Hace unos días en “El Mundo” hicieron una entrevista a Taleb, el famoso inventor de la expresión “cisne negro” (y del que Carlos rescató la semana pasado 20 reflexiones) y no puedo evitar pegaros una pregunta del periodista y su respuesta:
P.– El Banco de España ha mostrado datos optimistas: ha aumentado el índice de comercio al por menor, que caía desde 2010, las empresas invierten más, el comercio exterior vuelve a moverse, la industria comienza a remontar…
R.– ¡Que le den al Banco de España! No debemos confiar en estos datos. Vamos a ver. No podemos tomar en serio nada de los economistas, no puedes fiarte de estos «expertos», tienes que tomar como referencia un sistema que aguante, un sistema que no sea frágil y buscar por qué funciona. Cuanto más prevés, más errores tendrás, porque te crees que sabes adónde vas. Y eso es lo que les ocurre.
Estoy de acuerdo. Y esto vale también para las previsiones pesimistas, es un error creer que podemos conocer el futuro y basar las decisiones presentes en la fe de unas previsiones que nunca se cumplen, sean de quien sean. Es por eso que yo cada vez que tomo una decisión de inversión –sea en el corto, en el medio o en el largo plazo- pienso más en lo malo que podría ocurrir, en las pérdidas que podría tener que en el objetivo de ganancias y siempre tengo en mente más los imprevistos que los previstos. No hay nada peor que las falsas sensaciones de seguridad ya que seguro no hay nada. Sin embargo, esa no es la opinión mayoritaria en el mundillo financiero: las previsiones de analistas, las de los gobiernos, las de la Comisión Europea, las del FMI… son tenidas en cuenta una y otra vez a pesar de sus continuos errores. Y a pesar de que estamos viviendo la peor crisis desde 1929 y que muy pocos supieron prever, hay una mayoritaria confianza en las palabras de esos mismos economistas, instituciones y gurús. Y la verdad es que si venden certezas es como si hicieran publicidad engañosa porque no las hay.
Y pienso que por pura estadística, nada segura pero sí bastante probable, los que ven cercano el final de la crisis tienen razón, ya llevamos demasiado tiempo con ella pero me gustaría que no se cayera en la excesiva confianza. Por ejemplo, un director de inversiones de una importante sociedad de valores me dijo hace algunas semanas: “un nuevo 2008 tardará al menos 50 años en volver a suceder”, convencido, y transmitiendo esa confianza a sus clientes, que una crisis financiera como la que vivimos hace 5 años no se repetirá en décadas. Y digo yo, ¿ha cambiado algo para que no vuelva a quebrar un banco del tamaño e importancia de Lehman Brothers, para que no haya un activo burbujeado que de repente baje de precio y descapitalice a un banco que esté demasiado invertido en él? Yo no lo creo. Y en muchos informes que leo me asombro de leer aseveraciones como la de que estamos en una oportunidad única en toda una generación de invertir en bolsa griega, que está baratísima. Y no digo que no sea verdad pero, ¿y qué pasa si mañana hay un cambio político en el país y ganan los radicales de izquierda o los neonazis las elecciones y sacan al país del €? Además que no entiendo qué ha mejorado en la economía griega como para confiar en un país que sigue teniendo unas cifras –y unas cuentas públicas- lamentables, que no es capaz ni de encontrar comprador para algunas de sus empresas estatales y al que el propio FMI aconseja volver a hacer una quita de deuda.
Quizás la confianza excesiva más peligrosa que hay ahora en el mundo financiero sea el convencimiento de muchos acerca de la capacidad de los bancos centrales, y más concretamente de la FED, de poder controlar la retirada de los programas de compra de deuda que con tanta alegría lleva desarrollando desde 2009. Pero hay que recordar que estamos en territorio desconocido. Por ejemplo, nunca había pasado –y de hecho somos muchos los que nos equivocamos en este aspecto- que la enorme liquidez no se tradujera en inflación y eso ha pasado por la crisis de consumo pero sobre todo porque el sector financiero no ha trasmitido a la economía real todo ese dinero. Si ahora esa liquidez de los bancos centrales se reduce o incluso se retira del todo, ¿veremos deflación? Si pasa eso difícilmente veremos en el corto plazo la salida de la crisis. Pero también puede pasar que el ambiente optimista y/o la presión política y/o la imprudencia crediticia provoque que los bancos empiecen a mover el dinero hacia la economía real, que los ahorradores comiencen a gastar: ¿veremos inflación, veremos subidas de tipos de interés? Tampoco parece buen panorama. Y es imposible estar preparado para ambas consecuencias. Y sin embargo los grandes inversores parecen convencidos que algo tan delicado acabará bien. Ojalá.
Y no digo que no tengan razón, ¿Cómo voy a saberlo? Si precisamente lo que digo es que nadie sabe si la tienen o no la tienen, el futuro es impredecible y a todos nos encanta tener la sensación de seguridad que nos proporciona creer que las cosas ocurrirán como prevemos pero la vida nos enseña que no es así. No pensemos que la economía o los mercados financieros van a ser diferentes porque no lo son. Para lo bueno y para lo malo y en todos los aspectos: el mundo estuvo décadas preparándose para una guerra entre el bloque soviético y los EUA, estudiando y analizando esa posibilidad como la más probable y al final no sólo nunca se produjo, es que algunos países que pertenecían a ese bloque –como Polonia- son ahora de los mejores aliados de los EUA, ¿y quién predijo eso? Nadie ¿Y quién predijo el 11-S aparte de nuestro genial Ibáñez?