Adulador, zalamero o incluso lameculos son algunos sinónimos para denominar a estas personas que se pasan el día elogiando a los jefes. Parece fácil, pero no lo es, sobre todo si no estás acostumbrado. Hay personas que yo creo que nacen con esa aptitud, pero conseguirla, no es fácil y si no, haz la prueba.
Los pelotas profesionales no surgen en el siglo XXI, ni en el XX, es una “profesión” que viene de muy atrás. Hace unos cuantos siglos, los reyes sólo se rodeaban de personas que les dijeran a todo que sí, más te valía, porque si no, corrías el riesgo de que te cortaran la cabeza.
Actualmente, esta “profesión” sigue vigente. Un trabajador “pelota” es ese que jamás llevará la contraria al jefe aunque crea lo contrario. Su objetivo principal es quedar siempre bien con su superior, criticando incluso a sus compañeros si fuera necesario. Tratan de ganar puntos con el jefe sea como sea.
¿Cómo conseguir ser un buen “pelota profesional”? En Expansión.com, nos dan algunas claves:
- Jamás debes dar su opinión sincera y nunca debes discrepar con tu jefe. Paco Muro presidente ejecutivo de Otto Walter explica que el pelota es “un parásito emocional que ha encontrado una forma de vivir tranquilo, sin dar ni golpe o, mejor dicho, trabajando en agradar a su jefe. Es una persona detallista y hábil, sabe perfectamente cuándo y cómo halagar, cómo aparentar movimiento, cómo estar en el lugar adecuado en el momento preciso y a su vez es un as para esquivar tareas y funciones delicadas y expuestas”.
- Para ser un pelota debes estar hecho de una pasta especial. Si no es así, ni lo intentes, porque para esto no vale cualquiera. Muro asegura que “hay que tener talento para eso, aunque suele ocurrir que el adulador profesional sólo tiene ese talento. Eso sí, lo explota a la perfección y siempre encuentra a un jefe falto de afecto que le tomará como su mascota, permitirá sus arrullos y a cambio le dará de comer y le compensará con alguna caricia de vez en cuando”. Jorge Cagigas cree que “el problema de la adulación excesiva es que el adulado lo permita. Hay jefes que necesitan a gente alrededor que actúe de esta manera. Es propio de modelos de liderazgo narcisistas”. Muro afirma que “los pelotas se creen necesarios para la empresa e ignoran absolutamente su falta de compromiso con el equipo. Son profunda e inocentemente egoístas y prefieren resignarse a vivir de la sombra del poder, pensando –ilusos– que forman parte de él”.