Desde que estoy metido en un pequeño negocio relacionado con el turismo me he aficionado a hablar con muchos empresarios del sector, muchos de los cuales son pymes y/o están en contacto con otras. Es lo que tiene el turismo, que engloba muchas actividades y se nutre y da negocio a otras muchas. Desde finales del año pasado detecté un mayor optimismo ya que todos aseguraban -y contaban de otros lo mismo- que ya habían realizado todo el ajuste necesario: no podían prescindir de más trabajadores, los gastos no se podían recortar más, la ausencia de créditos y los retrasos en los pagos ya habían sido asumidos… en resumen, que lo que quedaba era o aguantar aquí o mejorar pero difícilmente podía ser peor. Como suele ocurrir tantas veces esta visión subjetiva y parcial coincide con datos publicados como el de confianza empresarial (Leading Indicators) que reaccionaron al alza a finales de 2012 a pesar de la caída del PIB.
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Tanto si son reales como no, los eslogans en los que se puede leer las palabras: liquidaciones, promociones, descuentos, ofertas, siempre llaman la atención, y a partir del pasado julio han proliferado en algunos comercios debido a la nuevas medidas que el gobierno ha impuesto. Aunque de momento las rebajas generales siguen teniendo lugar únicamente dos veces al año, hay comercios que se están empezando a aprovechar de estas nuevas medidas, utilizando como única estrategia de venta la promesa de unos precios más bajos. Los porcentajes descontados y las comparaciones entre el precio actual y el anterior son los factores que se encargan aquí de hacer todo el trabajo y poco queda de la importancia de la calidad real del producto respecto al precio actual.
Por otro lado también han empezado a proliferar empresas que ofrecen únicamente ofertas, como por ejemplo Groupon, páginas en las que se reúnen una multitud de diferentes servicios, actividades y empresas, ofreciendo precios muy competitivos. Se trata de empresas que trabajan como plataformas, encargándose de publicitar productos cuyos propietarios quizás no tienen los medios o no quieren ocuparse de esta parte comercial, bajando los precios para darse a conocer al público.
Pero las medidas liberalizadoras que realizó el gobierno no solo se limitan a dar más libertades respecto a estas campañas promocionales, sino también a aumentar el número de días festivos en los que se permitirá abrir, de ocho a diez.También ha flexibilizado los horarios de los comercios dirigidos al turismo en ciudades que según criterios objetivos serían consideradas turísticas, de forma que el horario de apertura puede llegar hasta las 90 horas a la semana. Medidas que podrían no representar un aumento directo de las ventas, por mucho que se fomentasen las ofertas en alojamiento o transporte y sí un descenso de la calidad de vida de los trabajadores de estos comercios.