Llega la época de cierres en las empresas: cierre de presupuestos, cierre de objetivos, cierre de ventas… y llegan también las temidas evaluaciones. En realidad, no deberían ser “temidas”. Todos sabemos lo que hemos hecho durante el año y a qué nos hemos dedicado, así que no nos debería pillar por sorpresa. Pero en alguna ocasión sí que nos sorprendemos.
Una evaluación de funciones o evaluación de desempeño, básicamente consiste en una herramienta para medir el grado de eficacia y eficiencia de las personas que trabajan en la compañía en la que se deben mostrar los puntos fuertes y débiles de cada una de las personas, para ayudarles a mejorar profesionalmente.
En muchas empresas la evaluación de funciones se convierte en un mero trámite del que no se saca nada en claro, ya que se generaliza demasiado. Con la evaluación lo que se debería conseguir es motivar al empleado. El jefe o superior debería preparar esta reunión concienzudamente de forma que el empleado pueda entender perfectamente qué es lo que ha hecho bien y mal y lo que se espera de él en un futuro. Si no llega a comprender qué es lo que la compañía espera de él, difícilmente podrá lograrlo.