¿Que opinas de la explotación infantil? ¿Y de las jornadas 14 horas diarias malpagadas? ¿Y de aquellos que trabajan en entornos de trabajo peligrosos? ¿Y de los experimentos con animales? ¿Y de la contaminación producida por los derivados del petróleo?.
Si eres, como diría un tertuliano, una “persona humana” y te pregunto esto nada más te despiertas, lo más seguro es que esté en contra de todo pero si te lo pregunto por la noche, quizás te hayas intuido de que la mayoría de los productos que has consumido durante el día atentan contra parte de tus principios y seguramente tu camisa haya sido fabricada en una peligrosa factoría en Bangladesh, tus pantalones cosidos tras una jornada maratoniana, tu móvil ensamblado por un niño y tu comida o medicina, atentando contra la vida de algún animal. No quiero entrar en un debate sobre esto, simplemente quiero haceros reflexionar como nos saltamos nuestros principios muy fácilmente. No te preocupes, es normal, todos lo hacemos.
Recientemente un par de economistas (Armin Falk, de la Universidad de Bonn y Nora Szech de la Universidad de Bamberg), han demostrado en un experimento que los mercados erosionan las preocupaciones morales. Los resultados muestran que los participantes del mercado viola sus propios estándares morales.
En una serie de experimentos, varios cientos de personas se enfrentan a la decisión moral entre recibir una cantidad de dinero y matar un ratón frente a salvar la vida de un ratón y renunciar al dinero. Vale, realmente no se mataba al ratón, se le dejaba morir (que en el fondo es lo mismo). Como esto es un poco cruel y tampoco es cuestión de cargarse la fauna para este estudio, los animales utilizados fueron los llamados ratones “excedentes”, que son aquellos que ya no son necesarios para la investigación. Sin el experimento, habrían muerto todos. Así que este experimento, además de llegar a interesantes conclusiones, ha servido para salvar unos cuantos roedores, ya que si un sujeto decidía salvar a un ratón, los experimentadores se comprometían a comprar el animal y cuidarlo entre quesos franceses.
Para el experimento, se cogió a un grupo de sujetos para que decidiera entre la vida y el dinero en un contexto de decisión de no mercado (condiciones particulares). Esta condición permite la obtención de las normas morales que tienen los individuos. Vamos, que deciden ellos solitos sin verse influídos por nadie. Posteriormente se hizo este mismo experimento en un mercado bilateral, en el que negociaba un comprador y un vendedor y finalmente en uno multilareral, con varios compradores y vendedores.
Edito el artículo para añadir el comentario de un lector (MañoH2o) que amplía información que debí poner originalmente
El experimento del artículo es muy interesante. Pero falta aportar datos numéricos que creo que son muy relevantes. La cantidad máxima en juego por la vida del ratón era de 20 euros.A un participante (el «vendedor») se le confiaba la vida del animal, mientras que a otro (el «comprador») se le otorgaban 20 euros. Vendedor y comprador podían regatear hasta cerrar un precio. Si llegaban a un acuerdo, el vendedor recibía el precio acordado, el comprador se quedaba con el sobrante de los 20 euros y el ratón era sacrificado. Si no llegaban a ningún trato, nadie recibía ningún dinero y el ratón se salvaba. A los participantes se les aclaró que no tenían ninguna obligación de negociar si no querían.
Cuando se ponía en “mercado”, en el primer caso hasta un 46% de los encuestados estaba dispuesto a dejar morir el ratón por una cantidad de 10 euros o menos. En el segundo caso hasta el 72% dejaba morir al ratón.
En comparación con la condición individual, un número significativamente mayor de sujetos estaban dispuestos a aceptar la muerte de un ratón en ambas condiciones de mercado. Dicho de otra manera, en condiciones de mercado tendemos a reducir nuestros valores morales. En los mercados, las personas se enfrentan a varios mecanismos que pueden disminuir sus sentimientos de culpa y responsabilidad, la gente se centra en la competencia y los beneficios en lugar de las preocupaciones morales ya que la culpa se diluye entre todos los participantes y la gente ve que otros violan las normas morales.
Además, en los mercados con muchos compradores y vendedores, los sujetos pueden justificar su comportamiento haciendo hincapié en que su impacto en los resultados es insignificante. Las excusas o justificaciones apelan al decir: “Si yo no compro ni vendo ahora, alguien más lo hará.”
La conclusiones de este estudio las dejo en una mera anécdota . Todos hemos podido observar como se comporta el ser humano cuando actúa en masa, ya sea en el mercado, un estadio de fútbol o una manifestación, el problema es que como hemos comentado antes, la culpa se diluye y si no lo hago yo, lo hará otro. Quizás esto explique en parte la crisis moral por la que estamos pasando.