Tres factores son los que el pequeño ahorrador tiene en cuenta a la hora de escoger un producto para sus ahorros: riesgo, rentabilidad y liquidez.
Del fruto de la combinación de estos factores, surge una clasificación en la cual podemos incluir todos los productos que las entidades financieras nos ofrecen.
Analicemos aquellos productos financieros para los clientes en los cuales lo que prima es la ausencia de riesgo (o mejor dicho, el menor riesgo posible). Son aquellos para quienes no quieren correr ningún tipo de riesgo en el capital inicial que poseen. Por ese motivo solo podrán jugar con los dos factores que quedan, rentabilidad y liquidez.
Veamos una clasificación de estos productos y sus características:
- Cuentas a la vista: Se tratan de las conocidas cuentas corrientes, cuentas de ahorro y cuentas remuneradas. En ellas no hay ningún tipo de riesgo en el importe inicialmente que tenemos. Esto hace que el no tener riesgo lo cambiemos por tener una nula o muy baja rentabilidad. Las dos primeras o no tienen rentabilidad, o ésta es muy pequeña. La tercera sí que ofrece una rentabilidad, que puede llegar incluso a acercarse a la que ofrecen los depósitos bancarios. Lo que debemos de valorar es que son completamente líquidas, es decir, ponemos disponer de nuestro dinero en cualquier momento. ¿Qué ocurre en caso de quiebra de la entidad? La normativa indica que 100.000 euros por titular y entidad están garantizados por el Fondo de Garantía de Depósitos.
- Depósitos bancarios: Son aquellos productos en los que el ahorrador cede su dinero a la entidad financiera a cambio de que se le devuelva, después de un determinado plazo de tiempo, con una rentabilidad (interés) pactada. El riesgo del capital inicial es nulo. Como mucho se puede correr riesgo en la rentabilidad a obtener, si por ejemplo contratamos un depósito referenciado, en el cual la rentabilidad puede variar según se comporten los activos vinculados (por ejemplo referenciados al euribor más un diferencial). También se incluyen estos productos en la cobertura del Fondo de Garantía de Depósitos, en caso de quiebra-liquidación (un proceso concursal) de la entidad financiera. El tema de la liquidez es diferente al de las cuentas a la vista. Se pueden cancelar la mayoría de los depósitos antes del vencimiento pactado, pero eso lleva una penalización que solo afectará a los intereses y nunca al capital.
- Pagarés de empresa: O conocido como deuda corporativa. El ahorrador compra deuda emitida por una entidad privada a cambio de que se le devuelva el capital inicial más la rentabilidad pasado el tiempo indicado, nunca antes. En ese sentido el riesgo del capital inicial no existe. Si cerramos la rentabilidad, tampoco está nos dará sorpresas. ¿Dónde posee el riesgo estos productos? En que lo que garantiza la inversión son las cuentas y patrimonio de la empresa. Si la empresa quiebra, esta liquidará sus activos y devolverá a los inversores sus ahorros. Pero si no llegase el dinero para esto, la diferencia supondría una pérdida para el ahorrador, ya que este producto no está cubierto por el Fondo de Garantía de Depósitos.
- Deuda pública: Productos similares a los anteriores pero la entidad que los emite es un organismo público. Lo que garantiza los ahorros iniciales son las cuentas públicas de esta entidad. Letras, bonos u obligaciones del Tesoro Público suelen ser los productos típicos. La cantidad inicial se devolverá pasado el plazo contratado junto a la rentabilidad. El capital inicial no corre ningún tipo de riesgo, salvo quita del Estado. Constitucionalmente el pago de la deuda del estado está garantizado de forma total, incluso por delante del pago a funcionarios o la Sanidad, gracias al cuestionable acuerdo de los dos partidos mayoritarios.
- Fondos de inversión: Para aquellos clientes que no quieran riesgo en su capital inicial, están los fondos garantizados. Son productos en los cuales se deposita un dinero inicial que la gestora del fondo dedica a invertir y, pasado el plazo pactado, deberá devolverlo más la rentabilidad al ahorrador (si bien el cliente tiene que dar la orden, sino se convierten en fondos normales pasada la fecha de garantía). Si el fondo además es de los de rentabilidad garantizada, funcionan como los depósitos bancarios que indicamos. Si esta no está garantizada, variará en función de cómo se comporten los activos en los que invierten los fondos. Suelen ser a un plazo medio mínimo de 4-5 años, lo cual hace que tengan una rentabilidad ligeramente superior al de los depósitos que suelen tener un plazo medio máximo entre los 2-3 años. La diferencia importante, con respecto a los depósitos, radica en que los fondos no están garantizados por el Fondo de Garantía de Depósitos mientras que los depósitos sí. Al igual que los dos productos anteriores, en caso de quiebra la entidad gestora del fondo liquidará los bienes y devolverá la parte proporcional del dinero inicialmente contratado a cada cliente.
- Seguros de vida-ahorro: No dejan de ser un producto similar a los depósitos bancarios pero en los cuales aparece la figura de un seguro de vida. Operativamente el ahorrador deposita un dinero que le será devuelto con su rentabilidad llegado el plazo inicialmente acordado, pero en vez de capital más intereses, será el rescate de un seguro de vida. Esto hace que tenga este beneficio un trato fiscal diferente al de los depósitos. Los seguros de vida, como los fondos, están garantizados por los activos de la gestora, quedando fuera del FDG. También son productos a largo plazo con poca liquidez.
- Planes de pensiones y PIAS: Son los productos de ahorro a mayor plazo, ya que se destinan a que sean cancelados cuando el cliente llegue a la edad de jubilación. Rentabilidad variable en función de los activos en los que se invierta. Completamente ilíquidos, ya que solo se podrán recuperar por motivo grave (paro de larga duración, invalidez total para trabajar o fallecimiento) o al llegar a la jubilación.
Hemos clasificado estos productos de mayor a menor liquidez, partiendo de la premisa de que en ninguno de ellos se corre riesgo en el capital inicial si se respetan los plazos inicialmente acordados en cada producto. En caso contrario sí que hay riesgo de una potencial pérdida. La rentabilidad, así como la tributación fiscal de la misma, variará en función del producto que contratemos.
Jose Luis del Campo Villares, experto de iAhorro.com