Una de las grandes innovaciones financieras de los años 80 del siglo XX fue el desarrollo del mercado de los «bonos basura», los bonos de empresas que no habían sido calificadas por una de las principales agencias de calificación. Los tipos de interés sobre estos bonos eran (y siguen siendo) bastante superiores a los tipos de interés de los bonos que han sido calificados en uno de los «grados de inversión».
Muchos de estos bonos son en su mayoría «ángeles caídos», emitidos por empresas cuando sus circunstancias económicas eran más favorables y por lo que recibieron una calificación crediticia. Una serie de contratiempos da lugar a la reducción de su calificación crediticia y finalmente a la calificación de solvencia más baja, un percance más y las agencias de calificación podrían colocar a la empresa en el grado de no inversión o calificación especulativa. Esto lo hemos visto últimamente con los países, cómo pasan del “Sobresaliente” (AAA) al “Suspenso” (CCC) en pocos años y cómo eso afecta a su capacidad de endeudamiento.