Y si solo fuera un motivo para avergonzarnos como país, aún sería poca cosa. Nos va a tocar pagar un dineral, como contribuyentes, por una chapuza nacional, antes, durante y al final de la reestructuración bancaria.
Lo que mal empieza, mal acaba. Incluso en los pequeños detalles uno puede percibir si las cosas las gestionan buenos gestores o no. Al empezar a escribir este artículo, lo primero que he hecho es visitar la web del FROB. Un portal horroroso que espero haya costado unos 600 euros a lo sumo. Sí, también en mi cara aparece un atisbo de sonrisa maliciosa al pensar que este precio de mercado, vista la calidad y usabilidad de la web del FROB, no se corresponderá con lo que al final habrá pagado por el portal (mejor dicho, habremos pagado los contribuyentes españoles). Probablemente lo hayan solucionado ya, pero en domingo uno puede ver en la portada del engendro, que con fecha 26/07/2013 han emitido una nota de prensa sobre las cuentas anuales de 2012, pero si hace click en el anuncio no aparece, lo nota más reciente es del 18 de julio. Detalles, sí. Pero detalles importantes.
Uno tiene que bucear en el todopoderoso Google para, al final, llegar al documento en cuestión, las cuentas anuales de 2012 en formato PDF. Y al retomar el artículo el lunes, los encargados del portal se han dignado a publicar correctamente la nota en pdf, lo que me ayuda en mi tarea y nos indica que, en domingo, solo algunos trabajamos.
Si bien mi fuerte no son los balances, algunos comentarios previos podemos hacer de este documento. En la columna del pasivo, restado el neto patrimonial, se pasa de 9.572 millones de euros a 29.483 millones, se anotan cuentas relacionados con los créditos del Estado (nuestro dinero) para inyectar en las entidades del Grupo I, nacionalizadas, que apuntamos en millones de euros:
- BFA-Bankia: 17.959
- CX: 9.084
- NCG: 5.425
- Banco de Valencia: 4.500
- Sareb o ‘banco malo’: 1.703
En total 38.971 millones de euros que inyectamos todos en los bancos nacionalizados, básicamente para hacerlos solventes, según nos dicen. Con el pequeño inconveniente que esto solo es así si no generan más pérdidas cada año y la marca que queda es lo suficientemente buena, además de sus gestores, para genera rentabilidades suficientes para devolver lo que se les inyecta, lo cual es cuanto menos cuestionable. A esta millonaria cantidad no se le ha sumado las entidades financieras que han necesitado dinero público pero no han sido nacionalizadas, las del Grupo 2, inyecciones que se reflejarán en las cuentas anuales de 2013.
El patrimonio neto arroja un negativo de 21.831 millones de euros (lo que podríamos llamar el agujero en los balances del FROB), con unas pérdidas en 2012 de 26.060 millones de euros. Dado que con estos números el FROB está quebrado, el Estado tendrá que acudir a taponar la herida, que sigue sangrando en este ejercicio 2013.
El activo sufre, en la partida de participaciones en entidades financieras nacionalizadas y del Grupo 2, una reducción de valor de nada menos que 25.205 millones de euros. Una inversión ruinosa, siendo generosos en la valoración. Esta ruina inversora se desglosa en una pérdida de valor de los bancos, en balance del FROB y en millones de euros de:
- BFA-Bankia: 9.176
- CX: 6.674
- NCG: 3.091
- Banco de Valencia: 5.498
- CEISS: 525
- BMN: 241
Un panorama muy gris, que en nada se asemeja al escenario que nos pintaban nuestros gobernantes al intentar convencernos de que no se regalaba dinero a los bancos y que lo recuperaríamos, incluso cobrando intereses.
Desde un inicio, se ha ocultado al ciudadano, que a fin de cuentas es el que paga impuestos y sufre recortes de su bienestar, la necesidad real de dinero público que iba a inyectarse en las cajas de ahorro de nuestro país, las razones de tener que hacer esto en lugar de liquidarlas de forma ordenada y, además, se le ha negado la posibilidad de elegir. Unos ingentes recursos públicos destinados a un sector tan poco simpático para el ciudadano (antipatía que se ha ganado concediendo financiación irresponsable y atrapando a los ahorradores en preferentes y otros productos complejos), detraídos de otros de máxima importancia como la sanidad o la educación.
Se nos ha dicho que era mucho más caro y peligroso dejar caer a los bancos y cajas. De forma desordenada, sin duda. Pero una liquidación ordenada ¿qué habría costado? Lo sabéis vosotros, porque yo aún espero un estudio serio sobre este eventual coste de cierre de las entidades financieras quebradas.
Nos encontramos con una factura monumental que pagaremos los contribuyentes actuales y futuros (y los que no tienen ni un euro para pagar impuestos, con servicios públicos cada día peores), gran parte de la cual ha sido producida por la mala gestión (por ser benévolo en mis calificativos) de políticos, sindicatos y patronales a la hora de preocuparse por lo que hacían las cajas de ahorro con sus recursos, y de cuyo pago nada se le ha pedido al que abonará el dispendio.
Estamos ante una vergüenza nacional, una actuación pública que me temo no acabe siendo castigada en los tribunales, pero que debería tener consecuencias en nuestro voto. Si votamos a los que nos han llevado a esta situación, una vez más, les enviaremos la siguiente señal:
– Señores del PSOE y del PP, hagan lo que les de la gana con los tributos, ayuden con ellos a sus empresas amigas que les financian las campañas electorales y el funcionamiento de sus deficitarios partidos, que cada 4 años les votaremos igual. A fin de cuentas, somos votantes “de toda la vida” del PP o del PSOE.
Pero después de ejercer el sagrado derecho al voto sin cuestionarse las razones de la confianza que depositamos, no nos manifestemos más. Al menos, que no se rían con razón de nosotros.
Pau A. Monserrat, autor de ‘La banca culpable‘