No dejes que nadie te líe. Todo el mundo dice que la infancia y los años de colegio son la época más feliz de la vida. Pero eso no es del todo cierto. La etapa que va entre los diez y los catorce años puede ser muy divertida, pero, desde el punto de vista físico, van a ser probablemente los años más desconcertantes de toda tu vida.
Esto se debe a que te estás transformando de niño a adulto. Te están ocurriendo grandes cambios, tanto físicos como mentales. Este libro no resolverá todos tus problemas y a lo mejor ni siquiera de respuesta a todas tus preguntas. Pero cuando lo hayas leído, seguramente habrás aprendido un montón sobre lo que te está pasando, y estarás mucho mejor preparado para afrontarlo.
Esta es la sinopsis de “¿Qué me está pasando?” uno de los muchos libros que los papis dejan en la habitación de los niños para que aprendan todas esas incómodas cosas que suceden por su cuerpo.
La verdad es que ya no sé si los niños de hoy en día se leerán libros como éste o directamente se irán a Google y buscarán “qué me está pasando” o incluso si son ellos los que pueden dar lecciones a los padres… lo que me temo tienen más complicado es entender “qué está pasando“, por qué este año las vacaciones son más cortas o por qué cada vez mis papis me compran menos cosas.
El otro día, en la web de Terra Colombia, en la sección de economía escribieron un interesante artículo acerca de cómo enseñar a los niños a manejar el dinero, veamos que 10 errores identifican:
Evitar el tema
Es común que como padre tengas dudas, miedos, prejuicios (quizá pienses que las finanzas son aburridas o complejas) y no sepas cómo tratar el tema con tu hijo. No es excusa para que esto se convierta en una especie de tabú familiar. Existen temas complejos como la desigualdad y la escasez, a los que tu hijo tarde o temprano se enfrentará, por ejemplo: al dilema de que no se puede tener todo, porque los recursos con los que contamos son limitados y nuestras necesidades ilimitadas. Enséñale a establecer prioridades. ¡No evadas el tema!
El colegio le enseña
Hay quienes piensan que la escuela es la encargada de toda la educación de los niños: falso. Es fundamental en el desarrollo integral de tu pequeño, sin embargo, es necesario complementar dicha formación en casa. Hablando de educación financiera, debes intervenir, teniendo en cuenta que no se trata de un tema muy visto en la escuela.
Mensajes incorrectos
Recuerda que los niños son muy perceptivos y captan todo. Cuando uses la tarjeta de crédito para pagar, explícale que no es mágica, que es un préstamo que tendrás que pagar con intereses, es decir, tendrás que abonar un poco más de lo que gastaste con ella. También cuando retires dinero del cajero automático, explícale que es tu dinero, que te ganaste con tu trabajo, no es una caja fantástica. Ten presente que tu hijo está expuesto a diversas fuentes de información, no siempre precisas: la televisión, el internet y hasta sus compañeros de clase.
Subestimarlo
Tu hijo es mucho más listo de lo que crees, ¡durante la infancia parecen esponjas!, absorben todo lo que sucede a su alrededor. Desde los tres años ya puedes enseñarle aspectos básicos del dinero (cuánto vale cada moneda que le das, para qué le alcanza) y d el ahorro (puede comenzar a ahorrar en una alcancía), enfocados a su edad.
Ser su salvación
No siempre vas a poder estar ahí para salvarlo o protegerlo, y un excelente método de aprendizaje es dejarlo tomar sus propias decisiones y que asuma las consecuencias de sus actos. Esto, aunque no lo creas, le dejará buenas enseñanzas que podrá aplicar en un futuro.
Comprarle todo
Si eres de esos padres que siempre buscan cumplir los caprichos de sus hijos, ¡ojo! crecerán creyendo que la vida es fácil (no requiere esfuerzos) y que lo merecen todo. Como padre quieres darle todo a tu hijo, sin embargo, por razones económicas no siempre se puede. Los expertos recomiendan que cuando tu hijo aprenda a decir la palabra “quiero” y asocie el concepto a la manera de satisfacer un deseo, es el momento adecuado para explicarle la diferencia entre querer y necesitar.
¡Mucho ojo! cuando tu hijo te pida algo, no le digas “no hay dinero”, mejor enséñale a ahorrar para alcanzar sus metas.
No ser proactivo
Si por problemas económicos te ves en la obligación de sacar a tu hijo de una actividad, clase o hobbie, en estos casos, es una mala elección cruzarse de brazos y simplemente dejar que las cosas fluyan sin decir nada. Debes ser franco con tu hijo, decirle el motivo por el cual tiene que abandonar la actividad que tanto le gusta. Acuérdate, siempre con tacto y explicaciones de acuerdo a su edad. Enseguida ofrécele alternativas de diversión que no sean costosas o inclusive gratuitas; simplemente es cuestión de investigar.
Hablar mal de los que tienen más
Tu hijo debe comprender que el dinero no determina la calidad de personas. Quienes tienen una vida holgada quizá sea porque se esforzaron para lograrlo. Evita siempre dar un comentario negativo al respecto: ¡tiene porque lo robó! ¡no merece tenerlo todo!
Este tipo de comentarios, fundamentados o no, indirectamente le crean a tu pequeño un prejuicio negativo y de rencor hacia la gente con dinero, y esto, puede desencadenar en un tema muy común en las escuelas: el bullying, específicamente el moneybullying. El autor norteamericano Neale Godfrey, lo define como el acoso escolar originado por el dinero.
No involucrar a tu hijo
Los niños son muy perceptivos, ellos se dan cuenta cuando las cosas no andan bien, si tienes problemas financieros o deudas, lo primero que tienes que hacer es tranquilizarte, para no transmitir ese malestar y preocupación a tu hijo.
Habla con tu hijo haciendo hincapié en que las cosas van a mejorar, y que él puede ayudarte a ahorrar, ¡involúcralo! por ejemplo, cuidando sus útiles escolares y llevando lunch preparado en casa, en vez de gastar dinero en la escuela ¡es más económico!
No darle a tiempo su paga
La paga es una gran oportunidad para fomentar en tu hijo los conceptos de ahorro y presupuesto: aconséjale no gastar todo, sino guardar una parte para alcanzar metas futuras y enséñale a hacer su presupuesto para la semana, que comience registrando cuánto le das y cuáles son los gastos que comúnmente realiza. Algunos expertos no aconsejan retenerles la paga como castigo a un mal comportamiento, es mejor buscar otras formas de sanción.
Relacionado con esto, hace poco leí como un economista le explicaba la crisis a su hermana pequeña a través de Pokemon, que muestra lo fácil, a la par que complicado que puede ser enseñar la crisis a los niños.
Kevin: ¿Estás al tanto de las noticias?
Olivia: Sí, no me entero muy bien.
Kevin: Imagina que te presto 50$, pero a cambio de mi generosidad me prometes devolverme los 50$ más 10$ adicionales como intereses. Para asegurarme de que me pagarás, me quedo con tu carta Pokémon de Charizard (una carta, relativamente rara, de las cientos que existen de Pokemon) como garantía.
Olivia: Kevin, ya no juego a los Pokémon.
Kevin: Ahora llego a eso. Digamos que tu carta de Charizard vale 50$, por lo que si decides no devolverme mi dinero, al menos tendré algo que valga lo que te he prestado.
Olivia: Vale.
Kevin: Pero un día, la gente se da cuenta de que Pokémon es estúpido y todo el mundo decide que las cartas estás sobrevaloradas. Es así, todo el mundo devolvió doce el mismo día. Ahora tu carta Charizard solo vale, digamos 25$.
Olivia: Vaya.
Kevin: Al mismo tiempo, tienes problemas para devolverme los 60$ que me debes. Así que, ¿qué preferirías: intentar devolverme los 60$ o no pagarme y darme tu Charizard de 25$?
Olivia: Te daría la carta Charizard.
Kevin: Eso es. ¿Quién no? Ahora, el banco, quiero decir, yo, he perdido 25$ cuando esperaba ganar 10$. ¿Cuál es la lección?
Olivia: Pokémon estúpido.
Kevin: Cierto, pero qué más.
Olivia: ¿Que las cartas de Pokémon podrían valer menos en el futuro de lo que valen ahora?
Kevin: Casi. No puedes confiar en que su valor crezca indefinidamente, pero hay otra lección más en esta analogía.
Olivia: ¿Que no me deberías prestar dinero?
Kevin: Exactamente. Tienes catorce años y no tienes fuente de ingresos. ¿Qué podría convencerme para prestarte dinero si no estoy seguro de que puedas devolvérmelo?
Olivia: Porque podías haber cogido mi Charizard de 50$. O podías haber ganado 10$ o coger algo que valiera lo que me habías dado. Si la gente no se da cuenta de que Pokémon es estúpido, no puedes perder nada.
Kevin: Ahora, en lugar de un préstamo de 50$, imagínate que se trata de cientos de miles de dólares; y que en lugar de una carta de Pokémon, se trata de tu casa. La prosperidad estaba cimentada sobre la idea de que las casas/Pokémon nunca bajarían. Multiplica este pensamiento equivocado por miles de personas y verás el tamaño de nuestro problema.
Dado que no me puedes devolver el dinero, yo no puedo pagar mis facturas y no puedo pedir prestado más dinero. Nuestro país depende de la capacidad para pedir dinero prestado.
Olivia: Eso no tiene sentido. Si me prestas dinero, voy a gastarlo.
Kevin: Bien, la idea es que lo gastes de manera que tengas más dinero en el futuro, como en la universidad o creando un negocio.
Olivia: Ah, de acuerdo. Tengo una pregunta: ¿has utilizado el ejemplo de Pokémon porque crees que soy idiota?
Kevin: Solo quería que te resultase más fácil entenderlo.
Al final, cada padre sabe como explicar las cosas a sus hijos, cuáles son sus bienes más preciados y qué analogías utilizar. Lo que si me gustaría hoy, es escuchar vuestras experiencias. ¿Cómo habéis contado a vuestros hijos la realidad de la crisis? ¿Se la ocultáis para no preocuparles?