En muy poco tiempo hemos pasado de una inflación alta a una desinflación, motivada sobre todo por el brusco recorte de precio de las materias primas, explicada por la ralentización económica. Esto es lo que ya sabemos. Ahora el miedo es entrar en la deflación, que se podría explicar como una “antiburbuja” y que es aún más peligrosa que la inflación por la dificultad en salir de ella.
La deflación la entendemos todos como una tasa negativa en la evolución de los precios, ¿Por qué entonces es tan mala si todo nos resultará más barato? Esto es fácil de entender comprobando cómo ha sentado a la economía el proceso deflacionario de los activos (bolsa, renta fija privada, propiedades inmobiliarias) que lleva ya más de un año. De hecho, el origen de la crisis está en que el grueso del dinero circulante está invertido en activos y la bajada de estos activos impide recuperarlo. Si a eso sumamos que del dinero invertido sólo una pequeña parte es dinero real (puesto que la mayoría es deuda de la que se espera un beneficio en el futuro) el patrimonio se nos convierte en negativo: desde la persona que debe 300 mil euros y sólo posee una vivienda que está valorada en 200 mil al banco que ha prestado 300 mil euros que no tiene y lo ha hecho con el aval de esa misma vivienda.
Así pues, si llega la deflación también a la vida cotidiana y los productos cada vez son más baratos, la crisis financiera se convierte en crisis total, desde el punto de vista del consumidor (¿Para qué comprar un coche hoy si va a ser más barato dentro de un mes?) como del empresario (¿Para qué voy a invertir contratando empleados si nadie compra?). La solución a una situación así es muy muy compleja, a nivel mundial sólo ocurrió en el último siglo en los años ´30 y acabó en guerra, y a nivel local tenemos el ejemplo de Japón, que aún no ha salido de la crisis que inició hace 15 años.
Para luchar contra la crisis los estados se han dedicado a inundar el sistema de más dinero y de un teórico más barato acceso a ese dinero, repitiendo lo que ya hizo Japón en una situación similar hace casi 15 años. Es lo que se llama “ampliar la base monetaria”, que por supuesto no significa imprimir más billetes, aunque lo parece mucho ya que actualiza dinero futuro a valor presente (como por ejemplo ha hecho la FED tomando deuda en préstamo desde el Tesoro).