El déficit presupuestario español contando la ayuda a la banca, y a la espera de más revisiones, fue en 2012 del 9,99% frente al 9,44% (también contando dichas ayudas) del año anterior luego el gobierno no sólo no ha cumplido sino que ha empeorado el dato anterior. Por suerte, y con una cierta lógica ya que las ayudas a la banca no son responsabilidad única ni de este gobierno ni del pasado ejercicio económico, la UE se va a quedar con el dato del 6.7%, repito, a falta de revisiones. Esa es una gran noticia macro pero en el fondo afecta poco a la población porque la clave es cómo seguir reduciendo esa cifra –aunque no gastemos más en la reestructuración financiera, algo que dudo tras conocer las pérdidas de las nacionalizadas y la dificultad en venderlas- con una recesión que se agudiza tanto en España como en nuestro entorno. O al menos eso es lo que dicen los datos que están saliendo, empezando con el del -1.4% de bajada del PIB en 2012. Baje lo mismo, algo menos o algo más en 2013, basta con que lo haga en un 0.01% para señalar que 2013 será peor que 2012 en términos finales de PIB así que, ¿cómo seguirán reduciendo el déficit con menor actividad económica y menores empleados? La rebaja en el pago de intereses de la deuda –gracias a las famosas promesas de Draghi- puede dar una pista pero no es suficiente, además el año pasado fue récord en turismo y exportaciones y aún así bajamos el -1.4%… es decir, que salvo que cambie la tendencia económica de forma brusca, habrá nuevos ajustes diga lo que diga Montoro y eso sí que afectará al ciudadano.
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Desde que estoy metido en un pequeño negocio relacionado con el turismo me he aficionado a hablar con muchos empresarios del sector, muchos de los cuales son pymes y/o están en contacto con otras. Es lo que tiene el turismo, que engloba muchas actividades y se nutre y da negocio a otras muchas. Desde finales del año pasado detecté un mayor optimismo ya que todos aseguraban -y contaban de otros lo mismo- que ya habían realizado todo el ajuste necesario: no podían prescindir de más trabajadores, los gastos no se podían recortar más, la ausencia de créditos y los retrasos en los pagos ya habían sido asumidos… en resumen, que lo que quedaba era o aguantar aquí o mejorar pero difícilmente podía ser peor. Como suele ocurrir tantas veces esta visión subjetiva y parcial coincide con datos publicados como el de confianza empresarial (Leading Indicators) que reaccionaron al alza a finales de 2012 a pesar de la caída del PIB.