Emprendedores, emprendedores, emprendedores en todos sitios, leo tantas “Odas al emprendedor” que me atrevería a decir que hay una burbuja de ellos, tan grande que incluso el gobierno y ha sacado, tarde, una ley de emprendedores. ¿Qué es exactamente un emprendedor? veamos que nos uno el otro día, en Expansión.
Dejémonos de tonterías. Desde el inicio de los tiempos, España es un país emprendedor. Porque igual que un emprendedor es un JASP súper cool tecnológico también lo es un taxista, el dueño de un bar y una prostituta. No es un tema ni de tipos de trabajo, ni de si se es autónomo o no. Ni siquiera es cuestión de si uno declara sus ingresos a Hacienda o no. En España nos buscamos la vida. Y desde que empezamos a buscárnosla emprendemos un camino que luego, como todo camino, sigue.
Así es, emprendedores hay de muchos tipos y no sólo aquellos que se ponen lo de “CEO” en sus tarjetas, cada uno tiene un perfil diferente, con muchas cosas que les diferencian pero francamente con pocas cosas que les unen, estos son algunos de los mitos erróneos sobre los emprendedores.
El mito del imprudente: Es cierto que algunos lo son, empezar un negocio es en sí mismo y estadísticamente arriesgado. Pero la mayoría son, de hecho, bastante reacios al riesgo. O más correctamente, están dispuestos a asumir los riesgos necesarios que pueden digerir. Puede que no tengan elección y deban constituir préstamos con garantías personales, arriesgando sus ahorros e incluso sus casas. Aparte del riesgo claro de fracaso, ese apalancamiento extremo personal es con frecuencia la mayor apuesta que un fundador de un pequeño negocio querrá o necesitará realizar. Por supuesto que hay «paracaidistas en caída libre» o jugadores que apostarán no solo su propio dinero, sino también el de otros, por sus ideas, pero son una excepción y no la regla.
El mito del eterno optimista: Son optimistas cuando se convierten en un caso de éxito mediático o cuando por fin han conseguido la financiación para el negocio tras que el llevan mucho tiempo dándole vueltas a la cabeza. Muchos muestran un “falso optimismo” dado el rechazo que a veces tenemos en España hacia quienes han fracasado. El sentimiento que les une no es el optimismo, es el miedo.
El mito de «nunca darse por vencido»: si hay una afirmación que parezca surgir más que cualquier otra, es que para tener éxito como emprendedor, nunca, nunca, nunca debes darte por vencido. Un mandato motivador y noble, pero potencialmente peligroso. «Rendirse» es un término engañoso e injusto. Existe una diferencia entre sencillamente abandonar y saber cuándo dejar del todo algo que no funciona, una fina línea entre tenacidad y temeridad. No todos los negocios están predestinados a salir bien, la mayoría no, y no todo el mundo ha nacido para ser un emprendedor. A veces saber cuándo parar es una cualidad más inteligente y saludable que permitir que la ciega o inapropiada persistencia te lleve por el camino equivocado.
El mito del encantador de serpientes: mucha gente piensa que los grandes emprendedores son “encantadores de serpientes”, algo descarados y sobretodo que saben venderse a si mismos. Sin duda, ser capaz de promocionarse a uno mismo y a tu negocio es una capacidad valiosa y un rasgo de la personalidad (aunque también puede llevarse demasiado lejos). Es definitivamente mejor tener esa habilidad que no tenerla, pero no es un requisito previo para tener éxito. La necesidad y efectividad de la autopromoción varía en función del tipo de negocio y su audiencia, la naturaleza del sector, empresa y propietario, la necesidad de financiación o ayuda externa y otros factores. Un emprendedor de éxito tiene que ser capaz de hablar de forma efectiva y convincente sobre su negocio, pero no necesariamente tiene que ser un vendedor de humo, el problema es que éstos son a los que suelen entrevistar en los medios.
Dicho todo esto, creo que hay características comunes a la mayoría de emprendedores de éxito, y sin las que probablemente nadie comenzaría ese camino. Los fundadores y propietarios más prósperos son ferozmente independientes y capaces de trabajar en un entorno frenético, constantemente cambiante y sin estructura. La mayoría no quieren comerse el mundo o cambiar el destino de la humanidad, simplemente quieren llegar a din de mes.
La mayoría también son gente con recursos, capaces de resolver su proprios problemas y sacar mucho de poco. Todos tienen su propia versión de la pasión y creen en lo que hacen (no para estar confusos con el eterno optimismo o los mitos de «nunca darse por vencido»). Todos ellos se sacrifican, trabajan duro y hacen lo que sea necesario para salir adelante.
Los emprendedores de ahora antes se llamaban autónomos, no hay ni que sobrevalorarlos ni acusarlos, son gente que suelen vivir al límite, sin unos ingresos estables, que piensan las 24h al día en el negocio y que intentan pagar lo mínimo a hacienda, pero que crean riqueza para el país y tienen que luchar contra titanes en forma de competencia o administraciones públicas. No necesitan leyes, simplemente necesitan que les dejen hacer. No son la solución a la crisis ni al paro, así que no nos hagamos ilusiones porque luego nos decepcionamos.