Hace dos jueves tuve una muy mala tarde de trading, básicamente aposté por el lado corto justo en una sesión en la que se marcaron nuevos máximos históricos del Dow Jones y el S&P500. No obstante, mi sistema me daba venta y, contra lo que suele ser habitual en mi que me suelo ir a dormir sin riesgo abierto, al cierre del contado norteamericano a las 22 horas tenía una posición vendida en derivados –y en pérdidas- bastante grande. De repente, a las 22.01 salieron unos resultados de Google y Microsoft que decepcionaron y en el after market ambas empezaron a caer en torno al 5% lo que sumado a la quiebra de Detroit provocó que los futuros USA –que están abiertos hasta las 22.15- bajaran su precio por lo que puede cerrarme mi posición en ellos –que era la mitad de todo- con beneficios. Y el resto, que eran futuros europeos, lo cerré al día siguiente a primera hora también con ganancia. A las pocas horas volvía a estar todo igual que el día anterior obviando todas las supuestas malas noticias y de hecho volvieron a marcarse nuevos récords en las bolsas USA. Tuve buena suerte, lo reconozco, y es que nadie puede vivir de esto sólo por suerte pero el azar también cuenta y eso me llevó a reflexionar sobre la enorme cantidad de traders y gestores de bolsa y renta fija europea (y sobre todo española) que el año pasado por estas fechas podían estar perdiendo fácilmente un 25% de su capital (¿os acordáis del Ibex en 6000 y la prima por encima de 600?) y gracias a la famosa frase de Draghi de justo hace 12 meses (¨haremos lo que sea necesario para salvar al €¨) salvaron el año entero.
Conozco a más de uno que es tan soberbio de no relacionar ambas cosas y que defiende su ¨sistema¨ en lugar de reconocer que tuvo suerte porque claro, ¿cómo vender cursos, publicar libros o incluso presumir con tu jefe si dices que algo tan aleatorio como unas declaraciones son las que marcan gran parte de la rentabilidad anual de tu cartera? Pero fue así, y no sólo me refiero a inversiones, es que de hecho sin la intervención del BCE y sobre todo por la confianza que existe en su capacidad de actuación (porque de hecho no ha hecho nada concreto espectacular ni mucho menos) es posible que el verano pasado la €zona estallara por los aires ante la incapacidad financiera de rescatar a la vez a España e Italia y la falta de apoyo popular hacia la moneda única, desconfianza que por cierto, sigue viva en la actualidad. Y hace unos días el propio Bernanke reconoció lo que muchos decimos hace tiempo: que la economía y los mercados llevan años dependiendo (muy peligrosamente a mi juicio) de las decisiones de los bancos centrales; dijo textualmente ante el Congreso: “Si tuviéramos que endurecer nuestra política económica, nuestra economía se hundiría” Y con sus palabras el presidente de la FED, quizás sin quererlo, creo que ha dejado claro que la recuperación norteamericana es tan frágil que se sostiene gracias a las decisiones de su banco central y que si estas cambian, resulta que ni los máximos históricos de las bolsas, ni los altos beneficios bancarios ni la bajada de la tasa de paro significan gran cosa. Y repito, no lo digo yo, lo dice Bernanke.
Todo esto da un poco de vértigo porque deja claro que la estabilidad es un mito, que todo depende de detalles que no podemos controlar. Yo esto lo tengo asumido hace mucho y por eso en mis inversiones intento acotar el riesgo todo lo que puedo intentando cerrar todas las posiciones en derivados –las más peligrosas- en el día y usando stops, por eso los hedge funds normalmente tienen posiciones cruzadas (largo de un activo, corto de otro) para no jugárselo todo a un solo lado y por eso existen los seguros contra impago de la deuda (CDS), porque no te puedes fiar ni de la solvencia de nadie. Y lo mismo ocurre con la economía, mañana un solo terrorista iraní asesina a Obama y las consecuencias de todo ello variarían absolutamente toda previsión actual y algo mucho menos dramático como el fin -o el no fin- de la QE de Bernanke, como él mismo reconoció, puede hundir o sostener a la mayor economía del planeta con todo lo que ello puede provocar en todo el globo. A lo que voy es que no podemos estar seguros de nada y el azar un día nos beneficia y otro nos perjudica, y eso vale para todo, absolutamente todo. Por eso creo que debemos afrontar la vida –y las inversiones- con escepticismo y humildad pero a la vez, sin preocuparnos demasiado por lo que no podemos cambiar, que es la mayoría, y sin creer a los que dicen conocer el futuro.
Mientras, en la actualidad de los mercados, ¿Os acordáis que hace algunas semanas comenté como ejemplo de la excesiva complacencia burbujera que la rentabilidad de la deuda privada considerada basura por las agencias de ráting estaba en mínimos históricos de rentabilidad? Pues ni con la quiebra de Detroit que ha hecho perder miles de millones parece que se frena el optimismo. A mi no me extraña porque como ya comenté no hace mucho la burbuja inmobiliaria USA estalló en 2006 y la bolsa siguió subiendo hasta finales de 2007 pero creo es mi deber seguir alertando de que esta situación de euforia, de ignorar las malas noticias, no es sana. Mirad este gráfico en el que se superpone el comportamiento del S&P500 en la anterior burbuja y en la actual y qué curiosa la similitud
Y no sólo eso, también como entonces el margin debt o porcentaje de compras financiadas con endeudamiento, está en máximos
Eso sí, como en 2007, todas estas señales son ignoradas y el mercado sigue eufórico y de récord en récord, magnificadas aún más las subidas por el bajo volumen de Julio. Hasta en el deprimido Ibex ha ocurrido algo sorprendente: Telefónica, la empresa más endeudada del índice, anuncia una compra en Alemania no precisamente barata y eso hace que suba cuando lo habitual es lo contrario. Pero bueno, al menos sirvió para superar por fin los 8000. Con todo, lo más positivo de la semana son los PMI de la €zona que siguen mejorando lo que debería ser una buena señal para la economía europea.
Un último apunte, Steinbrueck es el nombre del candidato socialdemócrata, principal partido opositor, en las elecciones alemanas de septiembre. Fue ministro de finanzas de un gobierno dirigido por Merkel -cuando gobernaron en coalición- justo en los meses en que empezó la actual crisis y su mandato estuvo marcado por un ambicioso plan privatizador. Es decir, que si alguien espera que Merkel no gane las elecciones -algo improbable según las encuestas- que tampoco espere un gran cambio, de hecho en un mitin el otro día acusó a Merkel de gastar demasiado dinero de los alemanes en países como España…
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