Después de que en el segundo trimestre del año el PIB anualizado se hundiera un 7,3%, en el tercer trimestre del año la tasa a vuelto a caer un 1,6%, por lo que al tener dos trimestres consecutivos de caídas sobre el PIB ya podemos hablar de recesión. A muchos este dato les ha cogido de imprevisto debido a que la expectativa era que la economía japonesa repuntara un 2,1% entre los meses de julio y septiembre, Después de conocer este dato la bolsa japonesa cayó un 2,96%.
La clave para entender la caída del PIB se encuentra en que el 1 de abril de este año, el primer ministro japonés Shinzo Abe decidió aumentar el impuesto al consumo desde el 5% hasta alcanzar el 8%. En ese instante el argumento fue “He decidido subir el impuesto al consumo del 5% a un 8%, para mantener la confianza en nuestro país y legar a la próxima generación un sistema de protección social sostenible”. Es más, en 2015 se plantea aumentar el impuesto hasta el 10%, toda esta subida de impuestos se dirige a intentar frenar la espiral de deuda pública en la que se han sometido y a la financiación de la Seguridad Social. La variable del consumo supone el 60% de PIB por lo que aumentar el IVA ha supuesto un factor represor para la evolución del consumo.
20 años de políticas keynesianas que sólo han generado deuda y una economía zombie
En el año 1989 Japón le estalló la burbuja inmobiliaria más grande conocida en la historia de la humanidad, que llegó a concentrar en los inmobles japoneses el 20% de la riqueza mundial. En el año posterior la deuda pública se encontraba en el 67% sobre el PIB y alguien se le ocurrió la fantástica idea de aumentar el gasto público a partir de 1994 y ahondar en los sucesivos déficits públicos para estimular la economía. ¿Para qué realizar profundas reformas estructurales si podemos tirar de la tarjeta de crédito no? Puro keynesianismo.
Los resultados son verdaderamente tristes ya que desde entonces, el PIB en base nominal ha estado estancado con subidas y bajadas pero la deuda pública sólo ha hecho que aumentar hasta más del 240% sobre el PIB, superando el trillón de yenes (quince ceros). Para entender la gravedad de esta monstruosa deuda hay que decir que en los presupuestos generales del Estado, la partida “intereses de la deuda” ocupa el 23% de todo el presupuesto y eso que se financian muy barato con un bono a 10 años que cotiza en el 0,5%. Para acercar estas macromagnitudes, el peso de la deuda pública para cada japonés supone algo más de 97.000 dólares (eso si que es un nacer con un pan debajo el brazo).