de acciones para que después podamos vender los títulos a la empresa ofertante y quedarnos con una jugosa plusvalía, además debido a la naturaleza del rumor suelen dilatarse bastante en el tiempo hasta confirmarse o descartarse. Sin embargo también se puede calentar o enfriar el mercado mediante las declaraciones de los máximos representantes de los Bancos Centrales, debido a su poder para adoptar políticas monetarias expansionistas o contractivas que afectan directamente a la percepción que los inversores tienen sobre el mercado.