Se cumplió el guion y el pasado Jueves el Banco Central Europeo rebajó el precio del dinero hasta un histórico 0,50% e incluso ayer mostraron la posibilidad de volver a bajar los tipos si es necesario. Una medida que para casi todos (exceptuamos por sus últimas declaraciones a Ángela Merkel) es necesaria aunque sus resultados generan dudas, no porque lleve a un empeoramiento de la situación o a puntos negativos como una elevación de los precios, sino porque el efecto positivo que lleve esta medida es más que probable que no se trasladen a la economía real, al menos no de la forma necesaria. Este proceso es mucho más claro en los países periféricos especialmente en España y se resume claramente en la frase de Mario Draghi: “No puede haber un temor de falta de financiación como excusa para no prestar”.
Si los bancos no prestan, casi el único efecto positivo de la bajada de tipos se verá en sus balances (exceptuamos los “afortunados” hipotecados que tienen su préstamo referenciado al Euribor y no tienen cláusula de suelo) se refinancian barato captando liquidez en tipos cada vez cercanos al 0% que utilizan, por ejemplo, para comprar Deuda del Estado que aunque baje, estará por encima del 3%, a la vez que siguen consiguiendo de sus clientes más depósitos (en marzo han vuelto a crecer en más de 4.200 millones) a tipos más reducidos, mientras que el crédito llega a cuentagotas y muy caro. Esta es la realidad desde mañana mismo, los bancos captarán ya fondos muy baratos y se aprovecharán de ello, al igual que con la caída de tipos de interés han visto mejorar de forma importante sus márgenes de negocio.
¿Qué se puede hacer?
Mario Draghi continúa dando zanahorias a los bancos, pero ningún palo, solo advertencias. De momento quita cualquier tipo de excusa a que se interrumpa el mecanismo de transmisión, ya que garantiza que los bancos verán satisfechas sus demandas de liquidez a un tipo fijo y sin límite de adjudicación al menos hasta julio de 2014, en vez de limitar la cuantía de la financiación al sistema bancario. Pero ha declarado que se siente “frustrado” por el hecho de que los bancos, a pesar de todo lo hecho hasta ahora, no abren líneas de crédito a las empresas. ¿Por qué no imponer restricciones a aquellos bancos que no den crédito? Parece que se sigue primando el saneamiento de las instituciones financieras por encima de estos cumplan de forma correcta su función de intermediario. De hecho, la única medida o acción que se ha anunciado consiste en que el BCE se pondrá en contacto con otras instituciones europeas para estudiar la posibilidad de mejorar el crédito a las empresas.
Un mayor beneficio sólo a medio plazo
Con esta coyuntura, lo más probable es que el aumento del crédito será muy lento y sólo a medio plazo, y siempre que se mantengan unas condiciones de tipos bajos, los bancos empezarán a aumentar la concesión. Es decir, cuando sus balances estén saneados y necesiten aumentar el negocio para no estrangularse por la falta de actividad. Lo malo, es que un proceso lento no ayuda nada a la recuperación y puede llevarse a muchas empresas y ciudadanos que necesitan de financiación a tipos de interés aceptables. Es más, se corre el riesgo a que cuando los bancos se vean en situación de dar de nuevo préstamos, los tipos comiencen a darse la vuelta y por tanto no transmitan este beneficio. Y es que aunque nuestra recuperación se estime larga, lenta y complicada, tan pronto como se reactive la actividad (que no recesión) de las economías centrales como Alemania o Francia, que está notando el parón de las exportaciones, el BCE no dudará en volver a subir los tipos de interés, y como ha ocurrido desde su creación, con unas subidas, que se realizan de forma mucho más rápida que las bajadas, que como la actual ha tardado 10 meses en producirse. Esta es la coyuntura que marca un claro desequilibrio, con bancos que no tienen intención de compartir la liquidez y tipos bajos que disfrutan, sin que las instituciones parezca que ponen remedio para que esto cambie.
Antonio Gallardo, portal de iAhorro