Hace poco, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro anunció la creación del Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo, lo cuál fue tomado a broma por la oposición del país y por el resto del planeta. Pero como yo soy un tipo muy serio no he parado de darle vueltas al tema en busca de la suprema felicidad de los lectores de este blog.
Jigme Singye Wangchuck, que por si no lo sabíais fue el rey de Bután, creó en 1972 el indicador felicidad bruta nacional (FBN) y pretendía medir la felicidad de su pueblo estableciendo como meta su crecimiento. La filosofía budista define la felicidad como un bienestar que brota de la unión física y espiritual, con lo que el primer objetivo de la actividad económica de Bután es intensificar el bienestar humano, no sólo la adquisición de bienes materiales.
Como por los países que nos llamamos del primer mundo el budismo no se lleva mucho, la felicidad la encontramos de otras maneras y lo más parecido que he encontrado es el “Better Life Index” que publica anualmente la OCDE, en el cual se analizan 34 países en 11 categorías, tales como ingresos, trabajo, casas, educación, mediambiente, salud, seguridad… (puedes verlo aquí). El ranking lo lidera Australia y lo cierra Turquía, España queda en un triste puesto 22. Vamos a intentar sacar unas conclusiones sobre este estudio.